Capítulo 4: Kal

13 2 4
                                    

Nos desplazábamos con suavidad por las calles de la ciudad, en uno de esos autos que flotan y tienen un aire elegante, estas cosas me dan miedo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nos desplazábamos con suavidad por las calles de la ciudad, en uno de esos autos que flotan y tienen un aire elegante, estas cosas me dan miedo.

Nos dirigíamos hacia mi departamento, el maestro Azurea mandará el equipaje de su hermano.

Ellos continuaron discutiendo sobre el alojamiento, repitiendo las mismas quejas y argumentos una y otra vez. Me sentí atrapado en medio de su conflicto, incapaz de calmar los ánimos o resolver la situación. Aunque tampoco quiera que él se quede conmigo, pero menos quiero ir al otro lado del país y perder clases.

Veo por el rabillo del ojo a Tristan, aún tiene el rostro levemente rojizo y el entrecejo fruncido, su dedo índice picaba su rodilla de forma rápida mientras se apoyaba por la ventana.

—Habrá unas reglas cuando lleguemos—Detiene su tic nervioso—, no toques mis documentos, no entres en mi habitación y tendrás que alimentar a Kal cuando yo no este.

Tristan bufó con desdén, pero algo cambió en su actitud cuando mencioné a Kal. Sus ojos se iluminaron con interés y una sonrisa irónica se formó en sus labios.

—Kal, es un nombre de gato, ¿no? —dijo con un tono curioso—. También tengo un gato, se llama Nia.

Me quedé boquiabierto ante eso. No esperaba que él también tuviera una mascota, y mucho menos que compartiera ese detalle en medio del viaje, o que lo compartiera conmigo mas bien.

—Ah, sí es, un gato —Me apresuro a buscar una foto eb mi celular—, es él.

Este se acercó un poco y miró la foto, lo intentó ocultar, pero tenía una sonrisa invertida que cubre con su mano.

—Es un gato blanco, por eso el nombre de Kal...

El resto del viaje transcurrió en un incómodo silencio después de mi intebto de hacer conversación. Me pregunté qué otras sorpresas nos depararía esta extraña convivencia mientras nos acercábamos cada vez más a mi departamento.

Poco a poco los edificios altos se quedaban atrás, entrando a la zona de la ciudad donde continuaba la arquitectura ordinaria, no había una mezcla aquí. Tal vez lo más Crystalliano que tengamos sea la oficina de muestras de Althea, la sede está a una hora de aquí.

Al llegar subimos por las escaleras, el ascensor se descompuso, de nuevo. Él seguía en silencio, sino quiere hablar, bien, ya no lo intentaré.

Dentro del apartamento sus ojos recorrieron la sala en busca de algo, mientras yo buscaba unaa colchas. Kal se deslizó con sigilo desde el rincón de mi cuarto donde estaba acostado, escapando de la mirada inquisitiva de Tristan.

—¿Que estás buscando? —pregunté con una sonrisa, sabiendo que nunca recibiría una respuesta clara.

Tristan se detuvo y giró hacia mí, volvió a sacarme la lengua en un zas para volver a darme la espalda. Lo ignoro, Kal llega hasta mí pidiendo atención.

—Ya voy —respondo caminando hasta la cocina—. Dejé unas colchas en el sofá, hasta que traigan tus cosas tendrás que dormir ahí.

No recibo respuesta, otra vez. Tomo la comida de Kal y volteo para ir junto a él, pero me detengo en la puerta de la cocina. Veo como Tristan extiende la mano hacia Kal, tratando de acariciarlo, pero mi astuto felino se deslizó ágilmente fuera de su alcance. Una risa escapó de mis labios mientras veía el intercambio entre ellos.

—No te molestes, Kal siempre ha sido un maestro en esquivar la atención no deseada —comenté acercándome para tomar a mi gato y darle su alimento.

Tristan se volvió hacia mí, su mirada ahora fija en mis ojos me hacía querer reirme.

—¿Recuerdas lo que te dije sobre no entrar a mi habitación mientras estoy en clase? —le recordé esperando que esta vez entendiera.

—¿Crees que quiero entrar? —respondió con una mueca, desviando la mirada hacia otro lado.

Fruncí el ceño, preguntándome por enésima vez qué hacía él aquí.

—¿Dónde estudias tú? —indago soportando su mal carácter, pero curioso por saber— ¿Instituto de Innovación Esencial, quizás?

—No es tu asunto —contesta dándome la espalda.

—Uy, perdón mi conocido príncipe, olvidé lo delicado que podría ser tratar con el dramas —antes de continuar recibí su pie en mi rodilla.

Afortunadamente no caí, pero Tristan seguía intentando acertar un golpe, una ridícula pelea se lleva a cabo en mi sala, intento alejarlo con mis manos, pero rodea mi cuello con su brazo.

Ni siquiera recuerdo por qué lo dejé venir aquí. Kal se unió al frenesí, enredándose entre nosotros como un árbitro peludo, exigiendo atención y deteniendo nuestra pelea en su camino.

Nos separamos con frustración a flor de piel, pero con una risa contenida. Tristan se acomodó en el sofá mientras yo me dirigía a la cocina por más comida para Kal. Mientras llenaba su plato pegué un brinco al escuchar la voz de Tristan.

—Lo siento por lo de antes —se disculpó estando a unos pasos.

—No te preocupes —respondí guardando la comida.

Nos sentamos juntos en el sofá, compartiendo el espacio con Kal, quien ya terminó de devorar su comida y se ubicó en medio de ambos.

—Espero que Nia se lleve bien con Kal... es un poco —Apoya su cabeza en el portabrazos del sofá—, tímida.

Y yo espero que nos llevemos mejor aue esto. Tendré el cabello blanco como tú si seguimos así.

—No creo que le haga caso —menciono acariciando a Kal—, una vez entró el gato del vecino y él ni siquiera se levantó.

De nuevo me deja en la ultima palabra, suspiro y lo miro. Me levanto despacio mientras bajo a Kal del sofá, es mejor no tocarlo, asi que lo cubro con la colcha y apago la luz.

—Eres raro, cristalito —susurro con una boba sonrisa—.

Al menos dormido se ve amigable. Qué dolor de cabeza tuve hoy, al menos Kal nos trajo un poco de paz.

 Qué dolor de cabeza tuve hoy, al menos Kal nos trajo un poco de paz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Althea: Sistema de compatibilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora