Todo lo que restó del día, se la pasó pensando en lo que había dicho, en que no había estado bien y que encima en parte se había expuesto él mismo hacia el resto del grupo. No tenía miedo de que le dijeran algo, pero no creía poder soportar que tocaran esa fibra que recién en esos momentos estaba descubriendo que era sensible para él.
Cuando llegó a su casa, su situación no mejoró, menos cuando a mitad de camino lo agarró la lluvia y tuvo que correr para no mojarse entero. Al abrir la puerta, se encontró con platos y vasos en el piso, la mayoría trizados. No tardó en escuchar gritos provenientes de las habitaciones antes de ver a su madre salir de la pieza que compartía con su padre, cargando un bolso entre sus manos y dirigiéndose directo a la puerta.
Su madre ni siquiera lo miró y solo lo esquivó para salir de ahí. Aunque quiso hablar y preguntar qué estaba pasando, los gritos de su padre hicieron eco en todo el living.
—Siempre lo mismo con esta familia del orto —exclamó con molestia. Valentín se arrepintió de haberlo mirado a los ojos, porque ahora sabía lo que se le venía—. Todo es tu culpa, no sos capaz ni siquiera de hacer algo por esta casa, estás todo el día aplastado con mierdas y ni siquiera una buena nota te sacás —empezó a hablar y Valentín tuvo que tomar aire para controlar sus ganas de golpear y romper todo—. Toda mi vida desperdiciando mi tiempo para que ahora seás así, un desagradecido de mierda, inútil y vago.
—Que no te quiera nadie no es mi culpa —soltó sin poder callarse la boca.
Odiaba que le hablara de esa forma. Lo odiaba porque sabía que en gran parte tenía razón. Era su culpa que ni siquiera sus padres lo quisieran, lo insultaran y decidieran abandonarlo sin importarle sus sentimientos. Era su culpa tratar mal a todo el mundo y que después lo terminaran dejando solo.
Era su culpa arruinar cualquier relación que tuviese porque no era capaz de tratar bien a nadie.
No supo si fue su mano o su puño, pero el golpe en el rostro lo tomó totalmente desprevenido, ni siquiera teniendo tiempo para cubrirse y amortiguarlo. Su pómulo y ojo derecho ardieron por el golpe, y Valentín pudo jurar que había sentido algo romperse dentro suyo.
—No me vuelvas a hablar así, pendejo de mierda —lo amenazó y Valentín se dio la vuelta después de haberse tocado la zona afectada—. ¿A dónde vas, Valentín? ¡Vení a acá! —le gritó.
Pero ya era tarde porque el menor ya se había ido de la casa, importándole poco que la lluvia lo empapara y no tener un rumbo fijo a donde estaba yendo, sintiendo que a cada paso que daba, el pecho se le cerraba cada vez más.
Ya era de noche, así que lo primero que atinó a hacer fue buscar un lugar donde refugiarse, optando por quedarse bajo el techo de una parada de colectivo. La lluvia no parecía querer parar y Valentín se sintió conectado de alguna manera con la naturaleza. La lluvia caía como todas esas lágrimas que ni siquiera en esos momentos podía soltar.
Agarró su celular y buscó el chat que tenía con su grupo de amigos, enviando un simple mensaje que decía “No estoy bien y no quiero estar en mi casa, me puedo quedar con alguno de ustedes?”.
No recibió las respuestas que le hubiera gustado.
En cambio, recibió mensajes que decían “Sonaste re gay hermano”, otros como “Estoy con mi novia, no puedo” o solo mensajes demasiados falsos para su gusto, con excusas o chistes por haber dicho cómo se sentía.
Las lágrimas pusieron borrosa su visión y la zona del golpe empezó a pulsar, sintiendo cómo se hinchaba cada vez más. Tuvo que refregar la mano en su ojo no golpeado para poder ver bien y decidió salir de ese chat grupal, sintiendo que su cuerpo le estaba reclamando un respiro para llorar y desahogar todas esas cosas que se había estado aguantando todo ese tiempo.
ESTÁS LEYENDO
chico malo - maxileng
Fanfictiondonde dos amigos que se gustan desde chicos se distancian porque uno de ellos se vuelve "malo".