En un giro del destino, la escritora Adara Rossi es acusada de un crimen que no cometió. Secuestrada en la noche, su salvación llega con Lian, un misterioso hombre de ojos rojos capaz de cambiar de forma.
Atrapada en una red de mentiras y engaños...
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Luca_
La ciudad estaba sumida en un silencio sepulcral, solo roto por el zumbido del motor mientras Lian, con las manos firmes en el volante, mantenía su mirada en la carretera, pero su mente claramente estaba en otro lugar. Adara estaba en el asiento trasero, su silueta recortada contra la ventana, los ojos perdidos en la oscuridad que nos rodeaba. No podía evitar sentir una mezcla de preocupación y admiración por Adara. A pesar de todo lo que estaba pasando, ella se mantenía fuerte.
Intenté romper el hielo varias veces, pero mis chistes y comentarios solo conseguían ecos vacíos en el espacio cerrado del auto. Fue Lian quien finalmente cortó a través del silencio.
― Tenemos que cambiar tu apariencia, Adara. No podemos arriesgarnos a que te reconozcan ― dijo, su voz baja pero firme.
Adara se enderezó, sus ojos encontrando los míos en el espejo retrovisor.
― ¿Y qué sugieres? ¿Un cambio de look radical? ― preguntó, su tono llevaba un borde de desafío que me era familiar.
Sonreí, captando la oportunidad.
― Podríamos empezar con algo de color. ¿Qué tal un azul eléctrico para tu cabello? ― propuse, esperando provocarla.
Adara soltó una risa corta, sorprendentemente musical.
― Azul eléctrico, ¿eh? Eso definitivamente me haría destacar, no esconderme ― replicó, pero la idea parecía haberle gustado.
Lian estacionó el auto cerca de una tienda abierta las 24 horas y salió a buscar lo necesario para el cambio de imagen de Adara. Mientras tanto, Adara y yo nos quedamos en el auto, y la conversación fluyó más fácilmente sin la presencia de Lian.
― Nunca pensé que terminaría así, huyendo y escondiéndome ― confesó Adara, su voz apenas un susurro.
― Nadie lo hace, pero aquí estamos, y te aseguro que saldremos de esta ― le aseguré, queriendo creer en mis propias palabras tanto como quería que ella lo hiciera.
Cuando Lian regresó, traía consigo varias bolsas con ropa y tintes para el cabello. Adara examinó los contenidos con una mezcla de curiosidad y nerviosismo.
― ¿Listos para la transformación? ― preguntó Lian, una sonrisa juguetona en sus labios.
Adara levantó un frasco de tinte, su expresión era una mezcla de horror y diversión.
― ¿Estás seguro de que esto no es permanente? ― preguntó, mirando el color vibrante en su mano.
― Nada que no podamos manejar ― respondí, animándola.
La tensión entre ellos era como una cuerda tirante, lista para romperse o tocar una melodía.
― Solo asegúrate de que no me hagas parecer un payaso ― advirtió Adara, pero la sonrisa en su rostro decía que estaba disfrutando el momento tanto como nosotros.
La noche avanzó, y con cada risa y cada mirada, la relación entre Adara y yo se fortalecía, mientras que la chispa entre Lian y Adara crecía. Pronto tendríamos que enfrentar la realidad de nuestra situación, pero por ahora, nos permitíamos un momento de paz y camaradería en medio del caos.
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