Milagros

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—¿Y Bakugou? —Shouto lo pregunta cuando no encuentra a su compañero sobre su cama y tampoco alcanza a verlo en ningún rincón de la habitación. Mira hacia la litera y ve ahí al Clovek. El Ardha Dur, en cambio, ha desaparecido también. Eso le da una ligera mala espina—. ¿Izuku está bien?

Escucha de inmediato a las voces de sus hermanos mayores en su cabeza, advirtiéndole que es demasiado gentil e ingenuo para su propio bien. Bakugou sin duda tiene razón: Él no debería sentir pena ni empatía por esos dos.

¿Pero cómo hacía uno para evitar sentir cosas?

Debería pedirle consejos al otro Exterminador.

—Sólo dijo que saldría a caminar. Izuku también salió.

Eso es sospechoso.

—¿Izuku salió al mismo tiempo que él? ¿Y eso no te preocupa?

Tenya parpadea, sus largas pestañas visibles bajo la iluminación vacilante del fuego de Shouto.

—Izuku es lo bastante mayor para tomar sus propias decisiones y cuidarse solo. Yo no soy su madre.

Shouto se queda un momento quieto. Después, va a sentarse sobre su cama, sin retirar la mirada de Tenya. Tenya tampoco despega los ojos de él. Sigue sus movimientos con el interés de un felino que sopesa a la próxima presa a la que pasará el rato rebotando entre las patas.

—¿Tienes una madre?

Shouto no sabe si la pregunta suena tan mal en voz alta como lo ha hecho en su cabeza, pero, por la forma en que la expresión de Tenya se deforma, adivinaría que sí. No obstante, ¿no es aquella una pregunta válida? Hacía tan solo momentos que Tenya había explicado que los miembros de su especie renacen únicamente una vez que han muerto en sus vidas pasadas, y Shouto no comprende del todo cómo se da ese proceso de renacimiento. ¿Reaparecen simplemente en el mundo en forma de bebés? ¿O acaso como huevos?

No puede quedarse con la intriga.

—¿Por qué te importa si tengo una madre? —Tenya parpadea otra vez—. No he conocido a muchos seres humanos, pero tú no eres como el resto, ¿verdad?

No sería esa la primera vez que alguien le dice a Shouto algo similar. Él no entiende qué cosa es la que le hace diferente a los demás, pero está consciente de que esa cosa existe. La ha llevado consigo desde que nació y, como siga sin poder identificarla, quizá la llevará hasta que muera.

—¿Realmente no has conocido a muchos? Escuché rumores de que hay humanos viviendo en Arcadia. Descendientes de gente a la que se han llevado a vivir ahí como esclava.

—Sí —dice Tenya—, hay de esos. ¿Quieres saber algo interesante? En Arcadia, una mujer humana no puede embarazarse de un hombre Clovek y viceversa, un hombre humano no puede embarazar a una Clovek.

Shouto guarda silencio por la duración de tres latidos.

—No sé si eso es interesante... —dice por fin—. Ni los hombres ni las mujeres somos juguetes con los cuales experimentar.

Tenya exhala.

—Me temo que muchos de los míos diferirían con tu opinión.

—No es de sorprender.

—¿Quieres saber por qué?

Shoudo duda.

—¿Cómo que saber por qué?

Tenya asiente. Entonces, se pone de pie. Shouto le observa caminar hacia él, surgiendo de entre las sombras hasta que el fuego se le mete a los cabellos y hace brillar a las joyas de sus ropajes.

Cuatro contra el mundo [KatsuDeku] [TodoIida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora