Harry miró el reloj que colgaba de la pared junto a él una vez más. Había perdido la cuenta ya de cuantas veces se había fijado en la hora.
8:13 PM
Llevaba poco más de tres horas esperando a Sage en el bar de Soho donde hace unos días la encontró, pero no había señal alguna de ella. Poco a poco iban llegando más personas, y al ser sábado por la noche, el lugar no tardaría en estar repleto. Con la poca esperanza que le quedaba, Harry llevó su atención a un grupo de personas que ingresaba a aquel sótano, pero otra vez ella no estaba ahí.
—¿Desea otro trago? —uno de los meseros que pasaba junto a su mesa lo sacó de sus pensamientos.
Harry, al percatarse que se dirigían a él, se removió sobre su asiento. Pareció ir y venir por un momento mientras observaba la entrada del lugar. Divisó entre las sombras proyectadas sobre la pared una silueta que se asomaba y cuando la dueña de la figura apareció, decepción lo inundó. No era ella. El mesero lo miró a la espera de su respuesta. Al cabo de un momento, Harry finalmente negó despacio con la cabeza y bebió de golpe el resto de whisky puro que quedaba en su vaso.
—No, este es el último—dijo cortante y le extendió su vaso al mesero. Este le dedicó un leve asentimiento y de inmediato se retiró para cerrar su cuenta.
Si bien Sage y él no habían acordado la hora en que se verían, ella dijo que estaría ahí durante la tarde. Ahora era de noche. ¿Le habría pasado algo de camino? ¿Acabo había cambiado de parecer y ya no quería verlo? No sabía qué pensar. Con resignación se frotó el rostro y revisó su móvil otra vez. Ni un mensaje, ni una llamada.
Cuando el mesero volvió, Harry le otorgó una firma y se dispuso a salir de aquel bar. No tenía nada más que hacer ahí y no haría el ridículo esperando por más tiempo. Estaba claro que ella no llegaría. Al salir al fin de aquel edificio, miró hacia ambos lados de la calle en la que se encontraba y se detuvo un momento para pensar hacia donde ir a continuación.
8:23 PM
Sus amigos se encontraban cenando a unas cuantas calles de ahí y luego irían de bar en bar a ver a donde los llevaría la noche. Si bien los ánimos de Harry no eran los mejores, no desperdiciaría un sábado junto a ellos por esto. Entonces sacó el móvil de su bolsillo y le escribió a Collins para asegurarse de que aún estuviesen cerca. A los pocos segundos el moreno contestó y Harry se dispuso a caminar en dirección hacia ellos.
Sage, por otro lado, se encontraba cenando junto a sus padres y la familia Everston en el lujoso restaurante Casa Cruz, situado en el corazón de Manhattan. La plática en la mesa fluía de manera bastante amena y todos parecían disfrutar de una buena velada... menos Sage.
Resulta ser que la razón por la que su padre decidió invitar a los Everston sin previo aviso fue porque deseaba anunciar que sería el nuevo aliado de Richard en un proyecto petrolero y viajarían a Noruega en unas semanas para hacerlo oficial. Claramente la noticia no le sentó tan bien a la castaña, quien hizo su mayor esfuerzo por aparentar emoción ante la noticia y felicitar a su padre. Sin embargo, no pudo engañar a todos. Su madre, Erika, había notado que algo no andaba bien con su hija desde hace algunas semanas y esa noche lo confirmó al ver el comportamiento distraído de Sage, y su falta de entusiasmo ante la noticia.
Además de ello, Sage no podía dejar de pensar en Harry. La sola idea de haberlo dejado esperándola sin explicación alguna la torturaba. Dado que no había logrado encontrar la libreta con su número, y en un acto desesperado, le escribió a Leighton para preguntar si es que lo tenía. Ella tardo en responder y cuando lo hizo, le dijo que no, pero ofreció pedírselo a Louis si es que lo necesitaba con urgencia. Eso fue hace dos horas. Ahora Sage se encontraba revisando su móvil a cada minuto a la espera del número de Harry para poder escribirle.
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Flicker [H.S]
FanfictionHarry Styles se ve obligado a volver a Nueva York después de dos años para afrontar el juicio final contra Rick Gallagher y su hijo. Con una vida reestablecida, un reciente ascenso y una nueva relación amorosa, espera que el tiempo que pasará fuera...