Capítulo 19

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— ¿Podemos hablar?

Derek aprovechó que el resto del equipo se hallaba entretenido jugando al póquer, algo excepcional en el caso de Hotch y Rossi, para abordar a Emily, que se encontraba en el office sirviéndose un café. Ésta, lo miró brevemente y a continuación, tomó un sorbo.

— Ya Hotch me ha sermoneado. Al parecer debí valorar mejor el riesgo.

"Por supuesto que lo había hecho", se dijo Morgan. Les había asegurado que tenía controlada la situación, cuando claramente no era así. Esa era la principal razón por la que Emily había rehusado jugar al póquer y se había escabullido hasta el office, lejos de expresiones inquisitivas. Debía haber salido de la casa antes de que todo se convirtiera en un infierno. Todos lo sabían.

— Em..., Emily... – Susurró. No quería que nadie oyera su conversación— Es la segunda vez que te expones innecesariamente.

Ella suspiró, y dejó la taza de café sobre la encimera. De repente, no le apetecía lo más mínimo.

— Por favor, no hagas eso... Es como decirme que dudas de mis capacidades.

Derek comprobó que el equipo seguía absorto en el juego, y volvió a centrarse en ella.

— ¿Eso crees que hago?— La cuestionó en voz baja — ¿No has pensado que eres tú la que siempre necesitas demostrarte a ti misma que estás a la altura?

Ella parpadeó, sorprendida. ¿De qué la estaba acusando exactamente? Se había arriesgado, sí, pero habían capturado al asesino.

— Tú eres temerario todo el tiempo, Morgan.

Era cierto. Sin duda, el más temerario de todo el equipo, pero para Morgan había una gran diferencia. Él nunca perdía el control de la situación, cosa que sí ocurría con Emily, al menos desde que había regresado. Su reacción a la defensiva sólo lo confirmaba.

— No te estoy atacando, Emily— Le aseguró él. Trataba de calmar la situación, pero por la expresión ofendida de ésta, no parecía estar consiguiéndolo— Oye, ¿es tan horrible que quiera que sigas viva?

Emily, en su lucha interna entre su orgullo y su comprensión de que Morgan sólo se preocupaba por ella, contuvo su enojo. Sólo con levantar un poco la voz, todos se enterarían de lo que ocurría entre ellos, y Emily no estaba segura de cuánto tiempo más ambos podrían mantener el tono comedido de sus palabras.

— Por supuesto que no— Respondió ella, con voz cansada—Lo que es horrible es que no confíes en mí...

Él hizo un gesto de negación.

— Oye, confío en ti— Le aseguró Morgan— No se trata de eso.

Se sentía frustrado. No era capaz de hacerle entender lo que sentía. Como siempre, las palabras entre ellos acababan provocándoles más problemas que soluciones.

— Claro...— Replicó Emily con ironía.

En ese momento el teléfono de Emily emitió el característico tono de aviso de mensaje. Ella resopló, contrariada por la interrupción, pero no dudó en comprobar el contenido del mensaje. El caso había terminado, así que no se imaginaba quien podría tratar de comunicarse con ella a aquellas horas. Sólo se le ocurría una persona.

— Será Clyde... — Se aventuró a conjeturar. Últimamente, éste se había mostrado muy insistente en que aceptara un puesto de trabajo en la oficina de Londres, oferta que ella había rechazado en cada ocasión que había hablado con él— Allí estará amaneciendo.

A Morgan le extrañó la naturalidad con la que había mencionado a su anterior jefe, teniendo en cuenta que nunca hablaba de él. Hasta ahora, Morgan no había reparado en que en realidad jamás los había visto interactuar juntos, pero era evidente que Clyde Pascua había sido una persona importante en su pasado, un pasado que quizás ella prefería no compartir con él. Morgan lo entendía y lo aceptaba.

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