Cuando el Inspector Ruiz llegó a la escena del crimen, se le revolvió el estómago.
Ya llevaba varias horas sin tener noticias de su jefe, y él sabía que algo malo tendría que haber ocurrido como para que no lo hubiera visto nadie desde la noche anterior.
Pero al encontrarlo sin vida, sin color, sin su característica sonrisa, sin escuchar su voz ronca ni ver sus ojos vivos escudriñando la calle en busca de delitos, sintió cómo se le encogía el corazón.
Fue en ese momento cuando juró que se vengaría de quienes lo habían asesinado.
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No fuimos nosotras
JugendliteraturUn grupo de amigas tiene una entrevista de modelaje en Madrid. De camino a la capital, se les avería el coche y acaban pasando la noche en el motel de un pueblo. Al día siguiente y con el coche ya arreglado, deciden marcharse, pero la policía las de...