La risa de Niffty resonó por unos segundos más, y finalmente se secó las lágrimas de los ojos. "Qué graciosa, Charlotte. Pero claro que es normal sentirse así, sólo estás perdidamente enamorada de tu esposo." Abrí los ojos ante aquella respuesta. No podía ser verdad; el señor Alastor solo estaba siendo cortés y amable conmigo. Completamente alterada y confundida, sentí cómo mis mejillas ardían y mi corazón se aceleraba. Buscando una explicación diferente, miré suplicante a Vaggi, pero ella parecía sumida en sus propios pensamientos.
"A menos que..." la pelirroja volvió a hablar, pero esta vez parecía estar considerando algo muy serio.
Entonces Vaggi intervino rápidamente: "¡Claro que sí! ¡Ella se casó por amor, Niffty! Qué buena broma, Charlotte. Casi me ahogo de la risa cuando preguntaste eso." Me sonrió nerviosa y de inmediato me di cuenta de que casi había revelado detalles de mi matrimonio arreglado, algo que podría convertirnos tanto a mí como al señor Alastor en la comidilla del momento.
"Bueno, Nif, ¿por qué no te apresuras al trabajo? Ya sabes cómo se pone la señora Susan cuando te retrasas," volvió a decir Vaggi, mientras le abría la puerta.
"Oh sí, esa perra infumable," bufó Niffty rodando los ojos mientras se dirigía a la salida. "Bueno, Charlotte, nos vemos. Gracias por el divertido inicio del día. Saluda a Alastor de mi parte." Salió riendo del departamento.
Vaggi entonces cerró la puerta lentamente y se quedó unos segundos sin voltear a verme. El silencio en el lugar se hacía cada vez más pesado. "Charlotte, ¿es verdad que estás empezando a sentir algo por él?" Finalmente me cuestionó, girándose lentamente para verme. Su expresión parecía suplicar que lo que había dicho fuera realmente una broma. Pero solo pude sentir de nuevo cómo mis mejillas empezaban a arder al pensar en el señor Alastor.
"Oh, no, no, no," ella negaba rotundamente, lo que me hizo sentir herida. "¡Esto está muy mal, Charlotte! ¡Tu padre fue claro con el acuerdo y lo sabes!" Sentí mi pecho doler cuando ella sentenció con severidad.
"L-Lo sé, Vaggi. Por favor, no me lo recuerdes," sollocé débilmente. Me levanté del sofá y le di la espalda, sintiéndome frustrada y molesta ante su reacción. Me abracé a mí misma, buscando apaciguar lo que sentía.
Pronto escuché cómo ella se acercaba a mí por la espalda y suspiraba. "Oye..." me tomó de los hombros y me hizo mirarla. Se veía dolida al notar que estaba al borde de las lágrimas. "Mira, tal vez no sea realmente nada. Quizás eso que sientes solo sea porque pasas mucho tiempo con él, ¿no lo crees?" preguntó mientras me daba unas palmaditas en la espalda.
Era cierto que el señor Alastor era el primer hombre con el que convivía tan cercanamente después de mucho tiempo, aparte de mi padre, el señor Vox y... Me detuve bruscamente y alejé rápidamente su desagradable rostro de mis pensamientos. "Sí, tal vez tengas razón." sonreí ligeramente, pero con tristeza. Tenía un puñado de sentimientos nuevos que apenas podía diferenciar y era difícil describirlos; solo sabía que me estaban empezando a revolver el estómago.
El ambiente en la sala se volvía incómodo, y mientras buscaba qué decir, recordé el sueño que había tenido hace dos noches. "Por cierto, Vaggi," ella me miró curiosa, "volví a soñar con Nana Adeline". Sonreí, pero de inmediato noté que ella parecía preocupada.
"Charlotte, no tienes por qué torturarte con su recuerdo," dijo mientras me sujetaba los hombros con compasión. Ella creía que aún me sentía responsable por lo que había pasado, y aunque no estaba muy equivocada, recordar a Nana Adeline me llenaba de alegría. Pero ella, acariciando mis mejillas, quería que la olvidara, y eso nunca podría hacerlo. "Nada de eso fue tu culpa."
"Pero yo..." Intenté responder, pero su expresión preocupada me hizo callar. "Lo sé... Vaggi, no te preocupes." musite casi en un susurro débil.
"¿Quieres que te acompañe a casa?" sugirió ella al verme pensativa.
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GARDENIAS BLANCAS Y ROJAS
FanficEl telón se abre, el corazón del escenario se ilumina, dos figuras emergen de las sombras, cada una cargando consigo el peso de su propia existencia. Alastor Anderson, un enigmático locutor de radio, y Charlotte Magnes, la hija única de una familia...