Capítulo 9: Invierno

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M

entiría si dijera que no estoy pensando en ello. Quizás lo haga. No puedo levantar la mirada. Mi párpado tiembla de nuevo, un temblor incontrolable que refleja el caos dentro de mí, o el estrés de estos días, debería ir con la terapeuta de nuevo.

No sé qué estoy tratando de hacer, ni por qué lo intenté en primer lugar.

—Debes olvidar lo que te dije —murmuro, apartando mi muñeca del tablero como si quemara—. Solo fueron delirios... sí, eso es.

Mis palabras suenan vacías, incluso para mí. Volteo, tratando de alejarme del momento, y veo cómo la simulación en la pantalla comienza a desvanecerse, perdiendo forma y consistencia, al igual que mi mente. Hace tiempo que alguien veía mi Llia. Tomo aire, lo mantengo un segundo en mis pulmones antes de soltarlo. Repito el proceso varias veces, intentando calmar el latido frenético en mi pecho.

Por las células. Sólo vete.

Un toque en mi hombro me sobresalta. Voltee al instante, la calidez de su mano me da una sensación extraña mientras traza suavemente el contorno de mi rostro.

—Noah... —su voz está cargada de preocupación—, estás sudando mucho...

Bajo la mirada, incapaz de enfrentar esos ojos dolidos que sé están fijos en mí. Lo miro solo por un instante, pero de inmediato desvío la vista, como si pudiera ver demasiado dentro de mí, más de lo que estoy dispuesto a mostrar. Cierro los ojos con fuerza. Odio esto.

—Odio esto —lo dije sin pensar, abro los ojos cuando aparta su mano.

—¡Cierto!, te desagradan los crystallia...

No es, verdad. Tristan da unos pasos atrás, mirando al simulador, al suelo, el techo, paseando su vista por el lugar como si quisiera escapar. No aparte la mirada de él, ni un segundo.

—Tú... —está vez mira el techo—, tu llia, es la razón de lo reacio que estas con la prueba de compatibilidad, ¿no?

Me miró en el "no", cerrando un ojo con miedo, cuando sabes que te van a golpear y no podrás evadir haces lo mismo. Bajo la cabeza, la sensación de expansión invade mi pecho, ardor, una creciente llama que se aviva.

—Pregunto demasiado, lo lamento. No se que me pasa —su voz temblaba un poco.

Sonreí un poquito. Tiene razón, puede ser muy curioso, creí que desviaba mis preguntas con las suyas, o eso parecía siempre. Tonto cristalito.

—Tristan —lo llamo, alzo la cabeza, pero no lo miraré. Quizás un poquito.

—No digas mi nombre asi de suave y serio, da miedo —responde con los brazos cruzados.

Suspiro. Santas células, quiero desaparecer.

—¿Has visto una cristalización de cerca?

La pregunta salió de mis labios con una seriedad que me sorprendió. No sonreí ni titubeé, como si decirlo fuera algo inevitable, algo que debía hacer.

Trystan finalmente me miró, sus ojos azulados clavados en los míos, reflejando una mezcla de sorpresa y duda. Sus cejas se fruncieron levemente, y pude notar el nerviosismo que se apoderaba de él. El miedo estaba escrito en cada línea de su rostro, en la tensión de sus músculos, en la rigidez de su postura. Quizás mis palabras sonaron más a una amenaza que a una simple pregunta.

—¿Por...

Las luces alumbran el lugar de golpe, cierro los ojos por el contraste que hubo. El profesor y mis compañeros habían llegado, interrumpiendo aquella conversación. Los maldigo, los bendigo, no se qué pensar de todo esto. Se siente irreal.

La clase empezó como de constumbre. Tristan se sentó al fondo, oculto. Jugué con mi lápiz a la par que explicaban algo, es la primera vez que no tengo idea de lo que hablaba el maestro. Mi mente estaba apartada, buscando una razón convincente a hacerlo.

Siguiendo un camino que desconozco, lejos, sólo había lluvia entre nubes grises, no se ve más allá de unos metros, neblina espesa que cubre todo a su paso. La punta del lápiz se rompe.

—Eso es todo por hoy, nos vemos el próximo martes —decía mientras apaga el tablero—, no olviden la visita a Althea la próxima semana.

Repaso mis ojos con mis manos. No puedo ver bien los rostros de los demás. Se despiden personas las cuales ni siquiera recuerdo el nombre, ¿eran mis compañeros?

Las piernas me pesan, cada paso que doy parece que se hunde en lodo. Pero el suelo no tiene nada, llevo una mano al pecho. No queda nadie en la sala para ayudarme. Mis labios se separan, listos para hablar.

"—Por favor, ayuda... no fue mi culpa, no me dejen"

Un sonido entrecortado escapó de mi garganta, un intento fallido de formar palabras de auxilio. Mis manos fueron atraídas a mi pecho, el incendio se expande por cada centímetro.

Mis pensamientos eran llamas descontroladas, alimentadas por el dolor y el recuerdo que nunca he podido dejar atrás.

Estaba atrapado en ese infierno, entonces, lo sentí.

Sus brazos rodeándome, firmes y seguros, tirando de mí hacia él. Al principio, estaba inmóvil, temiendo que ese fuego en mí lo alcanzara también, lo quemara. Pero su abrazo era inquebrantable, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo.

—Te haré daño —susurro con el mentón apoyado en su cabeza—, nos haremos daño...

El calor de su cuerpo contrastaba con el ardor que me consumía, y poco a poco, empecé a ceder. El incendio dentro de mí comenzó a apagarse, sofocado por la firmeza de su abrazo. Era como si sus brazos actuaran como una barrera, conteniendo las llamas, protegiéndome de mí mismo.

—No hables más, plebeyo —murmuro con el rostro en mi pecho.

No lo resistí más. Dejé que me ahogara el invierno, sintiendo cómo la tormenta dentro de mí se calmaba, cómo el fuego se apagaba hasta convertirse en cenizas.

—Esto es extraño —susurro al tener mis brazos alrededor de él.

Todo el dolor, el miedo, y la furia comenzaron a disiparse, dejando en su lugar una quietud desconocida. Cerré los ojos.

—Tehiza —murmuró, provocando una risa en mi—. ¿De qué te ríes?

—No lo sé —respondí apoyando mi frente en su hombro. Es extraño.

—Te dije "Cállate" —menciona con una voz enojada.

—Como diga, príncipe —respondo y este intenta alejarse, pero no lo dejé.

—Debemos irnos, ya —ordena con los brazos a los lados. Dejó de forzar la separación.

—Sólo un poco más... —pido, tiene un aroma a invierno, fresco y limpio—, hueles a invierno...

En ese instante logró librarse. Abrí los ojos sin saber que pasó. Sus brazos nos separaban, tenía el rostro enrojecido y los ojos cerrados.

Esto es.... extraño realmente.

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Les dejo la ilustración del cap porque me quedo corta si quiero hablar:

Les dejo la ilustración del cap porque me quedo corta si quiero hablar:

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Como dato, este recién es el tercer día que conviven :)

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