Capítulo 25

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Creando Historias

Eran casi las 8 de la noche cuando desperté en mi habitación en casa de mis padres. Habíamos llegado bastante cansados del viaje y lo único que quería era recostarme, por lo que apenas entramos fuí a dormir sin saludar o avisar sobre mi llegada.

Cuando me sentía un poco más animado me levanté de la cama y bajé las escaleras, caminé a la cocina para comer algo pero me detuve en la entrada cuando reconocí las voces que platicaban al otro lado. Traté de hacer el menor ruido pero fue en vano ya me habían escuchado.

- ¿Franck cariño? - salí de mi escondite fingiendo una sonrisa.

- Hola Mamá - le di un abrazo y un beso en la mejilla, ella me lo devolvió gustosa. Me miró en silencio por unos segundos y después señaló a la chica sentada delante de ella.

- ¡Franck! - trato de levantarse demasiado rápido provocando que se tropezará, la torpeza de sus movimientos me recordó que hace mucho no la veía, haciéndome sonreír levemente.

- Pamela - su nombre fue lo único que salió de mi boca en aquel momento. El silencio se mantuvo mientras observaba como se retorcía las manos, un movimiento que solo hacía cuando estaba nerviosa, ella no dejaba de mirarme como si temiera que me fuera y la dejará sola, lo que no sabía era que ya no era la misma persona que solía huir de las situaciones incómodas.

- Los dejaré solos para que puedan hablar - la voz de mi madre me centro de nuevo y la miré agradeciendo mientras salía por la puerta de la cocina.

- Tú madre me contó que estabas fuera y que no sabía nada de ti desde hace días, me llamó para saber si podría convencerte de llamarla - hizo una larga pausa dudando si decirme lo demás o si quedarse callada. - ¿no le dijiste sobre nosotros? -

- ¿Nosotros? - repetí como tonto mientras evitaba mirarla.

- Me refiero a la verdad, la razón por la que no hemos hablado - no quería verla porque me sentía avergonzado y ni siquiera sabía porque. Se acercó unos pocos centímetros sin invadir mi espacio personal y tomó mis manos entre las suyas para continuar hablando. - Me temo que te debo una disculpa por portarme tan infantil desde que me dijiste la verdad, comprendo que estes molesto pero te pido que me mires a los ojos -

- No estoy molesto, necesitabas tiempo para asimilar todo esto, entiendo - ignorando mis deseos de no voltear lo hice.

- Lo siento por no haberme dado cuenta de tú dolor - bajo la vista a nuestras manos y solté todo el aire de mis pulmones.

- Pamela o Morita - dije sin pensarlo demasiado, al oír su nombre levantó la vista y espero a que siguiera. - Durante mucho tiempo viví con la idea de que el mundo estaba siendo muy injusto conmigo y estaba molesto con él porque me había arrebatado dos cosas que amaba, por un lado a mi hermano el ser humano más sabio y de un corazón enorme que haya conocido y por el otro al que creí, bueno ahora estoy seguro que fue el amor de mi vida. Tuvieron que pasar tantas cosas para darme cuenta que este no es el final de mi mundo, estos días sin hablarnos - había perdido la cuenta en algún momento - me ayudaron a soltar mi pasado para dejarte vivir tu futuro y dejarme amar el mío - tomé una pequeña pausa y suspiré. - ¿seguiremos siendo amigos? -

Ella soltó mis manos dando unos cuantos pasos hacía atras, marcada la distancia se cubrió el rostro con sus brazos y se quedó delante de mi llorando, no sabía que hacer por lo que también me quede en mi lugar.

- Pam... - intente abrazarla pero antes de hacerlo dejó de cubrirse los ojos y se abalanzo sobre mí con una sonrisa.

- ¡Claro! - gritó entusiasmada mientras se limpiaba las lágrimas. - Jamás volveremos a distanciarnos, recuerda que hicimos una promesa - la mire y le devolví el abrazo entre risas.

- No pienso romperla - le dije separándonos. La tensión y el nerviosismo que había sentido al comienzo pronto se disiparon.

Nos sentamos ocupando los lugares que ella y mi madre habían utilizado hace rato para platicar, hablamos sobre los acontecimientos desde que nos conocimos hasta ahora y charlamos sobre su vida.

- Esta muy molesta todavía, pero no lo entiendo - me contó que Helena seguía enfadada con ella por la carta que le había mostrado - Mi padre siempre nos educó para perseguir nuestros sueños y ella ni siquiera es mi madre - arrugó la nariz como hacía siempre que se molestaba, hasta ahora me había dado cuenta de lo increíble que realmente era.

- Justo por eso esta molesta - le comenté mientras revolvía el azúcar en mi café.

- ¿Qué? -

- Ella no es tu madre y esta consciente de eso, pero le duele que después de cuidarte y amarte por tantos años no la consideres tan importante como para tomar estás decisiones - seque con una servilleta la cuchara que use y la dejé en la mesa volviendo a la conversación.

- Yo...no creo que sea por eso - desvió la mirada demostrando que era verdad y ella lo sabía. Me reí sin contenerme logrando que se molestará y me aventara un sobre de té a la cara.

- Se que lo sabes - me agaché para recoger la bolsita y al levantarme ya estaba llorando sin control. - Mierda - rodeé la mesa para tranquilizarla un poco.

- Extrañaba lo directo que eres - sonreía dándole un cálido abrazo.

Nos quedamos entre la oscuridad y el frío abrazador de la noche, por fin había dejado el peso de nuestro “Antes” para tener un “Después” y eso me tranquilizaba.

La lleve de vuelta a casa para que se sintiera segura y al volver me encontré con mi madre esperando mi llegada sentada en la sala de la gran casa en la que vivíamos, sola y con nostalgia veía en dirección a los retratos que había en el mueble de la tele como decoración, me acerque dejandome caer a su lado exhausto.

- Es impresionante como han crecido - dijo tomando un sorbo de chocolate caliente.

- Un poco - dije distraído.

- No es tú culpa Franck - me miró devastada y con algo de culpa en sus ojos.

- ¿Qué? - hasta ahora solo me cubría la cara con las manos, pero con esa frase logró captar toda mi atención.

- No fuimos los padres que tú y tus hermanos necesitaban, no fue tú culpa la muerte de Nick y mucho menos el maltrato de tu padre ni el mío - me senté mejor en el sillón para asimilar las palabras. Algo que el viaje me había ayudado a dejar también, era la culpa y el odio que llegué a sentir por mis padres, lo cierto era que son humanos y sus errores los habían llevado hasta aquí, podía entenderlo ahora pero aún me lastimaba.

- No voy a olvidarlo, pero te perdono, no para que tú te sientas bien con eso - le respondí calmado y con seguridad. - Lo hago por mí -

- Lo sé - nos quedamos en silencio por un largo lapso de tiempo, pero el silencio no fue incómodo al contrario se sentía tranquilo y cálido. - ¿Puedo abrazarte? -

- Por supuesto -

Ahí a mitad de una plática a media noche abrace por primera vez a mi madre considerándola parte de mi vida.

El Amor En Forma De ArteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora