CAPITULO 7

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CAPITULO 7: COMPAÑIA

Chico sin nombre:

Empezamos a caminar junto con el chico que acababamos de conocer. Era algo extraño, no solo físicamente, también su manera de hablar y demás, pero era amable y probablemente también despertó aquí junto con todos nosotros.

-Creo que estamos aquí por castigo de Dios, tal vez lo merecemos-.Lo miro de reojo y él nota mi inconformismo con su respuesta. - Ya sabes, el todopoderoso, tal vez estamos condenados por nuestras malas acciones.

-Entonces crees que estamos aquí por ¿castigo divino?-Resoplo.

Se me hace completamente estúpida esa teoría, ¿por qué estaríamos aqui, ¿por Dios? no lo creo.

-Si, exactamente, no merecemos la salvacion, tenemos que entregarnos como el hijo de Dios lo hizo por nosotros. - Alza sus manos. -No podré recordar muchas cosas, pero nunca olvidaré que cristo, nuestro señor, hizo todo por mí.-Lo veo impactado. -¿Tú crees en Dios?

-No, lo sé, no recuero de mi pasado, lo que no creo es que estemos aquí exactamente por castigo divino.

-¿Por qué no estaríamos aquí por castigo divino? si Dios es el dueño de nuestra vida, y somos de él y para él.

Me limité a darle una mirada rápida y quedarme callado, es un fanático religioso o algo así. Seguimos caminando mucho más, sin tener señales de Juan David. ¿Dónde carajos se había metido? ¿Por qué se habia marchado?

-¿Y tú por qué crees que estamos aquí? puedo notar que no compartes mi opinión.

-No lo sé en realidad, solo no creo que un dios nos haya puesto aquí a.. ¿purgarnos? No se me hace lógico pensar así, solo sé que quiero saber qué pasa, por lo menor recordar mi puto nombre. Todos ya saben su nombre y yo no.

- Creo que es comprensible que estés buscando respuestas. Todos nos encontramos en una situación extraña, y querer conocer lo que nos llevó aquí es parte de nuestra naturaleza humana que Dios nos dio. Me parece mejor buscar algo dentro de los edificios y, claro de paso, ir buscando a su amigo.

La forma en la que dijo todo de manera tan técnica me asustó y a la vez me tranquilizó, me hizo sentir un poco mejor de cierta manera. Luego de caminar por varias calles, llegamos a una calle que nos dejó ver un puente, un puente para cruzar la calle, pero por debajo de él noté una pequeña entrada redonda, era una cloacala que desde lo lejos se veía demasiado tenebrosa, me llamó demasiado la atención.

-Mira allá. -Señalé. - Tal vez podamos encontrar algo.

-Vamos. -Me dijo algo serio.

Empezamos a caminar al puente y al llegar a la otra orilla que daba con arena y tierra bajamos y llegamos a la cloaca.

Al entrar a la cloaca bajo el puente, nos dimos cuenta de que resultaba más frío y oscuro de lo que habíamos pensado. El aire estaba cargado de humedad y el eco de nuestros pasos sonaba a través de las paredes de concreto, creando un sonido inquietante que acompañaba nuestra conversación.


-Mira esas marcas en las paredes -dijo el chico, señalando unas marcas extrañas en las paredes del túnel-. ¿Qué crees que podrían ser?

Me acerqué a observar más de cerca las marcas que parecían raspaduras hechas por algún objeto metálico o por algo que arrastraba, pero no pude identificar su origen.

-No lo sé, parecen recientes, pero no hay señales de quién podría haberlas hecho -respondí, encogiéndome de hombros-.Este lugar es una completa mierda. El chico me miró con desaprobación por mis palabras.

Caminamos más, observando cautelosamente a nuestro alrededor, evitando tocar las paredes y procurando mantener la vista fija en el camino. En cierto punto, el chico empezó a abrirse más, compartiendo sus pensamientos sobre lo que estaba pasando.

