Alguien llamó a la puerta.
– Chloe García Alonso, me alegro de verla despierta. Pronto podrá trasladarse a otra habitación más grande, y la mantendremos en observación hasta que esté recuperada del todo. – Dijo la mujer que acababa de entrar. Era alta y delgada, con el pelo moreno recogido en un moño engominado e iba vestida de blanco. Supuse que era doctora o enfermera del hospital. No me molesté en contestar.
Unas horas más tarde entró de nuevo la mujer de blanco, esta vez acompañada de otras cuatro personas vestidas todas igual. Me dijeron que me acompañarían a mi nueva habitación y que tendría una compañera temporal.
– ¿Crees que puedes caminar? – Me preguntó uno de los hombres que acababan de entrar. Asentí con la cabeza, aunque me dolían las piernas y sentía como si el aire a mi alrededor me estuviese aplastando contra el suelo. Me condujeron a través de interminables pasadizos laberínticos hasta que se detuvieron delante de una puerta con el número "27".
– He pensado que os apetecería conoceros un poco, así que os dejaremos un tiempo a solas para que termines de instalarte y te sientas cómoda. Avísame si necesitas cualquier cosa. – Me aclaró sonriente la mujer de blanco. Parecía buena persona.
– Muchas gracias. – Le dije, y a continuación entré por la puerta.
La habitación en la que me encontraba ahora era más grande y bonita de lo que me imaginaba. Había dos camas separadas por una cortina blanca, el techo era alto y estaba todo muy bien iluminado. Me acerqué a una de las camas y corrí un poco la cortina para saber cómo era la parte de detrás de la sala. Entonces te vi. Y por aquél entonces no sabía lo importante que llegaría a ser este momento en mi vida.
