Caleidoscopios

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El demonio es un gran pedazo de mierda, Katsuki ha decidido. Le molesta todo de él, desde su mirada, el tono de su voz y el color de su piel hasta su forma de hablar y las grandes estupideces que dice. Katsuki tiene muchas ganas de arrancarle la lengua y hacerla trocitos. Supone que se permitirá ese pequeño placer cuando él y Todoroki ganen la apuesta y puedan matarlos.

Por supuesto, muy seguro no está de cómo es que va a ganar la apuesta, pero eso no tiene importancia. Da igual de qué clase de competición se trate. El que ganará es él. Punto.

Admite que tiene un pequeño inconveniente, no obstante, y es la cara de perro perdido que Todoroki pone cada vez que mira al demonio, al jodido demonio mata-niños, por todo lo que es bueno en la tierra. Todoroki no es un traidor. Katsuki lo ha dicho y lo cree. Que no sea un traidor no significa que no pueda confundirse, que no pueda flaquear, dudar o fallar. Hay un motivo por el que Katsuki es un Dolor Mayor y Todoroki todavía es un Dolor Menor. Un motivo por el que no mandaron al otro Exterminador solo a una misión como aquella. Katsuki sabe tomar las decisiones difíciles de forma rápida y eficiente, y eso es algo que todos saben. Cuando llegue el momento –que llegará–, Katsuki hará lo que tenga que hacer.

Y Todoroki también.

Sin embargo, en tanto el momento llega, y en tanto Katsuki encuentra la forma más eficiente de llevar a cabo su cometido, supone que tendrá que tragarse un poco de bilis y porquería. Claro está, eso no le impide lanzar explosiones a diestra y siniestra cada vez que cualquiera de esos tres le toque lo suficiente las pelotas y, dado que eso es justo lo que acaba de pasar, se regocija en la cara que el demonio ha puesto tras cubrirse con fuerza las orejas al escuchar las explosiones. La gran mayoría de los demonios tienen un sentido de la escucha mucho más desarrollado que el de los humanos, pero, en algunos casos especiales, sus oídos son todavía más sensibles. Katsuki espera que ese sea el caso con Tenya.

—Oops —dice, sin el menor atisbo de arrepentimiento, una sonrisa de lobo en los labios—. Tengo que admitir que yo tampoco me siento en absoluto culpable.

Mira al Ardha Dur. Éste se está masajeando una de las orejas con expresión de incomodidad. La sonrisa de Katsuki se ensancha. No detesta al Ardha Dur tanto como detesta al demonio, pero hay algo en la forma en que el chico le mira que le fastidia. En resumen, quiere golpear a esos tres atolondrados, a cada uno con distinto grado de agresividad, pero por ahora se conforma con dejarlos medio sordos.

—Lárgate a bañarte, Todoidiota, apestas a fango y sudor —ordena. De reojo, ve a Todoroki levantando el brazo para olerse. Pone los ojos en blanco. Está rodeado de imbéciles.

—Eso no tuvo nada de amable —dice el Clovek una vez que Todoroki ha partido y Katsuki ha ido a echarse sobre su cama. Huele ésta a trapo viejo y a que han dormido diez otras personas encima de ella antes que él, por lo que Katsuki sabe que haberse bañado fue un poco una pérdida de tiempo. De todas formas, terminarán durmiendo entre la vil mugre.

—¿Y qué te hace pensar que quiero ser amable contigo?

—Nada, pero, dado que decidimos no matarnos por medio ciclo, lo menos que podríamos hacer es tratar de ser un poco amables los unos con los otros.

Katsuki se demora un momento en responder, como si estuviese analizando aquella idea. No lo está haciendo realmente.

—Nah —termina por soltar, reacomodándose sobre la cama. Tiene los ojos cerrados y un brazo bajo la cabeza—. Si voy a tener que convivir con dos mata-niños por medio ciclo, lo menos que puedo hacer es hacerles arrepentirse de haberse atrevido a respirar por medio ciclo más después de lo que hicieron.

No pienses en ello, susurra para sus adentros. No debe pensar en lo que el Ardha Dur le dijo. No debe pensar en lo que les escuchó hablar. Él no puede flaquear, como Todoroki. Él tiene que cumplir con la misión.

Cuatro contra el mundo [KatsuDeku] [TodoIida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora