Capítulo 34

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Morgan se despertó de madrugada. Aún con los ojos cerrados, estiró la mano. El otro lado de la cama, estaba vacío. Se incorporó, asomándose a la cuna. Sophie seguía dormida, y no parecía que tuviera intención de despertar. Comprobó la hora. Casi las cinco de la madrugada.

En silencio, se levantó y salió del dormitorio. Le llegaron vagos sonidos desde la planta inferior. Presumió que quizás Emily hubiera decidido comer o beber algo y decidió bajar por si necesitaba algo. Al fin y al cabo, no era su casa.

Aunque a Morgan le habría gustado que lo fuera.

Sin embargo, no halló rastro de ella. Reparó en que la puerta de la terraza estaba abierta, así que se dirigió allí, donde finalmente la encontró.

Emily estaba de pie, apoyada en la barandilla, con su atención puesta en el jardín. Absorta y aparentemente ajena a la llegada de Morgan..

Morgan, en lugar de anunciarse, se detuvo a contemplar embelesado las líneas perfectas de sus largas piernas, que se perdían en el interior de la que había sido su camiseta favorita en un tiempo pasado.

— Y Derek Morgan se quedó mudo...— Bromeó Emily, inmóvil.

Morgan adelantó unos pasos y se colocó junto a ella.

— Culpable.

Emily se volvió entonces hacia él. Rodó los ojos al percatarse de su sonrisa traviesa.

— ¿Se puede saber por qué para los hombres, que una mujer use vuestra ropa, implica automáticamente que la mujer en cuestión pase a ser una especie de... propiedad privada?

Morgan abrió los ojos, impresionado con aquel razonamiento.

— ¿Crees que te considero de mi propiedad?— Le preguntó entre risas.

— Oh, no lo creo, lo sé— Respondió Emily.

— No creo que seas de mi propiedad— Le rebatió Morgan.

Emily alzó una ceja, en señal de incredulidad.

— ¿No? ¿Y cómo explicas...— Señaló hacia Morgan— esa mirada...?

— ¿Esa mirada? ¿Qué mirada?

— Sabes perfectamente de qué hablo...— Insistió Emily— Como si estuvieras calculando las ganancias de tus acciones si me sacaras a bolsa...

Morgan soltó una carcajada. ¿De dónde diablos le venían aquellas ideas tan estrafalarias?

— Te aseguro que no se me ha pasado por la cabeza venderte por partes...— Le aseguró— Y para que quede claro, no te miraba...— Hizo una pausa y se inclinó un poco sobre ella, susurrante— Te admiraba...

Emily se apartó hacia atrás, rompiendo el contacto.

— Claro, porque hay una gran diferencia...

Morgan no se ofendió por su ironía, simplemente decidió ofrecerle las explicaciones oportunas.

— Por supuesto que la hay... La admiración comporta una gran dosis de asombro, fascinación y devoción...

— ¿Eso te suele funcionar con las mujeres?— Lo cuestionó con condescendencia.

— No lo sé... — Dijo Morgan encogiéndose de hombros— Dímelo tú. Eres la única a la que he admirado hasta enmudecer.

Emily contuvo el aliento. No estaba preparada para que Morgan decidiera coquetear con ella en plena madrugada. Permanecieron en silencio, mirándose a los ojos. Sólo pasaron un par de segundos hasta que Emily, abrumada por la situación, apartó la vista.

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