E I G H T

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Aeropuerto de Nueva York.

-¿Por qué? - Murmuró mientras un nuevo escalofrío recorría su espalda.

-Te prometo que si pudiera los cambiaría. - Acarició suavemente la muñeca del castaño, tratando de tranquilizarlo. - Tienes que calmarte, bebé, si no la pastilla no va a surgir efecto.

- No creo que ni mil pastillas puedan dormirme, Daniel. Estoy queriendo vomitar. No sé cómo pudiste hacer esto.

-No fui yo. - Susurró.

- ¿Qué dijiste?

- Nada, nada. Espérame aquí, voy a ver si consigo algo que te calme. - Soobin asintió mientras lo veía alejarse encorvado.

¿Había escuchado bien?

Daniel había dicho que no había sido él quien había comprado los boletos, entonces, ¿quién?

Seguro solo eran excusas para que él no lo culpara... No entendía cómo se le había ocurrido al cabeza hueca comprar boletos de avión cuando bien sabía que él le tenía fobia a las alturas.

- ¿Puedes darme un té de manzanilla, por favor? Sin azúcar. - La delgada chica detrás del mostrador le sonrió coquetamente mientras asentía con la cabeza y buscaba las bolsitas de té.

Yeonjun por un momento se olvidó de todo el estrés que había acumulado en estas últimas 24 horas y le sonrió de vuelta.

-Aquí tienes. - El té se tambaleó dentro del vaso y cayó sobre uno de los dedos de Yeonjun.

- iAuch! - Se quejó mientras llevaba su dedo a la boca.

La chica podía ser sensual, pero era muy idiota.

-jAy!, ¡Perdóname! - Le pidió con voz chillona y le entregó una servilleta.

Choi se frotaba la quemadura mientras la miraba
con el ceño fruncido. Sacó su billetera y dejó el dinero sujetando el vaso con mucho cuidado.

Se estaba yendo cuando escucho la misma voz otra vez.

- Soy Julieta. - Se presentó la jóven.

Yeonjun volteó con la misma mirada ceñuda. Era obvio que cuando le quemas la mano a alguien quedas fuera del ligue.

- No me interesa. -Siguió su camino sin voltear la mirada ni una vez.

Llegó junto a Soobin y le entregó el té en sus manos.

- Cuidado, está caliente. - Mostró su dedo rojo e
hinchado como advertencia

- Dios, ¿qué te ha pasado?

- La chica de quiosco no tiene buen balance. - Bromeó.

- Pobrecito. - Soobin dejó su taza de lado y acercó los labios a la mano de Yeonjun, obsequiando un pequeño beso sobre la quemadura.

El rubió se quedó tenso. Fuera de la cama jamás le
había gustado que lo tocaran... pero ese beso había sido diferente. Ẻl nunca había experimentado aquello que los niños llamaban la "magia del beso de mamá". Ya saben, cuando los niños tropiezan y se raspan, sus madres besan sus heridas y mágicamente todo el dolor pasa; lo único que Elena había hecho cuando él tenía raspones era enviarlo a su cuarto.

La mirada de Soobin se cruzó con los ojos brillantes de Yeonjun y la noche anterior pasó por su mente tal y como si la estuviera viviendo en ese mismo instante: La suave piel de Soobin bajo la suya, sus labios gimiendo un nombre que no era el suyo; Su respiración mezclándose con la de él mientras dormían; Había sido la primer vez del menor y él se había enterado demasiado tarde.

- Gracias por el té. - El pequeño ya se había
reincorporado en su asiento mientras Yeonjun lo veía pasmado.

- No es nada. ¿Te estás sintiendo mejor?

-Creo que la pastilla ya está funcionando.

- Pasajeros del vuelo 513 con destino hacia Hawái, favor de pasar a la sala D, es tiempo de su abordaje. - La Voz resonó por todo el aeropuerto, provocando que Yeonjun saltara de su silla.

- Es nuestro vuelo, bebé, ven.

***


Kim apretó la mano de su esposo mientras escuchaba las mil y una indicaciones de la aeromoza por las bocinas, que la bolsa de mareo, o las mascaras de oxigeno, que si debemos ponernos o quitarnos el cinturón, que qué hacer si hay turbulencia, solo cosas que lo ponían más nervioso de lo que ya se encontraba

- Me vas a quebrar la mano, Soobin. - Yeonjun lo miró, estaba temblando muchísimo. Si algo lo había calmado el té, solo le había durado unos minutos y la pastilla ni siquiera un bostezo le provocaba. Era obvio que no caería dormido. Todo el camino se la pasaría sentado, temblando, castañeando los dientes y aplastando los huesos de su mano, si no hacía algo al respecto.

Entonces una idea pasó por su mente.

Tocó la suave mejilla de Soobin y se acercó a su rostro para unirse en un beso. Fue un beso lento, de esos que él no estaba acostumbrado a dar. Sus labios se movieron tiernamente sobre los de Soobin, provocándole una sensación extraña en el centro del pecho. Tampoco le gustaban los besos muy largos, pero, por alguna razón, no podía dejar de besarlo a él.

Yeonjun sintió un tirón en su estómago y supo entonces que estaban despegando. Acercó más a Soobin y aplastó más sus manos a sus mejillas mientras él lo rodeaba del cuello y se alejaba un poco.

- Te amo. - Le dijo.

El rubio tragó pesadamente.

Podía ser un farsante, sí, pero no podía mentirle diciendo que lo amaba cuando no era así. Ya sabía lo que se sentía ser engañado con respecto al amor. Además, él no sentía nada por Soobin.

Le sonrió dulcemente y pellizcó su nariz provocando una risa por parte del menor. Volvió a acercar sus labios cuando se dio cuenta que ya estaban volando y no se había puesto paranoico para nada.

Tal y como un beso de Soobin curó la quemadura de Yeonjun, un besó de Yeonjun podía quitarle cualquier miedo a Soobin.

Tal y como un beso de Soobin curó la quemadura de Yeonjun, un besó de Yeonjun podía quitarle cualquier miedo a Soobin

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