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A este punto, Sungchan ya estaba harto de toda esta situación. Llevaba una semana tratando de hablar con Shotaro, pero este siempre encontraba una manera de evitarlo, y si no era eso, alguien se interponía en sus planes.

Jisung, Minjeong y sus amigas, los del equipo de básquetbol como Eunseok o Sohee, algún maestro... así era siempre, nunca estaba solo. Pero eso iba a terminar ya.

Ese día tendrían clase de deportes, eso significaba que irían al patio a correr y hacer algunos ejercicios por lo que primero se cambiarían sus uniformes a ropa deportiva. Sungchan fue de los primeros en salir pero la voz de su profesor lo detuvo.

—¡Sungchan!—lo llamó. Sungchan se giró molesto, era obvio que estaba de mal humor—¿Puedes ir a los vestidores por los balones para jugar? Es que los chicos del grupo 2A los guardaron ahí.

—¿Y por qué tengo que ir yo?—preguntó molesto. Sungchan era el único que se atrevía a contestarle a sus profesores, de igual manera no le iban a hacer nada.

—Solo hazme ese favor—Sungchan giró sus ojos fastidiado y se dirigió hacia los vestidores. «Maldito, maestro» pensó. Si por él fuera, en ese instante hacía que lo corrieran del instituto, ¡es más! Que nunca lo volvieran a contratar en ningún lado, ¿acaso no sabía quién era? ¡Es Jung Sungchan! Podía comprar la escuela si se le antojaba.

Azotó la puerta cuando entró, pero todo su coraje se esfumó cuando vio al único chico dentro de los vestidores: Shotaro. Aún se estaba cambiando, de hecho alcanzó a ver un poco de su blanca piel, las mejillas de Sungchan se sonrojaron. ¡Esta era la oportunidad que tanto había estado esperando!

El ambiente se sentía pesado, ninguno de los dos quería hacer algún movimiento, era como si el depredador hubiese atrapado a su presa. Shotaro estuvo tratando de evitarlo, pero esta vez fue tomado por sorpresa. Por suerte ya había terminado de vestirse, por lo que cerró el casillero y comenzó a caminar hacia la salida "tranquilamente". Pero de un movimiento brusco, Sungchan lo tomó del brazo y lo llevó hacia el área de las regaderas encerrándose en un cubículo.

—¡Sungchan, suéltame!—se quejó mientras trataba de zafarse. Ahora que estaba más cerca de él, Sungchan pudo admirar los cambios de Shotaro. La pubertad lo había tratado de lo mejor, ya que era un joven sumamente bello y alto, aunque no más que él. «Sungchan» ¡Já! Ese problema del habla se había ido por completo, pero si era honesto, era un detalle que se le hacía demasiado tierno ahora.

—¡Qué raro! Hasta donde recuerdo tú siempre querías estar cerca de mí—dijo mientras acercaba su rostro al de Shotaro—. "Dungchan, ven aquí", "Dungchan, no te vayas"—arremedó Sungchan en un tono chillón para después sonreírle, provocando que Shotaro frunciera más el ceño y que su labio comenzara a temblar del enojo. Verlo así para Sungchan era... majestuoso.

—¿Te estás burlando de mí?—preguntó molesto por fin liberándose. Sungchan comenzó a caminar hacia él, por lo que por inercia lo hizo retroceder hasta que su espalda chocó contra una de las llaves de la regadera. Sungchan colocó sus brazos a los costados de Shotaro, encerrándolo por completo.

—¿Por qué me evitas?—el tono de Sungchan era serio, al igual que su mirada. Shotaro sintió raro en su estómago.

No lo iba a negar, Sungchan ser había vuelto más guapo. Cuando eran niños no le llamaba la atención eso, aunque bueno, incluso en aquellas épocas aceptaba el hecho de que era muy bonito pero ahora era diferente, ya no lo veía con esa inocencia.

—Yo no te estoy evitando—respondió desviando la mirada pero Sungchan tomó su rostro y lo obligó a verlo. En ese momento se escuchó como alguien entraba a los vestidores, Shotaro y Sungchan guardaron de inmediato silencio.

—¡Sungchan! ¿Por qué tardas tanto?—era la voz de su profesor quien había ido a buscarlo—Ay con este muchacho, siempre se sale con la suya—se quejó el profesor mientras tomaba los balones y se retiraba del lugar.

Shotaro empujó a Sungchan saliendo del cubículo donde estaban encerrados y comenzó a caminar hacia la salida que daba al patio, hasta que la mano de Sungchan lo hizo detenerse de nuevo.

—Quiero hablar contigo—Shotaro se zafó de su agarre con fuerza.

—Pues yo no tengo nada de que hablar.

—¡Claro que sí! No nos hemos visto en años, ¿acaso crees que te he olvidado?—aquellas palabras tomaron desprevenido a Shotaro, ¿lo había extrañado?—Quiero saber que ha sido de ti, estuve tratando de contactarte pero nunca supe si en realidad eras tú. Siempre me preguntaba si algún día volvería a verte, y si llegaría a reconocerte, tenerte aquí frente a mí es como un sueño, uno que todas las noches pasaba por mi mente—Sungchan se acercó a Shotaro pero este no se movió en lo absoluto, tomó sus mejillas delicadamente como si fuese la cosa más preciada de Sungchan—. Por favor, no me evites.

Ambos chicos tenían sus miradas conectadas y sus respiraciones sincronizadas, Sungchan se sentía en el cielo, ¡por fin estaba con Shotaro! Había esperado tanto por ese momento. Bajó su mirada hacia los labios de Shotaro, tan perfectos y deseables. La desvió hacia sus mejillas, las cuales estaban ligeramente sonrojadas, sabía que estaba sintiendo lo mismo que él. Trató de besarlo pero Shotaro giró su rostro hacia un costado, por lo que Sungchan cerró sus ojos derrotado. Al final, Shotaro salió corriendo del lugar dejando a Sungchan ahí de pie sonriendo como nunca, ¡casi se besaban!

—Voy a pelear por ti, Shotaro—se dijo a sí mismo—. Quieras o no...

LIMÓN & SALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora