⧽020. Epílogo

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Habían pasado tres años desde que se habían ido a Estados Unidos, Aoi tenía 22 años ahora, y Mitsui tenía 27 años, este obtuvo la famosa oferta del poderosisimo Brad Stevens, quien lo había incluido en su nuevo proyecto internacional, sin duda había sido la mejor temporada de baloncesto para todos aquellos que participaron en la liga, aunque al final terminó ganando un Estadounidense como era de esperarse, pero no era algo malo, a pesar de que Mitsui no hubiese sido el ganador del campeonato fue capaz de ganar un puesto, un premio y un trofeo a reconocimiento, su popularidad alcanzó los cielos y obtuvo miles de ofertas mas después de esa gira.

Su vida había dado un giro completo de 180°, pues pasó de ser el aburrido oficinista de lunes a vienes, a convertirse en un reconocido basquetbolista, ¿cómo es que todo había terminado así?, tan bien, era una vida de ensueño.

Después de que otra temporada de baloncesto diera su termino, Aoi se encontraba esperando desde el piso superior de la increíble mansión a la que ahora eran dueños: era casi un rascacielos, con cristales y una vista increíble, Manhattan se había vuelto una ciudad tan cálida, era costosa al inicio, pero conforme Mitsui seguía jugando, seguía ganando tantos miles, con ello no había nada que no pudiesen costear.

El reloj marcaba las 9:38 de la noche, Aoi vestía un elegante vestido azul marino de tirantes de largo un poco mas abajo de las rodillas, tenía los laterales de los muslos descubiertos y usaba unos bellos tacones de aguja de piedras plateadas con correa y los dedos descubiertos, su piel pálida y un maquillaje tenue hacía que resaltara su belleza natural, su cabello era el mismo de siempre, oscuro como la noche, y suave y alaciado como la seda, no necesitaba nada más, pero claro que sobresaltaba su cuello el cual portaba aquel hermoso collar de malvarrosa.

Lucía desesperada, sus codos yacían cruzados, su vista al frente sobre el cristal observando la ciudad, preguntándose constantemente: ¿por qué su prometido no llegaba aún?

Suspiró unos segundos hasta que de repente escuchó ligeros ruidos en el piso de abajo, de inmediato pensó en Mitsui. Sin dudarlo corrió para salir del cuarto, sus tacones eran fáciles de escuchar con unas pisadas que no demostraban más que enojo. Se acercó al barandal de las escaleras y sin pisar un solo escalón gritó para generar el eco del hueco entre las mismas y que así le escuchara su pareja.

—¡¿Dónde estabas?!, ¡se hace tarde Mitsui!

—¡Ya voy, ya voy!, tranquila amor —comenzó a subir corriendo las escaleras —, después del partido tuve que responder algunas entrevistas pero ya est-... —se quedó callado al llegar al piso superior y darse cuenta del pequeño y bello monumento que yacía esperándolo, sus ojos se abrieron de asombro al observar Aoi con ese hermoso atuendo —. Amor, te ves... bellísima, digo, más que bellísima, estás... estás hermosa Aoi, quiero decir, ya lo eres, siempre, es-

—Si, aja, ahórrate los halagos Mitsui —aún cruzada de brazos no dejó de observarlo de manera fulminante —, ¿ya viste que hora es?, esta cena es muy importante, será la última antes de nuestro matrimonio, ¿por qué no te importa?, ni si quiera estas cambiado, estas... todo sudado, Dios, quería que esto saliera estupendo.

—Tranquila, oye, oye —se acercó a ella susurrando —, tranquila, todo saldrá bien, me cambio en un parpadeo —la tomó de los hombros, sobandola y observándola directamente, no importaba cuantas veces sucediera ella lo escuchaba y quedaba demasiado embelesada antes sus palabras, lo mismo sucedía con él cuando se perdía en su mirada.

—Tienes quince minutos —le respondió no muy convencida.

—Claro —y entonces el salió corriéndo directo a la habitación para alistarse.

[SD] 𝒂𝒊𝒏'𝒕 𝒏𝒐 𝑭𝑼𝑵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora