Sobre cómo Mar se muere por un beso.

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- Está re linda la tarde.- dijo Mar entrelazando sus dedos con los de Lionel.

Pero él seguía en silencio, mirando el contraste de sus zapatillas negras con el césped verde y húmedo. Mar entendió que algo no iba bien, y solamente siguió caminando a su lado.

- Che, en serio. Me siento re mal.- dijo el DT de repente.- Podríamos estar andando en bici en las sierras o paseando por Córdoba. ¿Seguro que te querés quedar?

- Lio, ya no pienses más.- dijo ella deteniéndose.- Nos quedamos un rato más y después nos vamos con la excusa de que tenemos que ir a visitar a tu amigo Lito o que mi viejo nos espera para merendar, cosa que sea más creíble lo nuestro.

Lionel volvió a retirarle la mirada.

- ¿Pasó algo?- le preguntó, extrañada por su actitud.

- Bueno... Cuando me agarraron ahí para fotos y comentarios de la Copa, me dijeron que seguro era un verso todo esto y que querías hacerles ver que estabas viviendo la buena vida. Que nos conocíamos de pura casualidad.- explicó Lionel.- Cómo podía ser que yo me fijara en alguien como vos fue la pregunta que me hizo más de uno… La verdad que no entiendo.

Mar sintió un dolor agudo en el pecho. Hasta ella misma se hacía la pregunta: ¿podría alguien como él fijarse en ella? Con su mano libre comenzó a enredar entre sus dedos los flecos de su pashmina y exhaló. Lionel no fue indiferente al cambio en su semblante, pero Mar no se percató de ello.

- No se creen que vos y yo estemos juntos, y me dijeron que es obvio que estamos fingiendo.- siguió Lionel.- Me felicitaron por lo buenos actores que somos.

- Después de todo, es verdad ¿no?- dijo ella con algo de temor, al cabo de un instante.

No soportaría escuchar que era hora de parar con toda esa pantomima ridícula, con esa comedia romántica de bajo presupuesto que se inventaron para tomarles el pelo a un grupo de personas que solo querían material para hablar. No quería acordar con él el final de la teatralización porque se sentía bien estar entre sus brazos, por más que fuera todo una ficción. Quería disfrutar un ratito más de sus atenciones, de su dulzura, de su calor.

- Si, es verdad.- afirmó Lionel.- Pero es mi culpa. Yo te arrastré a esto.

Mar levantó la vista hacia él, y se encontró con su rostro entristecido por el arrepentimiento de hacerla pasar por situaciones incómodas. Pero reconoció que también era su culpa, porque accedió y juntos orquestaron una jugada que se les estaba yendo de las manos. No sabía que ocurría con él, si realmente había un sincero interés en ella o solamente quería divertirse, pero sí tenía claro que había accedido porque quería vivir un romance de cuentos con el hombre de sus sueños aunque fuera por unas horas, y mostrarlo al mundo.

- Lio, está todo bien.- dijo ella, aunque sentía cómo se le quemaba el pecho.

Quería expresarle que no tenía que sentirse culpable porque le había dado el mejor viaje en ruta de su vida, tomando termos infinitos y cantando éxitos tropicales de los noventa y dos mil, que sus flores fueron las primeras que recibió desde que terminó la facultad, con el aditivo que vinieron de él y no de su papá, que caminar de su mano había sido una experiencia de otro mundo y que le gustaría poder hacerlo por más tiempo, y que se había enamorado de él en el momento en que lo bajó del pedestal en que lo había puesto por ser un campeón del mundo fachero y conoció más al Lionel de pueblo, divertido, sensible y empático que era fuera de las cámaras.

Pero Mar prefirió callar lo que sentía, porque eso arruinaría el momento. Solo quería que él se sintiera mejor.

- ¿Vos te das cuenta cómo nos miran?- preguntó.- Parecen las viejas chusmas de los domingos que salen a barrer la vereda después de ir a misa y le sacan el cuero a la gente de la cuadra… Pero después te saludan como si te amaran de toda la vida.

Bodeguita de Mar (Lionel Scaloni)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora