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Todos los días Shotaro siempre era recibido con algo en su mesa de trabajo, desde dulces o postres hasta café y bubble tea. La verdad era que a Shotaro le daba un poco de pena que Sungchan gastara su dinero en él, sentía que no lo valía aunque admitía que se veía el esfuerzo por hacerse cercanos nuevamente. Tal vez ya era momento de que hablaran frente a frente.

Después de su clase de inglés, el timbre sonó anunciando el inicio del descanso. En la puerta de su salón ya lo esperaban Eunseok y Wonbin, dos chicos del equipo de basquetbol que se habían hecho sus amigos, y bueno, aparte de ellos Shotaro tenía otros amigos, a pesar de actuar tímido él no lo era, su vida social era buena.

—Sungchan—lo detuvo justo antes de que saliera—, ¿podemos hablar?—Sungchan abrió sus ojos sorprendido, nunca pensó que ese momento llegaría al fin por lo que asintió de inmediato—Bueno, solo dame un segundo ¿de acuerdo?

Shotaro corrió hacia donde estaban sus amigos y les avisó sobre que se quedaría con Sungchan. Los dos chicos lo miraron confundidos ya que Sungchan no era un tipo muy social, por el contrario, evitaba a todos y trataba de alejarlos de él hasta el punto de humillarlos, pero eso a la gente no solía importarle ya que seguían ahí pegados a él. Shotaro no les quiso explicar mucho al respecto, y ellos comprendieron la situación aunque tenían demasiada curiosidad.

Una vez que se despidieron, Shotaro se acercó de nuevo a Sungchan quien veía a sus amigos alejarse con una cara totalmente seria pero que al mirarlo cambiaba por completo, hasta el punto donde Shotaro podía asegurar que sus ojos brillaban por su presencia.

—¿De qué querías hablar?—preguntó Sungchan viendo que Shotaro estaba en silencio, sabía que le era difícil comenzar la conversación.

—Oh, cierto. Quería decirte que no es necesario que me estes comprando este tipo de cosas—dijo señalando su vaso con café espresso.

—¿Por qué? ¿No te gusta el sabor?—el rostro de Sungchan se veía preocupado, él había tratado de buscar el mejor café para poder dárselo ya que Shotaro se merecía lo mejor.

—¡No!—negó rápidamente—No es eso. Es solo que no quiero que mal gastes tu dinero en mí—Sungchan soltó una risa al escuchar a Shotaro, haciendo que este frunciera el ceño.

—Shotaro—dijo mientras tomaba una de sus manos—, he pesando en comprarte hasta un diamante pero me he controlado—Shotaro se sorprendió, ¿¡cómo que un diamante!?—. ¡Ja! Sabía que reaccionarías así, por eso no lo he hecho—un silencio entre ambos se hizo presente pero que Sungchan interrumpió—. No te muevas, te voy a dar algo que he estado guardando por un tiempo. Pero necesito que cierres los ojos.

—Pero...

—Es una orden, por favor—Shotaro no sabía si era por el rostro serio de Sungchan o porque simplemente no podía decirle que no pero fue obediente ante su petición y cerró sus ojos. Escuchó los pasos de Sungchan alejarse, después el zíper de su mochila siendo abierto y cerrado y por último, de nuevo sus pasos anunciando su regreso. Tomó sus manos y en ellas fue colocado un peluche, lo sabía por lo suave y esponjoso que se sentía—. Ábrelos—ordenó otra vez, y al abrirlos, sintió cómo su corazón se aceleraba de inmediato.

Era su peluche de Corocorokuririn, el mismo que le habían regalado en su cumpleaños número seis y el cuál había dado por perdido cuando la madre de Sungchan lo corrió de su casa, ¿acaso lo estuvo cuidando todo este tiempo? Las manos de Sungchan tomaron su rostro obligándolo a verlo.

—Quiero disculparme contigo, Shotaro. Sé que es muy tarde para hacerlo, pero créeme que si hubiera podido te hubiese defendido ese día—suspiró—pero el hubiera no existe y ahora ya no se puede arreglar la situación. Lamento no despedirme de ti y el haber desaparecido así de tu vida, la razón del por qué fue que de inmediato ella me dio de baja del jardín de niños además de que me prohibió volver a verte. Una vez mi padre me llevó a donde vivías a buscarte, pero al parecer te habías mudado porque quien abrió la puerta fue alguien a quien no conocíamos. Traté de buscarte en Instagram pero las cuentas que me aparecían estaban en privado, y en otras simplemente no eras tú. Te juro que durante todo este tiempo no dejé de pensar en tí, no entiendo por qué si eramos solo unos niños pero marcaste mi vida en tan poco tiempo que cuando me separaron de ti sentí que mi vida se había ido contigo. Por favor, Shotaro—le rogó mientras juntaba sus frentes suavemente—, dame el privilegio de estar de nuevo a tu lado.

Shotaro no podía creer lo que estaba pasando, al parecer ambos se habían extrañado mutuamente. No sabía que hacer, por muchos años trató de olvidar a Sungchan y seguir adelante con su vida, y creyó haberlo logrado, pero tenerlo ahí frente suyo diciéndole todo eso... lo había tomado desprevenido. Sentía tantas ganas de abrazarlo, y así lo hizo.

Un abrazo cálido en el cual transmitía los sentimientos que no podía expresar por palabras.

LIMÓN & SALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora