quiero darte mi mejor secreto

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Julián

No tengo ni idea de a dónde vamos, pero hago todo lo posible por parecer animado. Voy en el asiento de atrás con Tomás, que me está hablando del grupo y explicándome cuál es su papel en él. Le hago algunas preguntas y asiento en los momentos adecuados, pero la verdad es que tengo la cabeza en otro lugar.

Ya sé que no puedo esperar que el sufrimiento y la tristeza desaparezcan tan rápido, pero hoy fue el peor día desde mi cumpleaños. Me doy cuenta de que el dolor que he sentido hasta ahora no fue tan malo porque durante esta semana Enzo estuvo a mi lado. No sé si es porque siempre le da un toque de humor a la situación o porque en realidad estoy embobado con él, pero los momentos que pasamos juntos fueron los únicos en los que me sentí mínimamente feliz. Fueron los únicos momentos en los que no pensé en lo que Agustín y Lucas me hicieron.

Pero ahora que lo veo en el asiento de adelante agarrándole la mano a Valentina... no me gusta. No me gusta la manera en que la acaricia con el pulgar hacia delante y hacia atrás. No me gusta la forma en que ella lo mira. Y lo que menos me gusta es la manera en que él la mira a ella. No me gustó cómo entrelazaron los dedos al terminar de bajar la escalera del departamento. No me gustó la manera en que él le abrió la puerta del auto y después apoyó una mano en la parte baja de la espalda para ayudarla a entrar. No me gustó la conversación silenciosa que tuvieron mientras él daba marcha atrás. No me gustó cuando él se río de algo que ella dijo, ni cuando la atrajo hacia él para darle un beso en la frente. Y no me gusta tampoco que todas estas cosas me hagan sentir como si los buenos momentos que vivimos a lo largo de la semana hubieran pasado a la historia, quedado en el pasado.

No cambió nada. No pasó nada importante entre nosotros y sé que vamos a seguir igual que hasta ahora. Vamos a seguir escribiendo letras juntos. Capaz quiera volver a escucharme cantar. Vamos a seguir comportándonos tal como nos hemos comportado desde que nos conocemos, así que esta situación no debería preocuparme.

En el fondo de mi corazón, sé que no quería que pasara nada con él, especialmente en esta etapa de mi vida. Sé que tengo que estar solo. Quiero estar solo. Pero también sé que el motivo de que esta situación me confunda tanto es que tenía ciertas esperanzas. Aunque no esté listo para que pase algo ahora mismo, creía que al menos existiría esa posibilidad. Tal vez mañana, me decía. Tal vez pasaría algo entre nosotros cuando yo estuviera preparado para eso.

Pero ahora que Valentina apareció, me doy cuenta de que entre nosotros no puede existir ese "tal vez mañana". Que nunca va a haber un "tal vez mañana". La quiere, y es obvio que ella siente lo mismo, y no puedo culparlos, porque lo que tienen es hermoso. La forma en que se miran el uno al otro, la forma en que se comportan y se preocupan el uno por el otro, es algo que no existía entre Agustín y yo... y ni siquiera me había dado cuenta.

Tal vez mañana yo también lo encuentre, pero no va a ser con Enzo. Y saberlo hace que desaparezca el rayo de esperanza que, por chiquito que fuera, asomaba entre la tormenta que fue esta semana.

Dios, qué deprimido estoy.

Odio a Agustín.

Y odio a Lucas con todas mis fuerzas.

Y ahora mismo, me siento tan patéticamente triste que hasta me odio a mí mismo.

—¿Estás llorando? —me pregunta Tomás.

—No.

Hace un gesto afirmativo.

—Sí. Estás llorando.

Le digo que no con la cabeza.

—No estoy llorando.

—Pero estabas a punto —dice mirándome con compasión. Me pasa un brazo por los hombros y me atrae hacia sí—. Dale, mi loco. A lo mejor esta noche conoces a alguien que te haga olvidar del estúpido ese.

tal vez mañana | julián x enzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora