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capítulo treinta y tres: hogar.

Chismes de la Sociedad de Oddinary

PRÍNCIPE FELIX: ECHABA DE MENOS MI HOGAR

En un inesperado giro de los acontecimientos, el Príncipe Felix del Quinto Gran Clan no desea ser un Príncipe. Criado por los Adeptos Mentales del Alto Miroh, el Príncipe se siente más a gusto en el austero monasterio que en el lujoso palacio de su hermana.

—Amo mucho a Chaewon, y estoy muy agradecido de que nos hayamos vuelto a encontrar —dijo el Príncipe Felix—. Pero la Orden ha sido mi hogar desde que tenía tres años, y estoy muy agradecido con mi hermana por permitirme regresar a la vida a la que estoy acostumbrado. Mi mayor ambición es convertirme en un experto mental certificado de la Orden, pero eso no significa que dejaré de ser el hermano de Chaewon. La apoyo en todo.

Cuando se le preguntó acerca de los rumores maliciosos que se han difundido recientemente sobre el Alto Adepto y él, el Príncipe Felix se rió.

—Creo que conozco la fuente de esos rumores. Es probable que sea uno de esos iniciados que quería ser el aprendiz del Maestro Hwang y se decepcionó mucho cuando me eligió. No los culpo. Yo también sentiría envidia y amargura.

Cuando se le preguntó si dejará de participar en eventos sociales, la expresión del Príncipe Felix se volvió pensativa.

—Supongo que depende de lo ocupado que esté con mis estudios como aprendiz. Si estoy libre, no veo ninguna razón por
la que no asistiría a algunos eventos sociales. Soy un Príncipe, después de todo.

¡Él lo es de hecho!

¡Desde Chismes de la Sociedad de Oddinary le deseamos al Príncipe Felix todo el éxito en su camino elegido!

***

El aire de la mañana era fresco y ligeramente frío, olía a bosque viejo, montañas y hogar. Felix respiró hondo y exhaló, relajando los hombros mientras miraba a Miroh situado en el valle de la montaña. La ciudad se veía mágica desde la distancia, sus luces amarillas la iluminaban alegremente.
Él sonrió con melancolía, imaginando a los jóvenes iniciados apresurándose a sus clases matutinas, todavía somnolientos y malhumorados. Él también había sido uno de ellos. Se sentía como si hubiera sido hace una vida.

Una mano fuerte le agarró el hombro.—Hace frío, Felix. Deberíamos haber aterrizado más cerca de la ciudad. Y al menos deberías haber usado una capa.

Felix sacudió la cabeza con una sonrisa.

—¿Por qué necesito una capa cuando te tengo?

Hyunjin suspiró, un suspiro sufrido que no convenció a Felix en absoluto. Hyunjin no se sentía realmente molesto; él lo sentiría a través del vínculo si lo hiciera.

Hyunjin tiró a Felix contra su pecho y envolvió su capa pesada alrededor de los dos. Felix sonrió, recostándose en él, respirando el aroma familiar de su Maestro y sintiéndose tan cálido y feliz mientras miraba Alto Miroh en la distancia.

Su vínculo palpitaba con satisfacción-rectitud-mío-mío-mío, los brazos de Hyunjin a su alrededor sólidos y muy seguros. Podía quedarse aquí para siempre, en los brazos de este hombre.

—Te amo, Maestro —dijo Felix suavemente. No esperaba
escucharlo de vuelta; se sentía tan feliz que necesitaba decirlo.

Los brazos de Hyunjin a su alrededor se apretaron hasta el punto de que casi dolía. Sintió a su Maestro enterrar su rostro en su cabello y respirar
profundamente.

—Creo que no sería inexacto decir que el sentimiento es recíproco.

—Me duele la cabeza por hablarme en círculos —dijo Felix, su visión se volvió borrosa. Él sonrió, mirando a Hyunjin—. Un día haré que digas esas palabras repugnantes, Maestro.

Los ojos marrones de Hyunjin le sonrieron.—Ya veremos —dijo, y lo besó.

El ángulo era incómodo, los labios de Hyunjin estaban fríos y el aire era demasiado frío, pero el beso calentó a Felix hasta los pies.

Cuando finalmente lograron romper el beso, él estaba hormigueando por todas partes, un calor familiar en su
estómago.

Hyunjin lo miró por un momento, su mirada paralizada. Luego tomó su mano y tiró de él hacia el castillo.

—Hemos estado aquí bastante tiempo. Vamos, Felix.

Sonriendo, Felix entrelazó sus dedos y dejó que su Maestro lo empujara hacia su casa.

El sol estaba saliendo.