París, Francia, 1930.
La madrugada envolvía París en un manto de quietud y penumbra, la oscuridad persistente de la noche aún se aferraba al ambiente. Las calles, cubiertas por la suave nevada del día anterior, lucían un blanco resplandeciente bajo la luz de las farolas, creando un escenario de tranquilidad y serenidad.
Desde la ventana, la Torre Eiffel se alzaba majestuosa, destacando con su esplendor en medio de la ciudad dormida. Su presencia imponente infundía una sensación de esperanza y grandeza, como un faro en la oscuridad. Observar ese paisaje silencioso me daba nostalgia, pero al mismo tiempo, me provocaba un sentimiento nuevo y desconocido, como si estuviera contemplando París por primera vez.
Tome un largo respiro, mis pensamientos se sumergieron en un viaje a través de mi infancia, adolescencia y los primeros años de adultez. Recordé cómo una serie constante de desafíos, marcados por el sufrimiento y la desdicha, habían moldeado mi camino.
Durante mucho tiempo, mi yo del pasado, un simple soñador que anhelaba la vida de ahora, después de sacrificios y desafíos, por fin lo había alcanzado, ahora sólo existía el 'Algún día' en mis recuerdos como imágenes borrosas y distantes, enterradas en la profundidad de mi memoria. Había llegado a mi meta, al menos eso creía.
En incontables ocasiones, había imaginado mi regreso triunfal a mi tierra natal. Sin embargo, resultaba curioso e incluso humillante encontrarme aquí, no en las circunstancias que había deseado, sino como consecuencia de la caída de la bolsa. Esta realidad era conocida únicamente por mí, mi familia y mis aliados de confianza, ya que no deseaba que S. Lucifer Magnes se convirtiera en el tema de conversación entre la gente común. 'El millonario Manges en la ruina' Sentí cómo ese simple pensamiento endurecía mi puño, cerrándose con fuerza.
El crepitar de la madera consumiéndose en la chimenea resonó en la habitación, rompiendo la quietud que la envolvía y sacándome de mi ensimismamiento. Ese sonido era como un eco de vida en la serenidad del espacio cálido y acogedor. Al volver mi atención al presente, sentí cómo la atmósfera tensa que se había construido a mi alrededor se disolvía, devolviéndome a un estado de calma y plenitud.
Contemplé a mi amada esposa Lilith mientras dormía plácidamente en nuestro lecho. Su hermoso cabello dorado, desordenado y esparcido por la almohada, parecía brillar bajo la luz suave del fuego. La piel de su rostro, de un blanco impecable, contrastaba con la suavidad de las sábanas. Me sentí tentado a despertarla con caricias, pero decidí solo observarla de reojo, dejando que su paz se mantuviera intacta.
Una sonrisa cariñosa se formó en mis labios al verla tan serena. Con delicadeza, acaricié su mejilla, sintiendo la calidez de su piel bajo mis dedos. Un suspiro profundo escapó de mis labios, una mezcla de ternura y gratitud por tenerla a mi lado a pesar de todo me llenaba el corazón.
Me incliné con cuidado y deposité un beso suave en su frente, procurando no perturbar su sueño. En ese momento, el reconfortante calor de nuestro hogar se hizo más palpable, contrastando con las preocupaciones que aún pesaban en mi mente y creando un instante de calma en medio de la incertidumbre.
Ahora solo puedo pensar que la simpleza de la vida es algo maravilloso, algo que muchas personas no aprecian. Maldigo el hecho de no haber podido nacer con la misma suerte y disfrutar de la sencillez de dar por sentado eso, especialmente ahora que mi pasado se cierne amenazadoramente sobre mi presente. Y la abierta carta que ahora reposa sobre el elegante tocador de roble, era una prueba tangible de mis dilemas internos y las decisiones que he tomado en mi vida.
Con paso lento y cauteloso, me aproximé al papel, fijando mi mirada en sus palabras. Al tomarlo entre mis manos y releer su contenido, una sensación de agitación me invadió, como si mi sangre hirviera dentro de mí. 'Bienvenido de vuelta a casa, Samael Matincielo', fue la despedida que resaltaba al final del mensaje, sin una firma que revelara su origen.
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GARDENIAS BLANCAS Y ROJAS
FanfictionEl telón se abre, el corazón del escenario se ilumina, dos figuras emergen de las sombras, cada una cargando consigo el peso de su propia existencia. Alastor Anderson, un enigmático locutor de radio, y Charlotte Magnes, la hija única de una familia...