Capitulo 19

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Tenía el techo del coche puesto ya que empezaron a caer gotas finas del cielo
que impactaban sobre el cristal, impidiéndome ver la carretera de Berlín,
quitándolas con el parabrisas que iba de un lado a otro, haciendo que me pusiera más nervioso de lo que ya estaba.

Apreté el volante con fuerza, moviendo levemente mis dedos entumecidos después de estar más de seis horas
conduciendo, porque era tan imbécil que me perdí un par de veces por ir distraído pensando en qué diría cuando viese a Bill.

Supuestamente debería de haber llegado como muy tarde a las 3 de la tarde, pero eran las 6 y justo estaba en el centro de Berlín. Entre llamadas por parte de mi madre preocupada, girar a la derecha cuando realmente debía seguir recto o viceversa, mis nervios que me hacían ir lento y parar una hora para poder comer, ya habían pasado más de 8 horas
metido en ese puto coche que cada vez se me hacía más pequeño.

Probablemente en todas esas horas ya
había escuchado todo el repertorio de canciones que tenían puestas en la
radio, porque llegó un punto en el que todas me parecían iguales y acabé
prefiriendo el silencio

- Como Gustav me haya mentido... le cortaré los huevos - no sé cuántas veces lo había repetido ya desde que salí de Múnich, tenía miedo de haber venido aquí para nada, de que mis ilusiones por verle se fueran a la mierda y caer en alguna depresión o algo chungo - Hola, Bill... Bueno, quizá no esperabas que viniera aquí pero... No, eso no,Ndemasiado sobreactuado... - esa también era una de las tantas cosas que repetí cuando apagué la música, haciendo en mi mente un diálogo de lo que diría cuando le viera y probablemente habría utilizado todas las palabras posibles para esta situación, y en ningún caso me gustaba.

Estaba demasiado nervioso, joder.

Miré el GPS y vi que solo faltaban un par de minutos para llegar. Miré por el
retrovisor, viendo que dejé el centro de la ciudad atrás, girando a la derecha y encontrándome con un barrio calmado, casas unas al lado de otras, sin nadie en la calle, básicamente porque esas finas y pequeñas gotas habían empezado a ser grandes y que caían en cascada. Me gustaba que lloviese, pero joder, estas semanas no habían dejado de hacerlo, y comenzaba a odiarla un poco.

Tragué saliva, y miré las casas una a una, ya estaba en la calle donde Bill vivía ahora así que comencé a mirar el número uno a uno, revisando por decimo octava vez el papel que me dio Gustav, pero ni siquiera tuve que mirar el
número para saber que esa era la casa donde ahora vivía él. Lo supe en cuanto
vi en ese césped no tan bien cuidado los juguetes que siempre había de por medio, los juguetes de sus hermanos pequeños. Era la única casa donde había juguetes tirados, y en cuanto vi la bicicleta donde enseñé montar a James ahí, lo confirmé totalmente.

Gustav no me había mentido.

Sonreí amargamente y me mordí el labio, frenando el descapotable para poder aparcar. Apreté la mandíbula cuando lo hice y apagué el motor, viendo que ahí estaba él, que sí, que le iba a ver, que iba a poder hablar con él y quizá
solucionar las cosas, que quizá iba a poder besarle otra vez y... Ahora mismo
eso era lo que más quería en el mundo.

Respiré hondo y me guardé las llaves en el bolsillo, saliendo del coche y
poniéndome la capucha de la gran sudadera para no mojarme mucho.

¿Y si picaba, Bill me abría y me cerraba la puerta en las narices? ¿Y si esto no había servido de nada?

Aunque conocía a Bill, le conocía lo suficiente como para saber que él no
haría eso... ¿No?

Los nervios que tenía en el camino, en ese instante incrementaron a mil, mis
manos sudaban y mis pasos eran vacilantes. Crucé la carretera, sintiendo mi corazón palpitar con tanta fuerza que en ese momento tan solo escuchaba sus latidos.

A Dos Bandas {Toll, Twc NR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora