Medio ciclo menos un día

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Izuku espera con remarcable paciencia a que Bakugou admita lo que tiene que admitir. Ya va siendo hora, porque ha pasado un buen rato desde la última vez que estuvieron en cualquier lugar cercano al sitio al que tenían que regresar. Izuku se dio cuenta, porque, a diferencia de Bakugou, él puede guiarse por su sentido del olfato lo suficiente como para volver a la "posada" sin problema.

Bakugou, en cambio, lleva horas perdido. Es probable que haya sido culpa de Izuku, a decir verdad. Después de que Bakugou se detuviera para hablar con él, ya no pareció muy seguro de en dónde estaba o en dónde era que tenía que doblar. Fuera la que fuera la forma que había estado utilizando para orientarse, Izuku quizá la tiró abajo con su interrupción.

Pero el Ardha Dur no le dice nada. Le causa gracia ver cómo su impaciencia se acrecienta. Si no fuera tan orgulloso, quizá le pediría ayuda, pero Izuku duda que lo haga, al menos no pronto.

Es tras doblar en una esquina más que Bakugou echa un gruñido, se detiene, se queda quieto un momento y termina por mirar a Izuku. Su expresión le indica al Ardha Dur que el Exterminador está preguntándose en qué momento Izuku tendrá la decencia de hacer algún comentario relacionado a su actual predicamento.

En la mente de Bakugou, están perdidos los dos. Quizá se cuestione por qué Izuku no se ha desesperado con las numerosas vueltas inútiles que han dado.

—Oye.

—¿Hm?

Bakugou entorna los ojos. Pareciera desafiarle a hacer o decir algo que fuese a dejarle en ridículo.

—¿Tienes la más jodida idea de dónde mierda estamos? Porque yo no.

Izuku sonríe con simpleza. Luego, gira sobre sus pies y empieza a andar. Bakugou deja salir algo que parece una grosería, pero, sin añadir más, le sigue. Izuku lo sabe porque escucha sus pasos y porque siente su aroma salvaje detrás suyo.

Avanzan por unos cuantos minutos, hasta que llegan a una zona en la que uno de los costados se abre como si fuese una suerte de balcón. Izuku se detiene y mira a Bakugou, queriendo presenciar su reacción.

Ve al Exterminador mirar a su alrededor con confusión. La confusión se torna en enojo y una mirada amenazante cae sobre Izuku.

—¿Qué mierda es este lugar? ¡Ni siquiera pasamos por aquí cuando veníamos!

Izuku deja salir una risita y se aproxima al barandal. Apoya las manos sobre éste y ve lo que hay del otro lado.

Es el corazón de Haknam. Ahí donde a los edificios se les prohibió avanzar y donde, a lo largo de varios pisos, no se construyeron los puentes y escaleras que conforman a las calles de la ciudad. Es un espacio abierto dentro del laberinto. Un sitio para respirar.

Dentro de aquel espacio, se encuentra un edificio que desencaja por completo con el resto de las construcciones de Haknam. Tiene la apariencia de una casa antigua, con el techo triangular y cubierto de tejas decoloradas. Le rodea una suerte de plazuela, con bancas destartaladas y caminos de piedra que bordean zonas rellenas de tierra. Sobre la tierra yacen troncos viejos que se han llenado de hongos fluorescentes. Brillan éstos en azul, verde y violeta. Algunos son tan grandes como una mano.

—Es un templo —explica Izuku—. Pero no está dedicado a ninguna Divinidad en especial. Adentro hay varios altares, uno puede ir, rezar y dejar ofrendas en el que más le apetezca. Incluso hay un altar dedicado a una mujer de Omphalos —Izuku ve al Exterminador de reojo—. La llaman la Salvadora de los Niños.

Bakugou se acerca también al barandal y mira hacia abajo.

—También hay uno para una Ardha Dur —prosigue Izuku y devuelve la vista a la edificación—. ¿Quieres verlo?

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⏰ Última actualización: Apr 14, 2024 ⏰

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Cuatro contra el mundo [KatsuDeku] [TodoIida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora