Carta nº2

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Para mi amor más preciado

Que buenos recuerdos guardaré de los últimos años, incluso si no han sido los mejores. Te escribo cariño, porque a partir de ahora no sé cuando podrás saber de mí. Hubo muchos acontecimientos, demasiados, y casi no he tenido tiempo para escribirte. Gracias a dios parece que vamos a tomarnos un descanso ahora. El escuadrón entero necesita reponer fuerzas, a mí y a otros tantos les quedan unas cuantas, no las suficientes para seguir marchando. El sargento Jean le ha comunicado hoy al nuevo capitán que entre los franceses quedamos muchos españoles. Ha puesto una cara graciosa, se le ve muy local y a sido objeto de burla entre nosotros. Nos mantenemos callados, les decimos a los superiores que nadie aquí se ríe del francés, más bien de las cuchufletas que suelta Fernando. Las raciones son las de esperar, de invierno. Dentro de unos días comienza la primavera y los pastos de toda Europa estarán listos para ser recogidos. Es en esa ocasión que mejor comemos, espero que todo termine antes del siguiente invierno... Tengo que confesarle algo, mi amor más eterno, que tengo miedo. Tengo un miedo terrible de no volver contigo, con mis hijos, con la ciudad. Me causa un temor, un nudo en el estómago que nadie podría desatarlo. La confianza de mis compañeros trae una luz a toda esta oscuridad. ¡A la muerte! Bueno, pues si nadie de estos tiene nada que perder no me extraña, pero yo... tengo mucho que perder.

El lugar donde nos hospedamos en teoría tendrían que ser cuarteles. Pero somos tantos que sobrepasamos la capacidad. Los soldados duermen en los bancos del comedor, en los establos, con los animales, duermen si es necesario en los sótanos y en todo lugar donde quede un techo. Es invierno, nadie va adormilar a la intemperie, sería pura locura. Me asignaron un lugar en el comedor, junto a mí dormimos unos cuantos hombres más, no hay nada para calentarnos, la leña está completamente racionada y no quedan muchos animales. El frío es nuestro mayor enemigo ahora mismo, ni los alemanes, ni los Rusos, ni los ingleses y tampoco los cosacos. Estos días hemos visto un evento bizarro, en las fronteras del este a Francia debe haber habido una hambruna, pues muchos campesinos se ven caminando las largas carreteras embarradas, sin más que sus harapos para cubrirles. Llevan consigo a todos los animales que no han sacrificado aún. Si uno se fija atentamente se ven sus cuerpos esqueléticos sobresalir de los trapos. Mujeres sin niños caminan junto a las mulas. En una ocasión pudimos ver como una mujer con su bebe hubo de ir pidiendo a todas las mujeres que quedaban, pedía leche para su hijo. Nunca supe si lo conseguiría. Tenemos estrictamente prohibido darles de comer, ya de por sí nuestros suministros van a ser limitados hasta que empiece la primavera. Cada vez que puedo paso alguna patata o dos, sin que mis superiores me vean. Lo hago en secretismo absoluto, si otros hambrientos me ven no tendrán temor a pedirme más. Más de una vez ha aparecido un cadáver caído en el camino, los que van detrás de él simplemente le mueven y lo dejan ahí. Llamarlo cadáver es muy generoso de nuestra parte, es un saco con huesos dentro. Siempre que le llamamos viene el capellán a darle una bendición. Por lo que he podido entender estos son judíos que vienen del este, allá de rusia. Los franceses los llaman "ostjuden", parece sacado del alemán.

Me causa una incertidumbre todo esto, estas gentes, tan hambrientas, vienen de los lugares a los que tendremos que ir. Llegan a las tierras francesas cientos de judíos empobrecidos. Solo me queda pensar que las autoridades locales (de donde vienen) les han sacado a la fuerza. No tienen pudor en usarla por lo que sé. Ahora mismo solo puedo confiar en dios. Querida, vienen tiempos de incertidumbre, pero tengo la esperanza de un hombre bienaventurado. Querida, espero poder volver a verte, te escribiré cuando puedas. No sabes cuanto me alegra que mi tío os haya dado cobijo. Espero con impaciencia una respuesta.

Todo mi amor eterno a ti.

Que dios esté contigo.

Carlos Jiménez de los Santos.

11/02/1812

Pólvora y entrañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora