El pasado

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Para ser sinceros, este grupo de amigas no tuvo un increíble momento de encuentro ni una inexplicable razón para haberse juntado. Básicamente, todas se conocieron en primero de bachillerato.

Algunas veces quedaban para estudiar, a veces, dentro de esas algunas veces, amigas de alguna se unían a sus quedadas, y algunas otras veces quedaban todas juntas y... Bueno, que eso, que no tienen una súper increíble historia súper dramática y emotiva.

Lo interesante comenzó después de conocerse. Ya sabéis, cuando empezaron a saltar chispas y roces y cosas así.

Pues, haber, como decirlo de forma resumida... Ah, sí, tres semanas después de conocerse el grupo se dividió.

Pero para poder explicar esta historia hay que aclarar algo; ANTES el grupo de amigas era mucho más numeroso.

Estaban Sofía, Irene, Suárez, Nicole, Saray, Laura, Amelia, Martina, Luz y unas cuantas chicas más.

Sí, sí, sé que suena rarísimo. Era un grupo muy grande, ¿no? Bueno, con razón que no funcionase.

En fin, lo importante, lo de la pelea. Pues comenzó al principio del curso. Cómo comenzó exactamente y por qué es algo más difícil de concretar. 

Resulta, que había dos chicos nuevos en clase. Jugadores de tenis. Bueno, eso, que resultó ser que a Laura le gustó uno de ellos. Pablo, se llamaba. Literalmente se llamaba Pablo (¿a quién, en su sano juicio, se le ocurre llamar a su hijo Pablo?). Al principio todo bien. Lo típico de cuando te gusta un chico. Bueno, más o menos. A Laura le habían empezado a dar un par de retrasos mentales, porque así de la nada a veces se ponía a susurrar entre suspiros: Ay, qué guapo que es. Ay, me ha mirado. Ay, cuánto me gusta... Hasta llegó a pensar en cambiarse de modalidad, porque el chaval no le daba atención (y esto las primeras dos semanas de clase). E incluso empezó a juntarse con un par de amigas que le caían mal solo para estar más cerca de ese tal Pablo. Y también se puso en medio, de forma misteriosa, cuando Pablo pasaba una vez por al lado suya y acabaron frotándose sin quererlo cosas que no se deberían frotar. Y de forma misteriosa también acabaron enterándose todas las demás, después de que, de alguna forma casual, Laura lo hubiera comentado.

Sería mentir decir que las demás no estaban hasta los cojones de ella, pero cabría aclarar que la que más molesta estaba con ella era Martina.

Y no porque esté celosa ni nada (lo que le faltaba), sino que tuvo un momento con ella que dejó a Martina con la boca abierta de tal estupefacción.

Bueno, se ve que fue la segunda semana del curso. Al igual que Martina, Pablo también iba a la modalidad de ciencias puras. Y como es normal, entre cambio y cambio nadie se sabía su horario todavía. Así que fue lo más normal del mundo cuando Pablo le preguntó a Martina que en qué clase iban a dar matemáticas. Y fue normal la respuesta de Martina al decir que no lo sabía, que todavía no había una clase específica asignada.

Lo que sí que no fue normal fue la respuesta de Laura.

—En la A15, ¿eres tonta o qué? Está escrito allí, ¿no lo ves o qué? Gilipollas. ¿Estás ciega o qué?

Como narrador, sin comentarios. Y sin comentarios se quedó Martina también. Y flipando se quedó Pablo también.

En fin, que ese solo fue un encuentro fugaz, pero fue lo que hizo que Martina estuviera mucho más recelosa con Laura.

Así que, pasadas las semanas ambas chicas se fueron distanciando. Y Laura le estaba pillando un odio increíble a Martina. ¿Qué por qué? Ah, pues ella se llevaba bien con Pablo.

El caso, Laura se hizo amiga de otra chica de clase, Valeria. Que, por cierto, al principio le gustaba Marcos, el otro nuevo. En fin.

Esta pareja de amigas comenzó a chismorrear, a mirar mal, a reírse y a malmeter contra Martina. Y mientras hacían de sus acciones mucho mal, Martina ni pensaba en ellas. Estaba demasiado ocupada pensando como deshacerse de Nicole.

No fuimos nosotrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora