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Entonces el viernes llegó, las mentiras abundaban en la casa de Mitsui, Aoi nuevamente fingió que tenía que ir a practicar, aunque a decir verdad, su desempeño en clase últimamente era todo lo contrario, sus notas habían bajado, pero eso a ella no le importaba, realmente estaba centrada en otras cosas.

De acuerdo a la hora acordada, Aoi apareció en la ubicación acordada, tomó un Uber y se dirigió a las canchas, la verdad es que no recordaba haber visto ese parque, tenía canchas de skateboard, futbol, tenis y baloncesto, era un parque relativamente grande, había diversas personas dispersas en él, a lo mejor creía que le sería difícil encontrar a Rukawa, al buscarlo en internet y de nuevo observar la foto del equipo tenía una idea física de como era el hombre. El viento revoloteaba sus largos cabellos oscuros, observaba a cada uno de los sujetos que se encontraba jugando, y cuando llegó a la tercera cancha de baloncesto observó a uno que cumplía con sus características físicas, era demasiado alto, cabellos largos y finos, encestando canasta tras canasta, estaba solo, al menos practicando, ya que en las bancas si había varias personas observándolo o algunas otras simplemente ignorándolo.

Aoi caminó segura de si con pasos moderados, hasta quedar por completo enfrente del alto sujeto, su ropa consistía de puras prendas oscuras, una blusa corta deportiva, con una falda de cuadros lineales grises, unas medias negras, unas botas militares del mismo color y un blazer negro encima, sus aretes eran en forma de luna del mismo color que sus ojos y la acompañaba una cadena tipo gargantilla plateada en su cuello. No es la impresión que el hombre de Rukawa esperaba, creía que le jugaban una broma, notó su tez pálida como la nieve, su cabello suelto y lacio como baba, era una joven sumamente atractiva, pero también lucía como una niña adolescente. Su ceño se frunció al observarla directamente a los ojos, esos ojos cristalinos de color azulejo, con esas largas pestañas, sabía que la había observado antes.

—Así que eres tú, la niña de la boda de Hanamichi —se limitó a decir mientras la observaba de pies a cabeza, con su gran altura solo podia juzgar a la indefensa jovencita que yacía enfrente de él. El gesto de Rukawa era serio, estaba sudando un poco debido al entrenamiento, con la pelota en las manos era lógico que solo le importara el basquetbol.

—No soy una niña, este año estoy a punto de cumplir los 19, ¿por qué todos dicen eso? —rodó los ojos cansada de que ni siquiera con lápiz labial lucia adulta.

—Igual eres pequeña, ahora di que quieres.

—Bien, vine aquí por Mitsui, en verdad agradezco que hayas aceptado escucharme, pero es muy importante que él no se entere, verás... yo... solo quiero hacer que vuelva a jugar baloncesto, y tu eres muy famoso y conocido, si de verdad eres su amigo creo que podrías ayudarme a conseguir lo que quiere, él tiene demasiado potencial, lo conozco, solo quiero... que su sueño se cumpla, como el cumplió el mío —eso último lo dijo susurrando.

—¿Eso es todo?

—Am... supongo, ¿por?

—Bien, pues no me importa, a mi no me incumbe en lo absoluto lo que quieras para tu noviecito. Ahora deja de hacerme perder el tiempo —aún frunciendo el ceño, cuando estaba a punto de girarse Aoi lo detuvo desesperadamente.

—No, no, no, espera, no entiendes, Mitsui es increíble, tanto como tú, él sigue siendo un excelente basquetbolista, quizás tu puedas incluirlo en tu equipo, ¿son de la misma edad no?, por favor, no tienes idea del potencial que tiene, tú que eres popular puedes hacerlo progresar, que retome su carrera como basquetbolista.

—¿Eres estúpida?

—¿Eh? —se retractó al escucharlo ofenderle, Rukawa era un grosero desconsiderado que no le importaba ofender a cualquiera.

[SD] 𝒂𝒊𝒏'𝒕 𝒏𝒐 𝑭𝑼𝑵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora