En una de las tantas calles de Soho, situado en un sótano subterráneo, existía un bar al cual a Sage le gustaba ir. Pero este no era un bar cualquiera, de hecho, era bastante singular y esa era la razón por la cual era de sus favoritos. Como cada jueves, la castaña se ponía cómoda sobre el sofá individual de la esquina, colocaba sus libros y computadora sobre la mesa frente a ella y ordenada un trago que la acompañaría durante la noche. Era un espacio destinado a las conversaciones largas y la buena compañía. Con música en volumen tan solo lo suficientemente alto para opacar las voces de los demás, se podría decir que era un bar para los intelectuales, amantes y aquellos leales. No era un lugar muy concurrido y ello podía deberse a que pertenecía a la élite de Manhattan, pero nunca estaba vacío.
Se encontraba concentrada en las páginas de una reciente novela que empezó a leer un par de noches atrás. Había pasado gran parte de la mañana ocupada en el campus universitario y ahora que al fin disponía de tiempo libre, solo deseaba despejar su mente.
—¿Te nos unes? —escuchó que se dirigieron a ella. Parado junto a la barra estaba un hombre muy apuesto, con un acento particular, quien recibía los vasos de licor que acababa de ordenar. La había visto un par de veces y, consiente de que frecuentaba el lugar sola, se animó en hablarle.
Sage elevó la vista y, a través de sus gafas, lo observó un poco perdida.
—Espero a alguien—informó amablemente. El hombre asintió despacio y con una pequeña sonrisa resignada se alejó para volver a su mesa.
No era la primera vez que alguien se le acercaba con la intención de pasar el rato junto a ella, después de todo Sage era muy atractiva y el hecho de que estuviese sola cada noche despertaba la curiosidad de varios. Pero esperaba a alguien. Vincent no tardaría en llegar, la compañía de sus mejores amigos era más que bienvenida de vez en cuando.
Volvió la vista a las páginas de su libro y centró su atención en este, aunque al cabo de unos minutos lo cerró abruptamente para dejarlo sobre la mesa. Ese acento. El movimiento inquieto de su pierna derecha llamó su atención y de inmediato lo detuvo. Estaba cruzada de brazos observando fijamente el vaso frente a ella.
Había pasado los últimos días tratando de ignorar su última conversación con Leighton; sin embargo, le había resultado difícil. La noticia sobre el regreso de Harry a Nueva York ahondaba por su cabeza y, cada vez que parecía haberlo olvidado, pequeñas cosas como un simple acento hacían que sus pensamientos se disparasen. Negar que de repente sentía curiosidad e interés por saber de él, sobre cómo ha estado todo este tiempo era absurdo, y ella lo sabía.
¿Acaso ha cambiado? ¿Le sigue gustando la misma música? ¿Se ha dejado la barba como siempre dijo que haría? ¿Aún vive en Londres?
Esas preguntas y muchas más se le vinieron a la mente mientras pasaba los dedos por su cabello y bebía un poco de licor de su vaso, antes de terminarlo y pedir otro. Había pasado mucho desde la última vez que se permitió dejar que él ahondase en sus pensamientos, pues no hacían más que derrumbarla en nostalgia. Pero eso fue hace mucho, ahora sentía calma, había volteado la página.
Simple curiosidad, se repitió a sí misma mientras el involuntario movimiento en sus piernas volvía.
¿Qué había pasado en los dos últimos años? Pues muchísimo. Otro vaso fue posado frente a sus ojos y ella agradeció con un leve asentimiento cruzada de brazos. Hechó un suspiro y se permitió recordar.
Su ruptura la había destrozado por completo. Después de la última noche que pasaron juntos ella se marchó de aquel apartamento con la imagen de él durmiendo plácidamente, momento que capturó en su memoria cuando volteó a verlo por última vez, y conserva hasta ahora. Le había dejado una nota sobre la mesa, donde solo repitió cuanto lo amaba y se disculpó por no poder perdonarlo. Después de eso no volvió a ser la misma
Él trató de buscarla, ella volvió a casa.
Recordaba aquel día con claridad. Atravesó la puerta hecha un mar de lágrimas, su padre estaba en la sala, no había nadie más y, al verla así, tan frágil, tan pequeña, no dudó en dejar las explicaciones de lado y estrecharla en brazos.
Él insistió. Ella no cambió de parecer.
