Private Dancer

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La lluvia golpea el parabrisas con un ritmo constante, como si marcara el compás del cabreo de Billy. El limpiaparabrisas se mueve de un lado a otro, intentando despejar la vista, pero la tormenta es persistente.

Dentro del coche, la radio emite una canción dura, casi ahogada por el sonido de la lluvia. Billy ajusta el volumen, dejando que la fuerte melodía llene el espacio. Las luces del tablero brillan tenues, creando un ambiente íntimo en el que solo está él y sus pensamientos.

El aire huele a tierra mojada, un aroma que se mezcla con el perfume que ha elegido para la ocasión. Cada semáforo en rojo es una pausa en su monólogo interno, un momento para respirar hondo y ensayar en su mente lo que dirá cuando vea a la chica que ha engatusado esta noche. Mientras conduce, las calles desiertas y los edificios borrosos se convierten en el telón de fondo de su aventura. La ciudad parece diferente bajo la lluvia, más misteriosa, como si guardara secretos que solo se revelan a aquellos que se atreven a explorarla bajo el velo del agua.

Billy finalmente llega, estaciona el coche y se queda un momento en silencio, observando las gotas deslizarse por la ventana. Olvida su cita y comienza meditar sobre el mal día que ha tenido y sobre cómo va empeorando la relación que tiene con su hermanastra, presentando un leve sentimiento de tristeza, ya que se disipa al instante que una adolescente abre la puerta a la cual sus faros de neón apuntaban. La joven lucía únicamente unas braguitas de encaje rojo que ceñían delicadamente sus curvas, junto con un camisón corto también de encaje, dejando al descubierto por completo sus pechos. La razón del encuentro de esa noche entre los dos era evidente. Billy, de inmediato, dejó atrás lo acontecido durante el día, permitiendo que una sonrisa traviesa se dibujara en su rostro.

Con premura, giró la llave y salió del coche para evitar mojarse por la lluvia, aunque era en vano, ya que resultaba imposible, pero valía la pena —¿Quién hubiera pensado que el calor que iba a hacer hoy se encontraría en todo ese cuerpo? —ronroneó con voz profunda, rodeando la cintura de la chica y acercando su cadera a la suya para que pudiera percibir su erección, la cual ya estaba presente antes de ver a su acompañante de esa noche, aunque ella había avivado aún más su deseo—, Hiciste bien en avisar de que tus padres no estarían. Necesitabas un canguro, ¿verdad?

La chica simplemente se rió de su comentario, agarrando la chaqueta vaquera de Billy y tirando de él hacia el interior del hogar, cerrando la puerta tras ellos.

Mientras tanto, al otro lado del pueblo, la ruidosa noche era acompañada por el suave sonido de un pincel contra la piel. Sam estaba frente al espejo, sus movimientos reflejados en la superficie pulida mientras se aplicaba meticulosamente el maquillaje. La luz tenue de la habitación apenas revelaba su figura, pero en sus ojos se reflejaba una determinación feroz. Era la calma antes de la tempestad, la preparación para una escapada que prometía ser tan emocionante como peligrosa.
Max observaba desde la puerta entreabierta, su silueta apenas visible en el umbral —¿Estás segura de esto? —preguntó, su voz un susurro que se mezclaba con la oscuridad.

Sam no respondió de inmediato, su concentración inquebrantable mientras delineaba el último trazo de eyeliner —Claro, es pan comido. Solo tienes que decirles que estoy durmiendo y que no entren a mi habitación. Fácil —dijo finalmente, su voz llena de una confianza que no necesitaba más palabras.
Con un último vistazo al espejo, Sam se levantó, su postura erguida desafiando cualquier duda que pudiera haber existido.

Menos de media hora después, el sonido del motor familiar comenzaba a escucharse en la distancia, señal de que su plan podía comenzar. Con los tacones en una mano y un paraguas en la otra, abrió la ventana con cuidado de no hacer ruido. Justo cuando abrieron la puerta principal, Sam la cerró.

La brisa fría de la noche acarició su rostro, y un escalofrío recorrió su espalda. A pesar de su cuidadosa planificación, no pudo evitar un suspiro de frustración al sentir el barro salpicar sus pies descalzos.

𝘀𝘄𝗲𝗲𝘁 𝗰𝗵𝗲𝘀𝘁𝗻𝘂𝘁 - 𝗯𝗶𝗹𝗹𝘆 𝗵𝗮𝗿𝗴𝗿𝗼𝘃𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora