Shouto se sienta en uno de los taburetes del restaurante de Zadya y extrae unas cuantas dorias de bronce de su bolsita de dinero. Las desliza hacia la muchacha.
—Tres cervezas, por favor.
—¡Se encontraron! —exclama ella. Shouto traga saliva—. ¿Ya hablaron de lo que tenían que hablar?
Enseguida, la mirada del Clovek, que Shouto ha sido informado que se llama Tenya, cae sobre él.
—¿Qué era de lo que teníamos que hablar? —interroga. Shouto voltea a verle, su mente trabajando a un millón por hora en un intento de dar con alguna respuesta que no le delate, pero que suene lo bastante convincente.
—¡Ah, es que él y su ami...!
—Zadya —la interrumpe Shouto con firmeza, sin quitar los ojos de Tenya—, ¿nos traes las cervezas? —le acerca más el dinero con los dedos. La muchacha le mira, luego al demonio y, encogiéndose de hombros, toma las donces y se retira.
Se hace un silencio momentáneo entre los tres, hasta que Shouto baja la mirada, incapaz de sostener la fuerza de quién sabe cuántos siglos que yace tras las irises rojas del demonio.
—Así que vienes con alguien más.
Shouto sabe que, entre las muchas cosas que los demonios pueden escuchar que la gente normal no, está el final de frases no acabadas. Es como si, una vez que uno empezara a decir algo, su frase fuese pronunciada completa por algo que va más allá de la voz, sin importar si uno realmente pronunciaba todas las palabras o no.
Es una de las cosas que más tétricas le parecen de los demonios.
—Es otro Exterminador —confiesa y vuelve a levantar la vista—. ¿Eso es un problema para ti?
—Es un problema que nos estuvieran buscando y que crean que asesinamos niños.
Shouto calla. Ahí está. Zadya solo dijo cinco palabras y media, pero Tenya escuchó todo un discurso.
—¿Lo hicieron? —se le ocurre preguntar. Ve al Clovek entornando los ojos.
Como si se cuestionara si Shouto de verdad es tan idiota.
Es probable que lo sea.
—¿Qué cosa es un niño para ti?
—¿Cómo que qué cosa? —la pregunta le toma desprevenido. ¿Cuántas definiciones podían existir de lo que era un infante?—. Los niños son pequeños y no se pueden defender.
—Ante un demonio, la gran mayoría de la gente no se puede defender. ¿Eso significa que todos son medio niños? ¿O que un adulto poco corpulento es un niño porque es pequeño e indefenso?
Shouto se ve forzado a callar otra vez, porque se percata de que su definición ha sido fácilmente mandada a la mierda.
—Bueno... —pausa—. ¿Y qué es un niño para ti?
—Un niño es un inocente —Tenya clava un dedo sobre la madera de la barra—. Un inocente que todavía no distingue la bondad de la maldad y que, por lo tanto, no puede elegir cometer actos buenos o malvados a sabiendas de ello.
Shouto analiza esa idea un momento.
—Si solo eso es un niño —responde por fin—, entonces, muchos dejan de serlo cuando apenas le llegan a un adulto a la cintura. Cuando tienen seis o siete años, ¿no?
—Para un humano.
A Shouto le parece curioso que Tenya no esté haciendo el más mínimo esfuerzo por tratar de ocultar lo que él es. Sabe que Shouto lo sabe y, quizá, le da igual que lo sepa. Zadya viene con las cervezas. Su gran maestría en el arte de servir bebidas le permite traer los tres tarros al mismo tiempo.
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Cuatro contra el mundo [KatsuDeku] [TodoIida]
FanficAU FANTASÍA Los Exterminadores de demonios Katsuki Bakugou y Shouto Todoroki llegan a la desértica ciudad de Haknam en búsqueda de dos asesinos que se dice que se ocultan en ella. Lamentablemente, "exterminarlos" no será tan fácil como lo esperaban...