EPÍLOGO

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||OMNISCIENTE||

años más tarde

Sus pálidos dedos, fríos y temblorosos acariciaron el grueso papel brillante de aquél sobre plateado.

Guardó la invitación en el bolsillo de su abrigo, frotando sus manos y escondiendo una diminuta sonrisa detrás de éstas cuando exhaló  para darles calor antes de salir de casa.

Min Yoongi se preguntó entonces qué tanto daño había reparado el pasar de los años —a excepción del suyo—, y se sintió feliz por él. Por ellos.

Cuando entró a la clínica hizo de todo: encender la radio, abrir las cortinas e incluso sonreír aunque no quisiera hacerlo; no podía negarle algo como una sonrisa a él, no cuando lo veía con sus grandes ojos brillantes esperando a saber más cada día. ¿Pero a quién engañaba? Él nunca había podido negarle algo a Seokjin.

—Me alegra verlo otro día, Doctor.

El corazón de Yoongi se presionó con fuerza, como cada día desde hace cinco meses; giró casi de manera obsesiva el anillo en su dedo y luego volteó a verlo.

—¿Cómo te sientes? —acomodó la almohada de manera delicada, temiendo rozar apenas la venda que aún cubría la cabeza de Seokjin.

—Mejor ahora... pero las pesadillas no acaban, ¿sabe? Es aterrador.

—Sí... Sólo te haré un chequeo hoy, tengo otras cosas que hacer.

Cuando el horario de trabajo terminó para el pelinegro, éste se encargó de hacerle saber lo necesario a la enfermera antes de retirarse con rapidez; la rubia se lamentó al no poder emitir sonido alguno en su presencia, sacando el sobre plateado del bolsillo delantero de su uniforme y apretando los labios al leer la bonita letra cursiva que lo adornaba.

Invitación para Kim SeokJin.

—¿Debería...?

[...]

Yoongi observó el papel con detenimiento antes de colocar su nombre completo y firmar en una esquina; Clínica neuropsiquiátrica para hombres. Suspiró entrecortado, adentrándose al grande parque rodeado de la arquitectura que conformaba los diferentes pabellones.

No obstante, no necesitó entrar en ninguno cuando lo vio sentado en una banca bajo la sombra. El olor a enfermedad, irónicamente, había sido algo que siempre le causó pesadez y agradeció internamente la presencia del menor allí con el aire limpio del ambiente; se sentó a su lado, evitando tocarlo incluso cuando quiso apretar su hombro en un gesto que le entregara confort.

El menor le miró de reojo, preguntándose que tan fuerte era la necesidad de Min Yoongi en visitarlo una vez a la semana, inconscientemente rogando por el odio y la indiferencia que se merecía.

—Me llegó una invitación.

—¿Para mí? —si bien sus palabras habían querido ser un intento de broma, su voz había salido lo suficientemente rasposa para que no lograse su cometido—. ¿Viniste a decirme esto, hyung?

—Jimin...

—No, está bien; digo, ¿para qué más vendrías? Casi lo mato, ni siquiera deberías estar aquí.

—Todos cometimos errores, Jimin, incluso él.

Yoongi buscó con desespero una pizca de diversión o felicidad en la risa que soltó el menor y llenó por completo su burbuja de intimidad, de paso, causándole escalofríos. Suspiró entonces ante el rechazo que Jimin le transmitía y decidió apartarse con expresión decaída; así supo que sus próximas palabras serían el final de su relación, final que debería haber llegado con el incidente de Seokjin meses atrás.

Glasses' Boy •• KOOKV🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora