Tierra no había querido hacer caso en un principio a las recomendaciones de Júpiter. Había fingido que todo estaba bien, le había mentido a sus amigos y al Sol con tal de que no se preocuparan y había ocultado mucha parte de la verdad.
Después de todo, no podía dejar que vieran como una parte de la creación que tanto había protegido, había presumido y había admirado, ahora era la misma que tanto daño le hacía a su superficie. Cómo tampoco podía admitir que el planeta más grande del sistema solar había tenido una parte de la razón cuando había expresado que, al fin y al cabo, la vida sólo sabía traer problemas.
Pero entonces, ¿Por qué también le había traído sus cuotas de felicidad?
Tierra en ese momento no lo sabía. La verdad era que ya no le interesaba saber nada, si después de todo nunca obtendría una respuesta. Porque al parecer todo aquello era un castigo del universo por su anterior soberbia, por su egoísmo y por todas las veces que menospreció a los demás para favorecerse a sí mismo.
Porque aunque al final había cambiado, nada podía cambiar el pasado. Y de cierta forma, él pensó que en realidad se lo merecía.
Se lo había merecido desde mucho antes, por lo que no era de sorprender que ahora estuviera pagando el precio de todo lo que había causado. Sin embargo, ese pensamiento no contribuyó a justificar el dolor, todo lo contrario.
Tierra terminó por retraerse aún más sobre sí mismo. Ya no sentía arder su superficie, el calor abrasador hacía tiempo que había disminuido, pero sabía que el dolor sordo todavía iba a permanecer en su cuerpo por bastante tiempo. Siempre lo había hecho, después de todo. Sin embargo él intentó moverse sólo un poco, forzando el calor de un núcleo que había permanecido inactivo por mucho tiempo. Uno que lentamente aumentó la rotación en su interior.
Él dejó escapar un suspiro mientras lo sentía, a pesar de que las profundas punzadas de dolor que recorrieron su cuerpo aún le hacían sentir como si se asfixiara y como si este se fuera a detener en cualquier momento. Y eso definitivamente no terminó siendo una sensación muy agradable.
Tierra se obligó, hizo el esfuerzo por sí mismo de salir del cascarón de aislamiento y soledad que se había autoimpuesto en esos últimos miles de años. Volvió a dar otro vistazo a su alrededor y soltó un suspiro de alivio cuando notó a su lunita a una distancia segura de él. Bien, al menos por esa parte todo se mantuvo estable.
Aunque en realidad, Luna estaba más lejos de lo que Tierra había podido ver en un principio. Casi al límite de la zona de Ricitos de Oro, se hallaba esperando a los demás planetas que habían querido hablar con él. Y obviamente se sentía nervioso por lo que sea que fueran a decir, sólo esperaba que no fuera otra cosa mala relacionada con su querido planeta.
La espera de Luna no se hizo demasiado larga cuando finalmente pudo ver a la gran silueta de Júpiter que se acercaba en primer lugar. Y no venía solo, junto a él estaban todos los demás planetas del sistema; incluso Neptuno había aparecido junto a él.
ESTÁS LEYENDO
En un lugar llamado Tierra [Solarballs]
FanfictionAquel pequeño planeta verde y azul había pasado por tanto sufrimiento en toda su larga existencia que ya le era difícil no sentirse acostumbrado a ello. Desde las penurias que sufrió su vida hasta la misma sensación desgastante de verlos desaparecer...