𝗟𝗮𝘂𝘁𝗮𝗿𝗼 𝗠𝗮𝗿𝘁𝗶𝗻𝗲𝘇
"𝖑𝖆 𝖒𝖔𝖗𝖔𝖈𝖍𝖆 𝖊𝖘𝖆"
𝙣𝙤𝙬 𝙥𝙡𝙖𝙮𝙞𝙣𝙜: 𝙣𝙤𝙩𝙖 - 𝙚𝙡𝙖𝙙𝙞𝙤 𝙘𝙖𝙧𝙧𝙞𝙤𝙣, 𝙣𝙞𝙘𝙠𝙞 𝙣𝙞𝙘𝙤𝙡𝙚↳៳ₑ 𝑑ᵢⱼᵢ𝑠𝑡ₑ ᵤ𝑛 𝒑ₐᵣ 𝑑ₑ 𝑐ₒ𝑠ₐ' ₑ𝑛 𝑛ₒ𝑡ₐ, 𝒑ₐᵣ 𝑑ₑ 𝑐ₒ𝑠ₐ' ₑ𝑛 𝑛ₒ𝑡ₐ
𝑑ᵢ𝑚ₑ Լₐ ᵥₑᵣ𝑑ₐ𝑑 𝑠ᵢ ₑ𝑠 𝒒ᵤₑ 𝑡ú ₑ𝑠𝑡á' 𝑐ₒ𝑛 ₒ𝑡ᵣₐSOPHIA
Un hombre me perseguía hacía todos los lugares a donde me aproximaba, trate de correr, pero él seguía detrás de mi con la capucha puesta y las manos en los bolsillos. Me metí a un callejón y ese fue mi mayor error, estaba totalmente sin salida me gire y me encontré a la persona que venía siguiéndome desde hace rato. Mi respiración agitada resonaba por toda la calle a parte de que mi cuerpo temblando era una gran reacción del miedo que estaba pasando. De su bolsillo sacó una navaja y la acerco a mi cuello, bajo su capucha dejándome ver quien era, pero yo no lo conocía.
— Vos no le hacés bien a Lautaro, su carrera se esta viniendo abajo por tú culpa. — Y en ese momento note el filo de la navaja pasar por mi muslo desnudo debido a la temperatura de verano.
— Cada vez que discutís con él se nota en sus partidos de la selección y eso no nos gusta, vos sos mala para él y él pronto se dará cuenta de que bajo su rendimiento por una minita de mierda como vos. — La navaja se paseo por todo mi cuerpo haciendo dibujos de sangre hasta que note como se clavaba en mi muslo. — Aléjate de él.
Abrí los ojos asustada por el recuerdo de hace unos años, mire la hora al ver que Lautaro aún no había venido a nuestro apartamento, 4:53 de la mañana y sigue de fiesta, no lo culpo, acaba de ganar un partido, pero esto es lo que lleva haciendo toda la temporada, esto no es vida. Me levante de la cama para prepararme un té en la concina en un intento de calmarme, pero al rato de haberme tomado el té seguía sin calmarme, por lo que llame a Álvaro que seguro que esta en cu casa.
— ¿Soph? — La voz de Morata recién despertado sonó a través del altavoz de mi móvil.
— Varo, he vuelto a tener la pesadilla, ¿puedo ir a tu casa?
— Claro, te espero.
— Chau.
Apague mi móvil antes de agarrar mis zapatillas y salir de mi apartamento para irme con mi auto hasta la casa del futbolista. Cuando llegue Álvaro estaba en la puerta medio dormido hasta que vio como estacionaba mi auto delante de él.
— Gracias otra vez, por dejar que me quede. — Murmure envolviendo su cuerpo con mis brazos.
— No tienes que agradecer, ¿Lautaro no estaba en casa? — Nos metimos en su casa caminando hacia las habitaciones.