Prólogo. Una parte de su Vida

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Tierra sufrió

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Tierra sufrió.

Sufrió como nunca antes lo había hecho, mientras veía impotente como los restos calcinados de su superficie, antaño tan hermosa, verde y esplendorosa, ahora sólo mostraban los inmóviles cadáveres de cientos de miles de sus pequeños seres. Perturbados sólo por el fuerte viento tan extraño que había comenzado a sentir en su interior.

Aquello sólo era el resultado de la devastación que había acontecido hacía tan poco tiempo en su superficie. No fue provocada por una serie de eventos interconectados entre sí, como había ocurrido en la mayoría de las grandes extinciones que su vida tuvo que sufrir. No.

Él nunca pudo imaginárselo, sin embargo, de cierta forma ya se lo esperaba. Pero definitivamente aún no quería aceptar el hecho de que habían sido ellos los causantes de tal destrucción.

—Tierra...

El sonido de la voz de su luna resonó como un eco en el vacío del espacio. Pero él simplemente no pareció escucharlo.

—Gea... susurró una vez más su satélite compañero, mientras buscaba brindarle un necesario apoyo que pudiera aliviar al menos un poco el sufrimiento de su planeta—. Gea, mírame...

Pero aun así, la aflicción y el dolor que se dejaban oír en su tono no sirvieron de nada para sacarlo del estado en el que se hallaba.

Tierra no le hizo caso.

Y Luna sólo pudo suspirar y esperar a que decidiera aceptar su apoyo. Porque a pesar de todo se quedaría a su lado, siempre se había quedado a su lado incluso en los momentos en que su creación parecía desvanecerse en un ciclo eterno de vida y muerte.

Luna siempre estuvo, incluso desde del principio de la formación de ambos. Y siempre lo estaría hasta el fin de los tiempos.

Sin embargo, Tierra siguió solo en su agonía. No quería escuchar a nadie, ni siquiera a su luna, que en ese momento se hallaba un poco más alejado de él. Tembló con violencia debido al asfixiante dolor que había penetrado profundamente en su corteza, debido a los gritos desgarradores que su vida había proferido, mientras que él sólo podía observar.

Observar como un mísero espectador que no podía hacer absolutamente nada. Aun si en lo profundo de su núcleo lo deseaba con todas sus fuerzas. Lo que fuese, una mínima cosa para aliviar un poco el sufrimiento de sus pequeños.

Pero no había nada.

Tierra se sentía impotente, vacío. Un planeta inútil que nunca había sabido correctamente cómo protegerlos.

Se sentía morir.

Y la verdad era que, en el fondo, él deseaba hacerlo.

Pero a pesar de todo no pudo evitar preguntarse: ¿Cómo habían llegado a esto?

La verdad era que no le interesaba encontrar la respuesta en ese momento.

Sin embargo hubo algo, un pequeño detalle... ¿Quizás un pequeño destello? Que había llamado su atención poco tiempo después. Trató de recordar que era, pero aquello simplemente se le escapaba como los resquicios del viento solar entre sus dedos.

Fue luego, mucho tiempo después, cuando entonces llegó la comprensión.

Tierra lo había visto antes de que las explosiones estallaran en su superficie y arrasaran con todo a su paso.

Un pequeño grupo. Tal vez sólo había sido una diminuta nave en la cual sus tripulantes dormían apaciblemente, ajenos a todo el caos que se había desatado.

Tierra abrió aún más los ojos al darse cuenta de que una pequeña parte de ellos habían logrado escapar con vida.

Y a pesar de todo, a pesar de que su superficie había sido contaminada, quemada, desechada y maltratada. A pesar de que miles de sus preciadas especies habían desaparecido para siempre. A pesar de todo eso, Tierra no pudo evitar sentirse feliz.

Porque una pequeña parte de la humanidad, una pequeña parte de él, había logrado escapar a tiempo del fuego abrasador y resguardarse en la inmensidad del espacio exterior.

Pero también se sentía triste, demasiado triste para que ese sentimiento, tan fugaz como un cometa, se impusiera dentro de él.

Se había dado cuenta de que en una extraña analogía de su propia creación, era tal como si contemplase al hijo que lentamente se marchaba de casa, pero que a pesar de todo el daño que este le había hecho, aún así lo seguía queriendo.

Tierra cerró los ojos mientras volvía a abrazarse a sí mismo en su dolor. Estando solo, solo con sus lágrimas.
Porque así era como se sentiría a partir de ese instante.

Porque ahora, en un diminuto rincón del vasto espacio, en un lugar que en sus tiempos fue algo maravilloso; en ese lugar, un pequeño planeta había sido condenado al olvido.

Él abrió los ojos una vez más y volvió a mirar, en dirección a la inmensidad del cosmos. Tal vez buscando algo que en ese momento ya se hallaba muy lejos de ahí. Y entonces se dio cuenta.

Tierra estaba seguro de una cosa.

Los humanos habían abandonado su hogar, para nunca más volver.

Y él sólo pudo llorar por eso.

Y él sólo pudo llorar por eso

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«Diosito que estoy haciendo con mi vida, help»

Sorry, no me pude resistir.

Este es un pequeño proyecto que tenía en mi cabeza. Será algo así como un experimento y va a ser un fanfic corto, un tanto lento en sus actualizaciones por razones obvias. Espero que sea de su agrado :D

En fin, si te gustan los planetas parlantes y de paso sufrir conmigo entonces este fic es para ti.

En un lugar llamado Tierra [Solarballs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora