Six de las Maravillas (Little Nightmares)

Capítulo 13

ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 𝟙𝟛

𝔐𝔬𝔫𝔞𝔯𝔠𝔞

    Jester miraba atentamente la hora, esperando su llegada, tal y como lo había visto. Sus ojos se posaron en Mono, este de rodillas al lado del trono, atado con cadenas.

     —Capullo.—le habló.—Ella ya viene.

     El sombrerero lo miró con sus ojos de relojes, sus manecillas no se movían.

     —¿Volverá?

     —Sí, yo lo vi.—dijo apuntando a sus propios ojos.

     Jester se alejó de Mono. Tendría que reunirse con la reina para ver la ejecución de todos sus compañeros.

     Se había organizado una ejecución pública, donde se humillarían a todos aquellos que profanaron la corona.

     La reina roja comenzó un discurso, uno de sus típicos discursos para engatusar a los ciudadanos. La ejecución sería en la plaza principal del reino, cuyo centro se había instalado el verdugo, con su hacha, sobre un escenario de madera. Los "culpables" se encontraban haciendo fila. Encadenados uno tras uno. Seven sería el primero en ser ejecutado, pasaría luego, al escenario.

     Five miró a Jester, esperando una reacción por su parte, pero este solo miró al cielo. Iba a ignorarlo por ahora.

     En la sala vacía del trono, yacía el sombrerero, su respiración era lenta pero profunda. Podía escuchar sus propios latidos de su corazón, estaba solo en la sala junto al trono. Ni un solo guardia. Ni siquiera Stain estaba con él.

     —Levántate.—la voz autoritaria de Six le habló. Parecía escucharlo dentro de su cabeza, pero al abrir los ojos, vio sus zapatos delante de él. —De pie, ahora.

     Le estaba dando una orden.

     Usando la fuerza de sus brazos, arrancó las cadenas del piso, teniendo más libertad de movimiento. Con sus manos, destrozó la cadena de su cuello, de sus tobillos y torso.

     Se levantó tal y como Six le ordenó.

     El rugido de una quimera obligó a todos levantar la mirada al cielo. La reina roja sonreía, esperando que su mascota hubiera encontrado a su sobrina muerta. Lo llamó con su silbato, la criatura descendió, descansando sobre la gran muralla que rodeaba el castillo.

     —¡¿Y dónde está?!

     —Aquí.—su voz. Recordaba su voz. Su corazón latió bruscamente, su respiración entrecortada le impedía reaccionar decentemente. Lentamente, giró su cabeza y sus ojos la vieron a ella. De pie, a su lado, con sus manos escondidas en la espalda. ¿Cuándo llegó? ¿En qué momento? No había escuchado sus pasos, tampoco sintió su presencia.

     El mundo parecía haberse quedado en silencio. Todos miraban a las dos familiares, frente a frente.

     Stain levantó su espada para cortar en dos a Six. Sin embargo, se detuvo de golpe, a centímetros de que su espada tocara la cabeza de Six. Ella agarraba su espada blanca, rozando su punta en el cuello de Stain.

     Los guardias de inmediato la atacaron, acumulándose todos en el trono puesto para la reina.

     Six brincó, esquivando las lanzas de pica, y enterró su espada en cada uno de los guardias, abriéndoles la cabeza.

     La reina tambaleó, dando dos pasos hacia atrás. Stain la atrapó entre sus brazos.

     En la plaza, todo el mundo observaba el lío que se había formado en el balcón de la reina. Una lanza de pica salió disparada hacia la cabeza del verdugo, desprendiéndola de su cuerpo, quedando estancada en un pilar de madera, cerca de la multitud. El cuerpo del verdugo cayó luego de unos segundos.