Capítulo 11

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Sage caminaba descalza por los extensos pasillos de su casa con un poco de prisa, mientras releía la libreta de notas que llevaba en manos. Cuando volteó hacia la izquierda se detuvo y observó alrededor con un poco de asombro, pero de inmediato siguió caminando. El eco de sus pasos resonó mientras se dirigía al cuarto de lavandería al final del corredor. Su madre había decidido cambiar el color de las paredes recientemente, lo cual no era ninguna novedad. Las preferencias de Erika Sabath cambiaban según las estaciones y ningún color asentaba mejor el verano que el blanco, amaba hacer cambios en su bonita casa situada en Manhattan, pero por encima de todo amaba concentrarse en los pasillos, aquellos tan populares pasillos con el techo situado más alto de lo usual que habían logrado aparecer en más de una revista arquitectónica como referente, y ella estaba orgullosa de ello.

Con luz tenue ingresó al cuarto y fue directo hacia la maquina secadora, rebuscó un poco dentro de ella hasta que palpó la textura de una familiar prenda.


—¿Busca algo señorita Sage? —preguntaron a sus espaldas. Era una de las mujeres de limpieza.

—No, ya lo encontré—respondió ella con una sonrisa mientras pasaba junto a ella y la saludaba con un corto abrazo.


Subió a su habitación nuevamente y cerró la puerta a sus espaldas. Se dirigió hacia la maleta que yacía abierta sobre el suelo y se arrodilló junto a ella para continuar guardando las prendas que llevaría a su viaje de este fin de semana. Estaba entusiasmada por ello, de vez en cuando un respiro de la gran manzana era preciso y sentía que seria bueno para ella, y Cameron. Organizó un poco más sus cosas y su móvil vibró a unos cuantos metros, se inclinó un poco para alcanzarlo y sonrió al ver su nombre en la pantalla.


—Hey, estaba pensando en ti...—le dijo con entusiasmo mientras se ponía de pie. Cameron la saludó cariñosamente del otro lado de la línea. Había regresado a Nueva Jersey hace más de una semana, es ahí donde vivía actualmente, ya que asiste a la universidad de Princeton.

—Estaba empacando—le dejó saber cuando él preguntó—¿crees que deba llevar mis nuevos botines? —dijo mientras se ponía de pie y los tomaba del estante. Eran un nuevo par que usaría para cuando practicase equitación, lo cual probablemente harían en Nevada. Cameron pareció dudar de su respuesta y, tras vacilar por un momento, le dejó saber que necesitaban hablar al respecto—¿Qué ocurre? —preguntó ella extrañada. En ese momento su semblante decayó poco a poco. Escuchó con atención sus palabras del otro lado de la línea y frunció el entrecejo.

—¿Cuándo será eso? —le preguntó confundida. Volvió a escuchar con atención—Bromeas, ¿cierto? —dijo al cabo de unos cuantos segundos y dejó escapar una risa incrédula.

—Cam... hemos planeado esto por meses—sonó exasperada. Él trató de tranquilizarla—¿Cómo esperas que no este molesta? —levantó la voz y apretó el móvil entre sus manos. Cameron trató de darle explicaciones, pero ninguna de ellas cobraría sentido a tan solo 24 horas de su tan ansiado viaje. Sage cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, sintió como el enojo acumulado se asomaba en un nudo en la garganta—Dijiste que no pasaría otra vez—se limitó a decirle. Lo escuchó resoplar con frustración del otro lado mientras trataba lo lograr que lo entendiese, como si no lo hiciera, cuando quién claramente no entendía era él.

—¿Sabes qué? Déjalo... déjalo esta bien—finalmente dijo al cabo de unos minutos, cansada de discutir. Él insistió—Hablo enserio—le dijo a secas. Un silencio prolongado surgió entre ambos—No quiero hablar ahora—le dejó saber. Lo escuchó disculparse un par de veces más y prometer que la llamaría dentro de un par de horas cuando ambos estuviesen más tranquilos—Esta bien—fue lo último que dijo.

Flicker [H.S]Where stories live. Discover now