Tn es la hija bastarda de Daemon Targaryen. Su madre era una prostituta del burdel de lecho de pulgas, pero al nacer Tn, su madre murió. Como última voluntad, le pidió a Daemon que se hiciera cargo de la hija de los dos. Él no se negó a la petición. Daemon tomó a la bebé en brazos que tenía el cabello plateado, pero no tenía los ojos de un Targaryan no eran azules o morados; los ojos de Tn eran verdes esmeralda; eran los mismos ojos de la madre de Tn. Daemon crió a su hija bastarda como si fuera una legítima. Cuando Tn cumplió tres años, demostró admiración y curiosidad por la medicina, así como bondad, así que Daemon le pidió a los maestres que la tomaran como una estudiante.
(Narra tn)
Laena estaba en sus labores de parto; iba a tener un tercer hijo de mi padre. Los maestres trataron de hacer lo imposible para que el bebé naciera; finalmente le dijeron a mi padre que tenía que tomar una decisión: su hijo o Laena. Mi padre no podía decidir eso, porque Laena acabó con su propia vida al pedirle a su dragón que la quemara viva. Cuando Laena murió, se escucharon los gritos de mis medias hermanas Rhaena y Baela, quienes habían visto la escena horrorizadas. Mi padre se sentía culpable por no haber tomado una decisión a tiempo y no poder haber evitado la muerte de Laena. Finalmente estábamos yo y las gemelas sentadas en el funeral de Laena en Drifmark. Las gemelas Rhaena y Baela no paraban de llorar y yo tampoco.
Llegaron al funeral el hermano de mi padre, el rey Viserys, junto a su esposa y sus tres hijos, Aegon, Helaena y Aemond. No conocía a ninguno de ellos. Después llegaron Rhaenyra y su esposo Laenor con sus dos hijos Jacaerys y Lucerys. Llegué a jugar con los hijos de Rhaenyra algunas veces.
Me acerqué al atud de Laena para despedirme de ella. Las personas del funeral empezaron a murmurar.
—Esa es la hija bastarda del príncipe Daemon —dijo una señora.
—No tiene derecho de estar aquí y llorarle a Laena como si fuera su propia madre —contestó otra señora.
Yo sabía muy bien que no era hija de Laena y que yo era una bastarda, porque las personas siempre me lo decían y para una niña de seis años como lo era yo era bastante cruel. Escuchar los murmuros, las lágrimas empezaron a caer de mis ojos, probablemente no tenía derecho de llorar por la muerte de Laena, pero ella fue lo cercano a una madre para mí, nunca me desprecio o me trató mal, me trató como una de sus hijas y me amo. Me cuidó cuando estaba enferma, así que no me importaba escuchar los murmuros. Solo quería despedirme de laena, me aleje del atud de laena, y fui con los maestres.
—Sabes tn, la muerte no es tan mala como todos piensan —dijo el maestre Daeron, limpiando las lágrimas de mis ojos.
—Si la muerte no es tan mala porque me quita lo que más quiero —contesté llorando aún más.
Daeron solo me abrazó, tratando de consolarme. Me quedé unas horas con los maestres acomodando medicamentos, jarabes, vendajes, entre otras cosas. Cuando llegó Aemond acompañado de su madre Alicent, Aemond tenía el ojo derecho cubierto de sangre con herida en él. Casi no se quejaba del dolor, lo que me dejó un poco sorprendida, porque si hubiera sido otro niño estaría llorando del dolor y gritando,
—¿Y el maestre Daeron?— preguntó Alicent, mirándome a los ojos...
—Salió hace un momento, pero yo me haré cargo —contesté. Fui al cajón donde había vendas, torundas, alcohol y suturas.
—Una niña como tú, ¿cómo podría curar a mi hijo? no estoy para bromas —contestó Alicent molesta.
—Dije que yo me haría cargo —contesté, y caminé hacia donde estaba Aemond, quien tenía una mano cubriendo su ojo derecho.
—Déjame ver —trate de hablar con un tono tranquilo.
Aemond se quitó la mano del rostro y yo empecé a limpiar la sangre. Era bastante obvio que había perdido el ojo derecho, causado por una herida de una daga. Me pregunté si yo podía hacerme cargo de suturar la herida que tenía, pero no podía decir que no sabía cómo hacerlo; Alicent se molestaría y si había suturado anteriormente las heridas de algunos animales, probablemente podía hacerlo, Le di un jarabe a Aemond para disminuir un poco el dolor que sentía. Traté de que no me temblaran tanto las manos y comencé a suturar la herida del ojo derecho de Aemond. Finalmente acabé y le coloqué un vendaje a Aemond. Me preguntaba si un niño podía soportar tanto dolor sin quejarse. Una voz me sacó de mis pensamientos.
ESTÁS LEYENDO
Las mil y unas noches | 𝑶𝒏𝒆 𝒔𝒉𝒐𝒕
FanficSi quieres saber lo que se siente que Aemond Targaryen haga el mundo arder por ti estas en el lugar correcto.