Capítulo 11. "Premio o Castigo"

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No sabía sí arrepentirse de haber aceptado o estar agradecida de recibir ayuda, la segunda opción parecía favorable a simple vista. ¿Quién no quería tener un novio que la ayude en sus estudios? Era el sueño de toda chica que tu pareja te apoye en tus actividades además que se tomé enserio algo tan aburrido como lo era estudiar, es algo insólito. Esa clase de propuesta estaba fuera de la mente de sus compañeros, ya que preferían juntarse a pasar el rato en lugar de dedicarse a lo académico, se podía decir que Rafayel era una excepción a la regla. Lo que lo convertía en un material de novio perfecto. Si, su abuela supiera de esto le diría que no dejé ir a un chico como él porque que de esos ya no se encuentran.

Suspirando por segunda vez se obligó a sí misma a leer aquél condenado libro. No podía pasar de las cinco primeras páginas, en verdad era absurdo saber al cien por ciento toda la historia del arte desde su aparición hasta su consolidación cómo disciplina y finalmente cómo evolucionó en la modernidad. Si, entendía porque era importante aprenderlo en su carta curricular. Pero hacerlo de está manera ya era demasiado, ellos solo necesitaban saber lo básico para emplearlo como conocimiento técnico no para que a partir de ello puedan recrear obras de arte basado en las características de cada etapa.

Ese profesor estaba exagerando con los requisitos que pedía para la aprobación del trabajo, sus sentimientos personales lo estaban cegando haciendo que su ira fuese dirigida a ellos en lugar de su esposa y el amante de está. ¿Qué culpa tenían ellos de qué aquél joven profesor de pasantía pertenezca a su edificio? Absolutamente ninguna. Si, él señor Wang veía a los talentos jóvenes como una molestía era asunto suyo, no debía trasladarlo al ámbito de trabajo.

_Deja de pensar en otras cosas y concéntrate_dijo su novio golpeando suavemente su cabeza con unos papeles que sostenía en su mano_Tienes que terminar al menos dos libros hoy para que puedas saber lo básico.

_No quiero, es aburrido_solte un bostezo mientras restregaba mis ojos con los puños.

_No es momento de holgazanear aún es medio día_dijo Rafayel negando con la cabeza su comportamiento infantil_Solo los bebés tienen sueño a esta hora.

Fruncí el ceño en desacuerdo. ¿Qué tiene si actuó como uno? Al menos los bebés sabían vivir la vida al máximo sin preocuparse por personajes históricos que ya habían muerto.

_Entonces soy una bebé porque no quiero leer esto_gemi apoyando mí cabeza sobre la mesa mientras cerraba los párpados.

Una suave risa lleno el salón de la biblioteca, el silencio hacia que se escuchase claramente desde aquí cualquier ruido.

_Ya que eres una bebé entonces debería cuidarte, ¿verdad?_su voz había adquirido un tono juguetón en ella.

_Si, los bebés requerimos de mucha atención_respondi intentando acomodarme mejor, la superficie plana de la mesa me hacía doler levemente el cuello por la posición incómoda en la que estaba.

En medio de su ensoñación oyó un par de pasos que se acercaban hacia ella luego se detuvieron abruptamente. Uno brazo la rodeó debajo de sus axilas y otro detrás de sus rodillas levantándola de la silla donde se encontraba recostada. Ella abrió sus ojos ante la sopresa encontrándose con el rostro sonriente de Rafayel.

Sin poder creer lo que acababa de hacer comenzó a patalear en sus brazos mientras sus puños golpeaban su pecho para que la soltara. Él por su parte solo la observaba divertido sin intenciones de dejarla ir.

_¡Sueltame!_chillo mientras sus puños seguían atacando aquélla pared de músculos que tenía en frente.

_No puedo hacer eso, ya que mí linda novia se convirtió en una bebé. Debo cuidar de ella_dijo aquello contenido la sonrisa que tiraba de sus labios.

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