Relatos +18 de las mujeres jerarcas de RE8 (Alcina Dimitrescu, Donna Beneviento, Madre Miranda)
DISCLAIMER: Ninguno de los oneshots me pertenece, doy créditos a sus respectivos autores
Imagen de portada: Classyfruit en twitter
Summary: A Donna le toca cortarse el pelo y luego se convierte en follar.
Bottom!Donna
Palabras: 2624
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El suelo de la cocina está sucio de pelos recortados, todos negros y sedosos. Es ese momento otra vez para ella en el que se sienta en la cocina, con la espalda muy recta. Debajo del vestido improvisado que la envuelve, Donna ha estado, bueno... inquieta durante los últimos cinco minutos desde que la sentaste y comenzaste a cortar.
—Quédate quieta para mí, cara mía —y ella escucha, por supuesto que escucha. El ansioso tamborileo de sus dedos sobre su rodilla cesa. Ella exhala, calmándose. Pero algo en tenerte tan cerca y tocarla hace que Donna se pierda. Sus rodillas comienzan a rebotar y mantienen sus manos llenas de la tela de su falda.
Donna te observa con su buen ojo mientras recortas meticulosamente las puntas de su flequillo demasiado grande que enmarca su rostro exactamente como lo hacían desde que tenía seis años y era mortal. Ella se ve hermosa. Muy hermosa.
—Donna, cariño. —Ella te vio colocar un dedo debajo de su barbilla, en un intento de llamar su atención. —¿No te he dicho que te quedes quieta? —El rubor sube por su cuello y luego hasta las manzanas de sus mejillas, siente el calor de tu aliento cuando te inclinas lo suficiente como para doblarte por la cintura al nivel de su rostro.
Tu presencia era demasiado consumidora, le marea la cabeza con el hechizo de amor en el que la pusiste. Quiere tocarte aunque se abstuvo de hacer tal cosa, en lugar de eso apretó su mano con más fuerza, el puñado de tela no hace nada para aliviarla. El anhelo, pero al menos la mantiene con los pies en la tierra y las manos ocupadas.
Se ve impresionante así, puedes ver las venas violáceas alrededor de las cicatrices, el color gris visible de su piel, las pestañas bastante largas que adoras, sus labios suaves aunque un poco agrietados. Esta mujer necesita beber más. Es curioso cómo uno podría pensar que un cuerpo inmortal no necesita ser cuidado y manipulado con manos frágiles, besado y amado... Dios, qué equivocados estaban.
—¿Cara mía?
La respiración de Donna se detuvo, su corazón latía erráticamente con tanta fuerza que temía que pudiera salirse de su pobre pecho y saltar directamente a tus palmas.
Le quitas los mechones de pelo de la frente y le dices: —Quédate quieta o tendré que castigarte. —Ella parpadea, abre los labios para decir algo pero no sale nada en señal de protesta.
—Entonces, ¿qué será, hmm? ¿Te quedarás quieta ahora? —Ella sostiene tu mirada por un segundo y luego asiente.
Donna se las arregla hasta que terminas de cortarle el cabello y sus manos finalmente sueltan la tela maltratada y arrugada.
Estabas ocupada guardando las herramientas para cortar el cabello y barriendo el piso de la cocina donde hacía las veces de pequeño salón hace apenas un par de minutos, debido a la increíble iluminación natural que entra por las ventanas. Es sólo la parte de esta casa que no está vacía de luz, porque es tu lugar, es donde más te quedas. Cuando terminas, ves a Donna sosteniendo su velo y con el cabello recogido en un moño nuevamente.