-¿Crees que alguna vez podremos regresar a casa? -preguntó, con un tono más vulnerable.

-Si te soy sincero, no tengo idea. Todo esto parece un enigma -respondí, tratando de no sonar demasiado pesimista-. Pero estoy seguro de que tal vez podemos descubrir qué está pasando.

El chico asintió, pareciendo encontrar consuelo en mi respuesta. Continuamos nuestro camino, y mientras caminábamos por esas asquerosas aguas, llegamos a una puerta subterránea de titanio muy grande que bloqueaba el resto del camino. Tenía manchas de sangre no muy seca. La puerta estaba incrustada en la pared del túnel, casi como una entrada secreta a un lugar aún más oscuro e inquietante. Los alrededores de la puerta parecían casi intactos, a excepción de la sangre seca que la rodeaba.

Me empecé a acercar a la puerta con cautela, analizando la sangre con mi mirada. Al tocarla con mi dedo, sentí algo completamente diferente, sentí cómo el dolor de cabeza aumentaba en mí, como si mi cerebro se estuviera expandiendo a algo y de golpe recordé.

-Sebastián... -dije con firmeza, mirando la sangre en mi mano-. Mi nombre es Sebastián.

Esa breve declaración marcó un punto de diferencia en nuestra búsqueda de respuestas.

-Gracias por iluminar a este, tu siervo. -dijo.

Teníamos que encontrar a los demás y compartir lo que habíamos visto en este túnel y sí cabía decirles que por fin había recordado mi nombre.

Decidimos salir del túnel y dirigirnos de nuevo hacia el teatro, donde esperábamos encontrar a los otros.

-Entonces, Sebastián, ahora que recuerdas tu nombre, ¿tienes alguna idea de quién eras antes? -preguntó, tratando de llevar la conversación hacia algo más personal.

Intente meditar antes de responder. Sentía demasiada confusión y algo de frustración.

-No mucho, en realidad. Todo es como un rompecabezas en mi mente, pero no puedo armarlo completamente -dije dejando escapar un suspiro-. Lo único que tengo son pequeñas imágenes no claras de recuerdos, pero ninguno me dice quién soy realmente o cómo terminé aquí.- Me sentía diferente, sentía que podía recordar algo, pero simplemente no podía, sentía demasiada impotencia.

-Es complicado, lo sé -dijo con simpatía-. Creo que es lo mismo para todos nosotros. Pero con suerte, cuando encontremos a los demás, tal vez nuestro salvador con su misecordia nos dé más respuestas.

Asentí, y seguimos caminando en un silencio reflexivo. Los alrededores del teatro comenzaron a aparecer en el horizonte, y el ambiente parecía volverse más inquietante a medida que nos acercábamos. De repente, un grito aterrador nos sacó de nuestros pensamientos.

El grito desgarrador provenía de un chico. Corrimos hacia el sonido, preocupados por saber de quién era o qué había pasado. El sonido dio a la entrada del teatro, completamente histérico lo vi. Juan David estaba empapado de sudor, su respiración entrecortada, y sus ojos rojos mostraban un terror indescriptible.

-¡DEJÁME, YA! -gritó, mirando alrededor con pánico.

Antes de que pudiéramos responder, una energía poderosa comenzó a rodear a Juan David. Los objetos cercanos, como piedras y escombros, comenzaron a moverse por el aire debido a la fuerza que emanaba de él. Estábamos asombrados y asustados, sin saber qué hacer para ayudarlo.

Juan David se desmayó abruptamente, cayendo al suelo de forma violenta. Nos apresuramos a su lado para asegurarnos de que estuviera bien. La energía que lo rodeaba desapareció tan rápido como había llegado, dejando un ambiente de calma tensa, y nos percatamos de que atrás de él venían corriendo Vanesa y Felipe.

Nos miramos todos con incredulidad, tratando de procesar lo que habíamos presenciado.


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