Aitana
Lunes. 07:00 A.M
El silencio reina en el comedor y es que es normal, cada uno está ocupado desayunando o intentando mantenerse despierto. Nos han levantado a las seis con un megáfono y por poco nos castigan, porque Susana y Lorena no querían salir de la cama. En diez minutos tenemos que estar todos listos para la primera actividad, de la cual no tenemos ni la menor idea. Ayer nos dejaron la tarde para explorar y descansar un poco después de tantas horas de viaje, por lo que fue todo bastante tranquilo.
Además nos entregaron una sudadera roja con el logo del campamento para que la llevemos durante algunas actividades. Caminamos 10-15 minutos hasta detenernos frente a una enorme pared de piedra, nada más verla ya puedo intuir lo que vamos a hacer y mi primer instinto es querer dar marcha atrás.
-¿Vas alguna parte, corderito? -Me doy la vuelta casi al instante, topándome de frente con sus hermosos ojos claros.
-¿Puedes dejar de llamarme así? Es incómodo. -Alza una ceja, divertido, y mira a sus amigos.
-Es que me recuerdas a uno, siempre estás temblando y con carita de susto. -Trago saliva, es verdad que estoy temblando pero es que no puedo evitarlo.
-Y tú eres igual de bruto que un orangután y yo no te lo digo a cada momento. -La respuesta me sale del alma y la vergüenza me invade a los pocos segundos.
Aarón sin embargo se lo toma de muy buen humor y se ríe, después se acerca un poco más a mí y yo por instinto retrocedo dos pasos. Mis movimientos le hacen gracia, pero no se pierde ninguno de ellos. Decido volver la vista al profesor y colocarme junto a mis amigas, él se para a mi lado y agacha su cabeza para acercar su rostro al mío. El mide 1'80 y yo 1'60 por tanto o él se agacha o yo tengo que saltar.
-¿Tienes miedo a las alturas? -Ladeo mi cabeza, casi puedo sentir su respiración en mi cara.
-¡Claro que no! -Miento, estoy muerta de miedo.
-Si tú lo dices... -Su risa es contagiosa y agacho la cabeza para esconder mi sonrisa.
La montaña se ve bastante alta, yo me esperaba algo como lo que tenemos en el gimnasio del instituto. Nadie dijo que veníamos a supervivientes. Los primeros comienzan a subir, de tres en tres, cada uno por una cuerda. Mi mejor amiga me aprieta la mano y me anima a intentarlo, se bien que debería hacerlo pero solo de pensarlo ya me estoy mareando. Me escondo entre mis compañeros intentando que no me vean los profesores, pero es estúpido porque tarde o temprano solo quedaré yo y no me quedará más remedio que ceder.
El moreno me observa, de brazos cruzados, con una sonrisa que me vuelve loca y no soy capaz de mantener el contacto visual por más de unos segundos. Lo veo reírse y se prepara para subir junto con Aitor y Elías, lo hacen con tanta facilidad que hasta me planteo hacerlo. ¡Soy una cobarde!
-Aitana, Liam y Nerea es vuestro turno. -Doy un paso atrás, cojo aire y por vergüenza a decir que no avanzo junto a ellos.
Nos colocan los arneses y el casco, el monitor nos da una serie de indicaciones antes de que agarremos la primera piedra. Nuestros compañeros nos observan desde abajo, excepto Aarón y los otros dos que se encuentran bajando mientras nosotros subimos. Cierro los ojos con fuerza, para reprimir las lágrimas que empiezan a salir, estoy asustada. Cojo aire, miro hacia arriba y veo Liam y Nerea avanzar con rapidez hacia la cima.
Después pero miro al suelo y veo que estoy por encima de la mitad, mis amigas me animan a seguir pero cuando regreso la vista al frente me mareo y uno de mis pies resbala de la piedra donde lo tenía apoyado. Me raspo la rodilla con la piedra y suelto un quejido que nadie llega a escuchar. Me bloqueo y no soy capaz de seguir, pese a que lo intento.
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El despertar de Aitana I Yovana Pérez
Romance-¡Ni lo intente, es que ni se le ocurra tocar a mi madre! -Lo miro fijamente a los ojos, es un hombre mayor pero la expresión de su cara es dura y seria. -Igual de entrometida que tu madre, aunque tienes el mismo carácter de tu padre. -Sonríe, se ve...