Harry había tratado de llegar a ella incontables veces, pero pronto cayó en cuenta de que con su insistencia solo la lastimaba aún más. Nada de lo que dijese cambiaría la historia, nada de lo que dijese haría que ella confiase en él. Con alguien más de por medio en su relación, se vieron en un callejón sin salida.
Todo empeoró cuando se fue. Un par de noches antes de su partida él decidió llamarla y ella contestó. Hablaron por horas y se quedó dormida junto al teléfono. A veces, cuando ya no queda nada más que hacer y estás drenado emocionalmente, hablar con la persona que te rompió el corazón te consuela. Días más tarde él le dejó una carta y para cuando ella la leyó, él ya no estaba, se había ido.
Sage se refugió en su habitación por semanas, no hablaba más de lo necesario y a penas tenía apetito. El dolor te transforma, te destruye y luego te reconstruye; y sin duda ese fue quizás uno de los procesos más dolorosos que tuvo que afrontar. Se le fue la inocencia, creció. En el mundo hay miles de corazones rotos, y su historia era solo una más.
No habían vuelto a hablar desde entonces.
Pasó noches enteras llorando en silencio, pero con el paso de los meses recuperó su estabilidad. Necesitó tiempo, mucho tiempo, además del apoyo de su familia y amigos. Después de eso, Cameron entró en su vida de forma algo inesperada. Tras el beso en la terraza de Mia, Sage se había esforzado por alejarlo, pero él encontró la forma de llegar a ella y es así como después de casi un año de su más reciente ruptura, comenzó a salir con él.
Pero había crecido y percibía las cosas de forma distinta, más madura, o al menos era lo que se repetía para justificar la ausencia de emoción en su nueva relación. Nunca vuelves a sentirte igual, de eso estaba segura. Tal vez llega alguien que te hace sentir mejor o peor, pero nunca igual. En este caso ella se sentía bien, Cameron se había convertido en lo que necesitaba y deseaba en su vida, lo quería, él sentía eso y mucho más por ella, ambos estaban con la mira en sus diplomas y sus familias apoyaban la relación. No podía ser mejor.
Dejó escapar una irónica sonrisa al pensar en su suerte. Lo tenía todo para ser feliz, pero no comprendía el por qué de la sensación de vació en su vida y la falta de una pieza restante; sin embargo, ese no era el tema de la noche.
Harry. Harry lo era.
Se preguntó a sí misma si él la había pasado tan mal como ella y bebió otro sorbo en honor a su corazón roto.
¿Le importó? ¿Le importaría aún? ¿La recuerda?
Sage resopló mientras hundía el rostro entre sus manos y admitió que se estaba dejando llevar por ello. La había marcado, eso estaba claro, pero sus sentimientos ya no estaban. Estaba enfocada en Cameron, aquello solo era simple curiosidad.
Levantó el rostro al percatarse de que alguien movió la silla de frente. Vincent la miró extrañado y tomó asiento mientras le hacía una seña a uno de los meseros. La saludó con un leve asentimiento, ella correspondió de la misma forma en silencio y él se pidió algo de tomar.
—Que sean dos—se corrigió a sí mismo al percatarse de que algo no andaba bien. La conocía a la perfección.
Sage sonrió involuntariamente. Al parecer no solo se permitiría recordarlo esta noche, sino también hablar de él.
***
Pobre Sage :( Holaaaaa las he extrañado, hasta aquí el capítulo de hoy bellas<3<3<3
¿Alguién más ya no soporta quedarse en casa? Donde vivo ya levantaron algunas restricciones, pero naaaa no salgo ni a balas jeje
PD: Saldrá el video de watermelon sugar<3<3<3 más contenido de nuestro mentiroso favorito (por la fanfic XD)
PD2: les dejaré una pequeña pista... o mejor dos, la primera es que estamos a poquísimos capítulos del recuento y la otra (bueno no es tanto una pista) pero tal vez se venga una maratón la próxima semana, precisamente por ESE encuentro jejej y para compensarles
la espera, pero OJO, pasará lo inesperado, así que prepárense.
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Flicker [H.S]
FanfictionHarry Styles se ve obligado a volver a Nueva York después de dos años para afrontar el juicio final contra Rick Gallagher y su hijo. Con una vida reestablecida, un reciente ascenso y una nueva relación amorosa, espera que el tiempo que pasará fuera...