Capítulo 8

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Así que ese es su pasado, ¿no? No se olvidaban de nada. Lo habían repasado todo. Todo todito. Muy por encima, claro, pero todo de todas formas. Pero no encontraron nada.

¿Cómo que era su culpa? ¿Qué habían hecho ellas? ¿Quién les había dejado las notas? ¿Y cuándo? ¿Y por qué? ¿Para qué?

—A ver, empecemos por el principio.

La voz de Suárez había sonado imponente. Ni siquiera sonaba a su voz.

Todas se pusieron en un círculo y se sentaron cruzándose las piernas.

—¿Cuál es el principio?

Sofía miró a Suárez. Sabía por dónde andaban los tiros. Eso no pintaba nada bien.

—No ha sido ninguna de nosotras, ¿verdad?

Se miraron entre sí. La pregunta sonó más acusativa que tranquilizadora. Un temblor les recorrió la espalda. ¿Qué insinuaba?

—Obviamente yo no he sido —dijo Suárez, mientras se aclaraba la garganta tras un incómodo silencio entre ellas.

—¿Y por qué no has sido tú, obviamente? —Casi gruñó Nicole.

Suárez levantó las cejas y se señaló el tobillo.

—Por dos razones. Una, estoy lesionada, dos, no he salido del motel. Tengo coartada.

Es evidente. Pensó ella.

—¿Coartada de quién? ¿Eh?

—De Mario. Él sabe que yo no he salido del motel.

—O no te ha visto salir, más bien.

—¿Estás intentando decir algo?

—Lo mismo que tú. Todas tenemos coartadas, pero sabemos que no son válidas. Nosotras hemos estado comprando. Valeria nos vio, pero ¿eso acaso es válido? Pista: no. Cronológicamente hablando, asesinaron a Raúl después de que nosotras saliéramos del supermercado y perdiéramos nuestra coartada. Al igual que tú —la señaló—. Cuando Raúl estaba luchando por su vida, Mario ya se había ido a dormir. ¿Cómo explicas que él sabía que tú no estabas?

Suárez asintió ligeramente. Tenía razón. Joder, tenía razón. Pero, claramente, no se lo iba a decir.

—Vale, entonces, ¿cómo nos libramos de esta?

Sofía fue la que le respondió esta vez.

—A ver, si no podemos probar nuestra inocencia, encontremos al asesino. Eso tiene sentido—Esperó una respuesta. No la obtuvo—. ¿No?

Suárez levantó las cejas, un tanto burlona.

—¿Desde aquí?

—Joder, Suárez. Antes pensabas que sí, que saldríamos de esta, ¿qué te pasa ahora? 

La chica se tensó. Se cuestionaban temas que no deberían estar pensando. Fingió estar cabreada.

—Es que soy la única que se da cuenta de la gravedad del problema. O bueno, la única que se comporta como tal. Que nos acusan de asesinato, joder. Que la cosa es seria. Que no es un error. Que el abogado no llega. Que no iremos a la entrevista. Que iremos a la cárcel, joder. ¿Os cuesta pillarlo o qué coño os pasa?

El resto de las chicas se miraron entre ellas.

—Suárez, que estamos en la misma situación que tú, ¿sabes? Nosotras también estamos viviendo todo esto. Que nosotras también intuimos que pasará si esto no se resuelve.

—No hables en condicional. No hay un si que valga. Es que esto no se va a resolver.

Sofía tensó sus facciones y le sostuvo la mirada a Suárez.

No fuimos nosotrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora