capítulo dieciocho: rotura.

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Felix no estaba seguro de lo que había esperado cuando reaparecieron en el monasterio, pero no que Hyunjin le dijera con frialdad:
—Ve a Miroh. Tengo trabajo aquí.
Y luego, con un ruido de su túnica marrón, se fue.

Felix miró su espalda en retirada, con el corazón en algún lugar a sus pies.

Todo bien. Tanto por recibir un abrazo o un simple "bienvenido de vuelta".

Se sentía estúpidamente ciego y no tenía a nadie a quien culpar sino a sí mismo.

¿Cuántas veces su Maestro dejaría en claro que no le importaba? ¿Cuántas veces sería tratado como basura antes de que su mundo finalmente dejara de girar en torno a ese hombre frío y desalmado?

La ira llenó sus sentidos, y Felix la dejó.

La ira era mejor que esta sensación patética y dolorida en el pecho.

Qué le jodan.

Lo odiaba. Lo odiaba, lo odiaba, lo odiaba.

***

Felix se enfureció tanto que cuando Hyunjin regresó al castillo, ansiaba una confrontación.

Inicialmente, había querido aplicar en Hyunjin la ley del hielo, excepto que no era lo suficientemente satisfactorio.

Le había estado dando este trato durante meses, sin ningún efecto. No, eso no fue suficiente. Estaba ardiendo por una pelea, por un...

—¿Qué quieres, Felix? —Hyunjin dijo mientras entraba a su propia habitación.

Puso la maleta que llevaba en el suelo, sin mirar a Felix.

Felix lo fulminó con la mirada, su corazón latía con rabia.

—Jódete, Maestro —dijo con gusto y disfrutó la forma en que los fríos ojos de Hyunjin se entrecerraron un poco.

—Veo que estás de mal humor —dijo.

—No puedo imaginar por qué —dijo Felix—. Es tan difícil decir: me alegra que hayas vuelto, Felix. Estaba preocupado. ¿Cómo te trataron? ¿Estás herido? —Él se rió con dureza—. Pero no, eso requeriría que realmente te importara.

—No pruebes mi paciencia, Felix.

Felix se acercó y lo miró furioso.

Aunque no era bajo, todavía era media cabeza más bajo que Hyunjin. Nunca le había importado antes, pero ahora lo odiaba.

Sus dedos estaban formando puños, y quería lastimarlo, arrancarle esa máscara sin emociones de la cara con las uñas.

—Te odio —dijo, mirándolo a los ojos—. No puedo creer que realmente estuviera esperando verte. Soy un idiota —

Lo odiaba, realmente lo odiaba, y odiaba que todavía se sintiera más vivo en la proximidad de Hyunjin de lo que se había sentido en más de un mes, su cuerpo ardiendo con una horrible mezcla de hormonas, su vínculo como una cuerda apretada, tratando de tirar de ellos más cerca, hambriento de intimidad, de cualquier cosa.

Una mano grande se alzó y le agarró la barbilla con fuerza. Felix se estremeció por el contacto y miró a Hyunjin
desafiante.

—Sé que no abusaron de ti —dijo Hyunjin, mirándolo con una expresión extraña y fija—. Revisé la mente de la mujer. Sé exactamente cómo te trataron. Entonces, ¿por qué haría preguntas redundantes?

—¿Para hacerme sentir mejor? —Felix le lanzó una mirada fea, aunque su ira y dolor disminuyeron un poco al saber que Hyunjin realmente se había preocupado lo suficiente como para
comprobarlo.

to sir, with love › hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora