Extra. Solo Firma

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Pov Oscar (Filis).

Planificar cosas se me da bien. Bastante bien, en realidad.

Desde que Samantha volvió de su... no lo sé, ¿diabloaventuras? Ha estado cada vez más "diferente" y cuando digo diferente quiero decir que todos los días va a su despacho, se sienta en su sitio con una sonrisa en los labios y se la pasa todo el día así... contenta ¿Qué le ha hecho Abril? Es increíble, debería pedirle el secreto para mantener a un demonio a tus pies, quiero decir ¿qué hizo? Además de acostarse con ella, claro está, porque sí, no me meto en su vida privada, pero ¡vamos! Samantha tiene la sonrisa de esos esposos que luego de un "arduo" día de trabajo llega a casa y su esposa la espera para la cena, y cuando digo cena me refiero a su...

En lo que estaba. Desde que volvió, hace ya unos meses, a Samantha le ha dado por ofrecerme ser "su agenda personal", según ella necesita de alguien de confianza que sepa moverse en este mundo y que pueda administrar su tiempo de forma correcta para que así tenga tiempo de cumplir con su vida de humana sin que nadie sospeche que aparece y desaparece en su despacho para ir a cazar almas indefensas, y además de claro tener tiempo romántico con Abril. Dice que reducirá mi sentencia si lo hago y que tendría un excelente puesto para mí en su dulce hogar si me porto lo mejor posible con ella durante su estadía aquí. La odio. O al menos... la odiaba.

Solía ser católico. Solía creer en la palabra de Dios y que si era una persona de bien entonces lo bueno vendría a mí. Creí, incluso cuando mi novia quedó embarazada de Zoé y mi madre me echó de casa. Creí, cuando la que se suponía sería la madre de Zoé se desentendió del asunto, no aceptó la responsabilidad y despues de dar a luz nos abandono. Creí, cuando sostuve a mi hija en mis brazos, porque si yo sentí amor por mi hija desde el primer momento en que la tuve entonces estaba seguro de que Dios me amaba. Fueron años duros, pero mi fé nunca se quebrantó. Al menos no hasta ese fatídico día.

El día que la conocí.

Fue hace seis años ya, Zoé tenía seis años, pero hacía tiempo le habían diagnosticado una enfermedad y ahora los daños que la misma habían ocasionado habían llegado al límite. El doctor me dijo que no había nada que hacer, esperar un donante no sería exactamente la mejor opción, pues habia miles de niños por encima de ella, además de los gastos, no sólo por la cirugía sino también por el hecho de que luego tendría que seguir una serie de tratamientos. Aquel hombre me dijo que lo mejor sería que pidiera unos días en mi trabajo y que sólo pasara el resto de días que le quedaban con ella.

¿Cómo puedes decirle a una persona que se quede mirando a la única luz en su vida extinguirse de forma lenta y tortuosa? Sin que pueda hacer nada... sólo mirar.

En ese momento vivíamos en Everett. Apenas sali de hablar con aquel medico, que era ya el quinto doctor que me decía lo mismo, me dirigí a una iglesia. Zoé estaba en el hospital general de Metrópolis, seguramente esperando mi llegada con buenas noticias y yo sólo podía huir, quería huir de todo así que sólo pude ir a aquel lugar donde no me sentía tan perdido, dónde sentía que él iba a escucharme y enviaría ayuda.

No esperaba que la ayuda llegara en tacones oscuros, con un traje de diseñador, su cabello suelto, piel pálida y aquellos ojos marrones que me miraban cómo si fuera un festin. Ella se sentó a mi lado en el banco, mientras yo estaba arrodillado tratando de pensar en algo más que rezando.

El hombrecillo que reparte las hostias y expía los pecados se marchó hace un rato en un principio la ignoré, pues lo que yo había aprendido es que a la iglesia se iba a rezar, no a cuchichear. Comencé a preguntarme porqué ¿Por qué Zoé? ¿Por qué no un asesino serial? ¿Por qué no un traficante de drogas? ¿Por qué mi hija de seis años iba a morir sin disfrutar de su vida o sin haber cometido algún pecado? ¿Por qué no yo? No he sido él mejor católico, tuve relaciones antes del matrimonio, debería morir yo. -¿Sabes? Algunas veces vengo aquí para "hablar" con él. Comienzo con una tontería como "Hola, padre, sé que no he sido la mejor hija, sé que intenté usurpar tu trono, levanté a algunos de mis hermanos contra ti, y además hice que Judas vendiera a... bueno, a tu hijo favorito". -en ese momento recuerdo que la miré como si estuviera loca. Ella sólo soltó una risa, cruzando sus piernas y mirando la enorme escultura de Jesús en la cruz que se hallaba en el centro de aquel sitio- Y luego recuerdo, que ése que está allí no es él. Jesús sólo fue un sacrificio, alguien que tuvo que morir por los demás para que sus pecados fueran perdonados por... bueno, por él, y al morir fue recibido en el cielo con alabanzas, justo como cualquier otro ser sin pecados que muera de manera injusta... todo por los pecados del

Tus deseos son mis órdenes | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora