ONYX: Eres solamente "Mía" -MLB

CAPITULO 11

Nadie puede predecir lo que te está guardado el destino. Como yo, nunca pensé que caería en una situación en la que no podría encontrar una manera de escapar. Estoy atrapada entre mi pasado y mi futuro. Gire la cabeza para mirar el paisaje. Ahora mismo estamos regresando a casa. Me inquieta pensar en mi familia. Mi repentina desaparición podría haberles asustado. Y ahora volviendo allí mi mayor problema es el HOMBRE sentado a mi lado y conduciendo.

No pude evitar que me acompañara. Primero no sé dónde estoy y segundo este hombre no está de acuerdo en dejarme sola. Cuando él me condujo fuera de la mansión mi mandíbula casi cayó cuando miré hacia atrás. La enorme mansión parecía tan hermosa. No creería que existiera si no lo hubiera presenciado personalmente. Mi mente estaba alucinada con los cambios tan repentinos y no podía controlarme para pensar correctamente.

De repente sentí que algo me rozaba la mejilla. Volví la cabeza hacia el hombre sentado a mi lado, pero él seguía concentrado en la carretera. O debería decir, sólo sus ojos porque su mano está sobre mí.

—¿En qué piensas tanto? —me pregunta mientras me acaricia la mejilla. Me hormiguea la piel cada vez que sus dedos la tocan. Suspiré y me tranquilicé. No debería sentir algo así por mi secuestrador. Sacudí mentalmente la cabeza. Antes de que pudiera seguir pensando, grité. Le oí reír entre dientes. Su mano aferró mi muslo con fuerza y ​​lo miró horrorizada.

—¿Qué estás haciendo? —Le pregunté.

—Cuando te pregunto algo debes responder. —su voz dura cayó en mi corazón. Los latidos de mi corazón se aceleraron mientras miraban hacia abajo, donde descansaba su mano. Maldita sea, el vestido que llevo tampoco ayuda.

—Yo... estaba pensando en mi familia. —respondí.

—Estás a punto de reunirte con ellos. —dijo. Suspiré.

—¿Puedes quitar la mano, por favor?

—No.

—No quiero tener ningún tipo de accidente antes de reunirme con mi familia. —apreté los dientes. Me miró ligeramente antes de volver a centrar sus ojos en la carretera

—Cariño, no vas a morir tan rápido. No te preocupes.

—No me llames así. —Siseé cuando su agarre en mi muslo se hizo más fuerte.

—Puedo llamarte como quiera preciosa, no eres tú quien debe decidirlo. —Su tono se volvió más duro.

Me frotó la piel con el pulgar y volví a sentir un hormigueo. Me mordí los labios y le miré. Su cuerpo bien construido había superado la perfección que aquella americana que llevaba no podía ocultar. Su pelo negro era un poco más largo de lo habitual, fluyendo con el viento. Estaba tan guapo que no pude evitar sentir algo en mi interior.

Gire la cabeza hacia el otro lado. Es tóxico. Si le miro fijamente durante más tiempo, moriré más pronto que tarde. Quiero desviar mi atención, pero su mano tocando mi muslo no me ayuda. Quiero quitarle la mano, pero veo la mirada que me lanza cada vez que lo intento. Resoplo molesta y centro la vista en la carretera.

No sé cómo ha conseguido la ubicación de mi manada. Porque ni siquiera me ha preguntado dónde vivo. Esto me ha confundido. ¿Sabes cuál es mi manada? Pero en estos dos últimos años nunca he tenido ningún tipo de interacción con él ni le he visto nunca. ¿Entonces cómo? ¿Cómo es posible que me conozca? Mientras pensaba ni me enteré cuando el coche paró

—Estamos aquí, cariño —Su voz me devolvió a la realidad. Me giré para mirarle con asombro.

—¿Hemos llegado? —Sonrió satisfecho e hizo un gesto con los ojos detrás de mí.