Capítulo 10

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Las chicas se sentaron de nuevo en su celda. Manuel les acababa de traer la comida. Empezaron a comer con unas ganas que creían perdidas, hasta que se dieron cuenta de que sí lo estaban cuando Sofía habló.

—No vamos a salir de esta.

Nicole e Irene dejaron de comer y miraron a Sofía.

—¿Qué dices tú ahora?

—Sé de lo que hablo.

—Joder, pero sé más clara. ¿De qué hablas?

—La abogada. Su lenguaje corporal. No nos va a poder ayudar en nada. Estamos perdidas.

—A ver, Sofía, no te flipes. ¿Qué has visto?

—Mirada evasiva, gestos indecisos, expresión facial. Eso es lo que he visto.

—Eso no significa nada.

—Yo os recomiendo llamar a nuestras familias. No saldremos de esta.

Las chicas no querían hacerle caso, pero sabían en el fondo que era cierto, así que cuando terminaron de comer, llamaron a sus padres.

Hubo muchos lloros, se podían escuchar por todo el recinto los susurros de las chicas, las respuestas de desesperación de las madres, los silencios de los padres... Se sentía por el aire la sensación de miedo, de pérdida.

Es que no se lo creían. Tenían el alma rota, ya. ¿Cómo podía pasarles esto? ¿En qué momento todo se salió de control? Todo estaba bien, eran felices, y es cierto que no tenían las mejores vidas que podían desear, pero estaban conformes. ¿Qué habían hecho ellas para que les ocurra eso? ¿Quién era el asesino, por qué la tenía tomada contra ellas? ¿De verdad se merecían toda esa tortura? Es que sentían su vida escapándose de sus manos (si es que no se había escapado ya).

Por eso, cuando Allyson vino ya unas semanas después, con la cara más gris que habían visto nunca, ni se alteraron ni lloraron.

Ya sabían lo que ella iba a decir. Ya sabían qué les pasaría. 

No fuimos nosotrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora