𝟎𝟎𝟏 : ☕

2 1 0
                                    

Minho ama su trabajo. No requiere mayor esfuerzo que tomar el pedido de los clientes y hacerlo, y, cuando no hay clientes puede leer libros, a parte de que el local ofrecía wifi gratis. El olor del café recién hecho y el dulce aroma que desprendía la panadería, era el cielo. Por otra parte, el dinero para él no era un problema, ganaba lo justo para vivir y mantener a sus gatos. Y, el uniforme era bonito. Este realmente era su trabajo deseado.

Recién comenzaban las vacaciones y todavía no podía creer que ya había cursado su último año en la secundaria, después de seis largos años. Si bien, el próximo año debería empezar la facultad, decidió tomarse un año sabático para sí mismo y decidirse que iba a estudiar. De paso, aprovechó para conseguir un trabajo.

Esa  jornada había sido agotadora, incluso más que ayer. Minho se preguntaba porqué cada día llegaba más gente, pero él no sabía que por ahí andaba circulando que cierta cafetería tenía de trabajadores a jóvenes carilindos. Ya se quería ir, estaba molesto porque su "amigo", Hyunjin, lo dejó haciendo todo el trabajo solo, según él por "problemas personales". Cómo ya estaban por cerrar él se encontraba limpiando una de las mesas. Recogió la bandeja con las tazas y los platos que había juntado de las mesas. Cuando los estaba llevando a la cocina para lavarlos, la campanilla de la perta anunció con un tintineo la llegada de un nuevo cliente. Ni bien dejó las vajillas en la mesada, corrió a ver quién era para avisarle que ya estaban por cerrar.

Se asomó y fue entonces que sintió el tiempo se frenarse. ¿Un... Ángel?

Así era, un ángel. Uno sin alas ni aureóla pero que desprendía un aura brillante y hermosa. Con un sedoso cabello rubio y ojos redondos que parecían decorados por dos hermosas turmalinas negras que brillaban gacias a su inocencia. Sus labios finos y rojizos formaron una forzada sonrisa para saludarlo sin dejar escapar ni una palabra.

Minho quedó atontado, pestaneó varias veces tan rápido como los latidos de su corazón que no hacían más que acelerarse cada vez más. Lo saludó como pudo, levantando la mano.

—Eh, ah. —carraspeó e intentó formular alguna oración.— Si necesitás mi ayuda con algo avisame. —Quizá podía quedarse un rato más de lo usual... Su jefa no se enojaría si hiciera horas extras sin pago.

El "ángel" asintió y continuó su camino hacia la biblioteca en busca de algún libro. Paseó lentamente sus ojos entre los estantes hasta llegar a la sección de manga dónde se detuvo y pasó su índice entre una de las tantas colecciones buscando el número de tomo correspondiente. Repitió este gesto dos veces más con mayor velocidad que antes. Minho se acercó para ver que pasaba y resulta que faltaba el tomo 11, el que el cliente estaba buscando.

El cliente, que se encontraba agachado, lo miró algo decepcionado. Se levantó, y se despidió del empleado volviendo hacia la puerta.

Minho no quería admitirle que justo la última copia que había allí se lo había quedado él, pero el ver como una cara tan bonita se entristecía frente a él hacía que su corazón se derritiera y sintiera una gran empatía.

—Ah, disculpa... —tocó su hombro para evitar que se fuera.— Voy a... Fijarme si quedó alguno en el almacén.

Al escuchar esto, el joven se giró a verlo con sus ojos brillando de maravilla y aún más radiante que cuando había llegado. Mientras el empleado fingió buscar el libro, él siguió dando vueltas por la biblioteca. Cuando se acercó al mostrador para poder echarle un ojo a la carta, no pudo evitar ver que a su lado había una maceta con flores marchitas. Si bien, toda la cafetería estaba decorada con plantas de todo tipo, a diferencia de ellas que se veían verdes y vivaces, estas se encontraban claramente muertas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 22 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

"Un libro, un café y pétalos de rosas" ☕: ── minsung auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora