A los chicos como Kim Sunoo no les pasan cosas malas.
Es capitán del equipo de animadores, sale con el mariscal de campo, tiene un GPA de 3.9 y sigue siendo virgen. Se afeita las piernas una vez a la semana, usa faldas de tenis que tienen la longitud perfecta —ni demasiado modestas, ni demasiado atrevidas— y vive en una casa grande con mucho campo. Cualquiera en el instituto Woodsboro mataría por él. O mataría por ser él.
A los chicos como Kim Sunoo no les pasan cosas malas, no cuando está comenzando su último año, y va a ser perfecto. Las pruebas para el equipo de animadores son la próxima semana y él va a construir el mejor equipo posible. Hanbin volverá a ser mariscal de campo, obviamente, serán el rey y la reina del baile y después de lucir las coronas y bailar para todos los ojos envidiosos, se irán a casa y él finalmente perderá la virginidad. Y será perfecto, hermoso y especial.
A Kim Sunoo no le pasan cosas malas. Por eso, no está preocupado por quedarse solo en casa esta noche. Despide a sus padres, se asegura de que todas las puertas estén cerradas con llave y luego sube corriendo las escaleras. Se quita los jeans y la camisa abotonada, se pone su suéter de cachemira favorito y unos pantalones cortos, y agarra el VHS que alquiló ese mismo día. La televisión es toda suya esta noche, y está ansioso por ver su película de terror favorita, masturbarse mientras imagina a Hanbin encima de él y luego irse a la cama.
Prácticamente va dando saltitos por la casa mientras se lo imagina, tarareando una canción de mierda de la radio, cuando el estridente timbre del teléfono de su casa casi lo mata del susto. —¡Dios mío! —murmura, presionando una mano sobre su corazón mientras se mete en la sala de estar y agarra el teléfono de su base—. ¿Diga?
—¿Quién es? —La voz al otro lado de la línea es profunda y desconocida.
Sunoo arquea una ceja. —¿Con quién quieres hablar? —Deja que su voz adopte ese tono burlón que siempre vuelve loco a Hanbin.
—¿Qué número es éste?
Ante eso, Sunoo se ríe abiertamente. —¿No deberías saberlo? Tú fuiste quien lo marcó. —El silencio que cae entre ellos es tan pesado que Sunoo se pregunta si la línea se ha cortado. Luego, un jadeo rasposo cruje en su oído. Algo en su estómago se revuelve y cualquier diversión que estaba teniendo antes se ha evaporado—. Probablemente marcaste el número equivocado. Tranquilo —dice, manteniendo su voz ligera mientras coloca el teléfono de nuevo en su base.
Apenas ha dado un paso de regreso al pasillo cuando el teléfono vuelve a sonar. Cuenta tres timbres antes de contestar esta vez. —¿Diga?
—Lo siento, creo que marqué el número equivocado. —Es el mismo desconocido, la misma voz almibarada. El estómago de Sunoo se retuerce de nuevo, y debería estar molesto por la interrupción de sus planes, pero siempre le ha gustado la atención, por mucho que lo niegue.
—Y, ¿por qué volviste a marcarlo? —pregunta.
—Para disculparme —dice el hombre. Sunoo imagina una sonrisa torcida y una mandíbula cuadrada. Barba incipiente.
Sus mejillas están calientes mientras dice: —Estás perdonado. Ahora adiós. —No aparta el teléfono de su mejilla.
—¡Espera! ¡Espera, no cuelgues! —grita y a Sunoo se le ponen los pelos de punta. Nada es más dulce que un hombre rogándole.
—¿Qué? —Presiona su lengua contra los dientes frontales, enredando un dedo en el cable del teléfono. Todo lo que necesita es que el desconocido le dé algo, algo en lo que hincar el diente, saciar su apetito...
—Quiero hablar contigo un momento —dice él, y está sin aliento, con un tono quejumbroso, casi patético, que apaga cualquier chispa que Sunoo pudiera haber sentido.
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scream queen | sunsun
Hayran KurguA los chicos como Kim Sunoo no les pasan cosas malas. Es capitán del equipo de animadores, sale con el mariscal de campo, tiene un GPA de 3,9 y sigue siendo virgen. Se afeita las piernas una vez a la semana, usa faldas de tenis que tienen la longitu...