Capítulo 12. Tamara Estevéz

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Era jueves. El fin de semana, luego de aquella noche en la que había reclamado el alma de Ignacio, habían ido a un partido de fútbol de Zoé luego de visitar a Filis en el hospital, Abril había invitado a su hermana mayor, quien para su sorpresa se había convertido en una amiga de Zoé en el tiempo que su padre había estado ausente, podía decir que incluso Amairani le agradaba un poco más que Abril a Zoé, pues para la menor, Abril era alguien que quería quitarle de su lado a su "preciada tía Samantha", cosa que a la castaña le pareció gracioso.

Para ese día ya había pasado alrededor de un mes y Filis continuaba en coma. Zoé estaba cada vez más deprimida, aún cuando Abril la visitaba y trataba de subirle el ánimo la menor seguía preocupada por su padre. Samantha no podía simplemente despertarlo, en primera instancia porque si no despertaba en un largo tiempo y Zoé decidía desconectarla, el alma de Filis sería suya, y segundo porque Oscar le había impedido, a través de su contrato, jugar con su mente sin su consentimiento... y no lo tenía, despertarlo sería una falta total, lo que causaría la ruptura del mismo. Además, Samantha tenía otra preocupación en su mente.

Psyché.

El sólo pensar en ese nombre hacía que Samantha sintiera ganas de asesinar a alguien. Justo en ese momento se encontraba con Abril en su oficina, la rubia estaba sentada en su sofá blanco, ella estaba a su lado, viéndola jugar con su pluma mientras sostenía su libreta en mano, garabateando cosas que no le interesaban en absoluto. Se había enterado, por Abril, que la ladrona de bancos se encontraba ahora en Boston, pues según la rubia había escuchado noticias que una mujer estaba robando bancos de manera muy poco convencional, las personas que la miraban en el lugar decían que ni siquiera llevaba armas de fuego con ella, que únicamente le bastaba una mirada para que los guardias del lugar le abrieran paso, permaneciendo en posición fetal hasta que ella desaparecía de la escena.

-Raro ¿cierto? -Samantha sólo murmuró un "sí" moviendo una de las fichas de ajedrez en el tablero que estaba frente a ella en la mesita de café- Raquel me pidió entrevistar a los afectados y...

-¡¿Cómo?!

Ante el grito repentino de Samantha, Abril se estremeció en su sitio. 

-¿Qué?

-¡No te acerques a Psyché! -ante la expresión de desconcierto de la rubia, Samantha carraspeó un poco, notando que se había salido de sus cabales- No deberías acercarte mucho a una ladrona de bancos que deja en posición fetal a unos guardias, Abril... Es sólo una recomendación.

-No me he acercado a ella... sólo a sus víctimas, además de que le has dado un nombre interesante... "Psyché" ¿Conoces a esta chica?

Samantha negó con la cabeza, hablando con rapidez.

-¡No! ¿Por qué habría de conocerla? Está en el periódico, la han llamado así.

-No es cierto -Abril logró comprender lo que dijo, estrechando sus ojos y mirando fijamente a la castaña que desvió su mirada a algún lugar en su despacho- Dime la verdad, Samantha.

Sin saber que aquella normal solicitud era una orden para Samantha, quién tapó su boca con sus manos tratando de contenerse, Abril la miró con una ceja alzada. Segundos después Samantha habló.

-Hizo un trato conmigo hace años para obtener poderes psíquicos, al mirarla a los ojos revives la peor pesadilla de tu vida una y otra vez -levantándose de su lugar en el sofá y señalando a Abril de forma acusadora, Samantha le reprochó- ¡Te aprovechas del poder que posees, mortal!

Abril ladeó su cabeza sin comprenderla.

-¿De qué hablas? Sólo te pedí que me dijeras la verdad... -Samantha chasqueó su lengua, sentándose de nueva cuenta a su lado en el sofá, moviendo las piezas- Estás actuando muy raro hoy Samantha ¿Sucede algo?

Tus deseos son mis órdenes | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora