XIX

105 15 1
                                    

Giyu y Tanjirou caminaban cerca del lago del pueblo. Ese día tendrían una cena con el pilar del viento, la pilar del amor y el pilar de la serpiente, por lo cual, habían salido para comprar comida.

Pasaron cerca de una tienda, de la cual, salía un hombre peli rojo.

Pasaron unos minutos hasta que Giyu dejo de sentir la presencia de Tanjirou. Volteo alarmado. El niño no estaba a su lado.

Su cuerpo reaccionó por instinto, comenzó a buscarlo con desesperación.
Cuando dió con el, no fue gracias a que lo vio, sino, gracias a que un fuerte llanto se escuchó una o dos calles lejos de Giyu.

No dudo en salir corriendo hacia el sonido, la gente se apartaba de el casi a tiempo.
Cuando estaba cerca, Giyu vio al niño, de la mano a un hombre peli rojo que le ordenaba casi a gritos que se cayara.

Giyu soltó un gruñido y aparto de golpe al hombre de Tanjirou. El niño le miro, con sus ojos y mejillas llenas de lágrimas. Giyu soltó la bolsa que llevaba consigo y abrazo al niño, acariciando con una de sus manos su cabello.
El niño se aferró a el, llorando y llenando de algunos mocos y lágrimas la ropa de Giyu.

El pilar del agua no supo el momento en que una mano se poso en su hombro izquierdo y había comenzado a romper sus huesos de esa parte.
Por instinto, Giyu soltó al niño y con su mano derecha, golpeó el brazo del hombre.

—Regresame a mi hijo. —ordeno el hombre con una voz severa y nada calmada.

—El no es tu hijo. —contradijo el pilar, levantándose del suelo, tomando la mano del niño.

—Yo soy su padre.

—No, no lo eres —Giyu miraba al hombre con un rostro serio, sin demostrar ni una sola emoción—. Tu podrás ser su progenitor. 

El hombre chisto con molestia.

—Tu lo has dicho, soy su padre. —respondió con menos paciencia que al inicio.

—No —Giyu se agachó a la altura del niño y lo tomó entre sus brazos, luego se levantó con el—. Padre es el que cria, no el que engendra.

El hombre trato de responder, pero las palabras no salieron de su boca. Giyu sonrió victorioso y caminó, pasando a un lado del hombre.

He is my son, not yours Donde viven las historias. Descúbrelo ahora