Ecos de una pesadilla

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Lian_

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Lian_

No podía creer lo que Adara acababa de contarnos. Había sido secuestrada, golpeada y casi asesinada por los tipos que yo asesiné, sumado a eso yo casi la maté por un ataque de ira. Y ahora, alguien había filtrado fotos de su supuesto cadáver en internet, como si quisiera borrar su existencia.

―Bueno…lo demás fueron ustedes―Adara terminó de hablar con la voz rasposa. Ella tenía múltiples moretones por todo el cuerpo, y en su rostro varias cortadas poco profundas. Se notaba que estaba débil y cansada.

―Se acaban de filtrar fotos de tu supuesto cadáver en internet ― exclamé, con un tono de indignación y preocupación.

―¿Qué?―se le escapó un grito a Adara, abriendo los ojos de par en par―. Por lo que me dijeron me hicieron pasar por muerta en las noticias, pero, Lian… No sé quién me quiere muerta ― respondió Adara, confundida, se perdió en sus pensamientos, se notaba en su mirada que aún quería convencerse a sí misma de que todo era solo una pesadilla.

Luca, que estaba sentado frente a ella, intervino:

―Tal vez deberíamos investigar en la morgue. Quizás allí podamos encontrar alguna pista sobre quién te hizo esto, o cómo lo hicieron ― sugirió Luca, con un gesto de determinación.

―Buena idea, Luca. Yo conduciré ― afirmé, agarrando las llaves del auto.

― Espera, ¿y yo? ― preguntó Adara, aterrada, mirando a Luca buscando protección.

― Tú vienes con nosotros, por supuesto. No podemos dejarte sola, Adara. Quien sea que te quiere muerta se habrá enterado ya de que tus captores no completaron su trabajo. Estarás más segura con nosotros ― le respondió Luca, con una sonrisa intentando tranquilizarla.

Adara asintió, y nos subimos al auto. Yo me puse al volante, y ellos se acomodaron en el asiento de atrás. Mientras conducía, escuché a Luca hablarle a Adara:

― Déjame ver tus heridas, Adara. Tienes que curarlas bien, o se infectarán ― sugirió Luca, con un tono de preocupación. Teníamos un botiquín en el auto, Luca aún no podía deshacerse de sus antiguas costumbres.

― Está bien, Luca. Gracias por cuidarme ― agradeció Adara, con una voz suave. Luca le había salvado la vida, y se lo debía.

― No hay de qué, Adara. Eres una buena paciente. Y por eso, te mereces un premio ― dijo Luca, y luego me gritó a mí:

― ¡Lian, dame uno de esos dulces de limón que siempre llevas en la guantera!

― ¿Qué? No, Luca. Esos son míos. Los compré yo ― protesté, con un deje de fastidio.

― Vamos, Lian. No seas tacaño. Dame uno, o no lavaré más tu ropa ― amenazó Luca, con una voz burlona.

― Está bien, está bien. Toma uno, pero solo uno ― cedí, abriendo la guantera y sacando la bolsa y aventándosela.

― Gracias, Lian. Eres un sol ― exclamó Luca, agarrando el dulce y dándoselo a Adara.

― Oye tú… No me des las gracias, Lian ― respondió Adara con sarcasmo, junto a una mirada de odio. Me lanzó el dulce de limón que le había dado Luca, como si fuera una ofensa.

― No te preocupes, escritora demente. No lo hago ― le respondí, con un tono de desprecio. Esquivé el dulce, que cayó en el asiento del copiloto. Pero en el fondo, me incomodaba verla así. No podía negar que Adara me intrigaba, aunque fuera una loca que escribía historias de asesinos y fantasmas. Quizás por eso mismo me intrigaba. Era un desafío.

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Aprecio mucho su apoyo en cada palabra de esta historia. ¡Gracias por ser parte de este viaje!

¿Qué secretos descubrirá Adara en la morgue?

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